-Toma- Abraham tiende un vaso con algún coctel hacia mí.
-No, gracias- y con mi dedo índice retiro su mano con el vaso.
-No seas tan aburrida Naty, por Dios, no te embriagarás, sólo será un vaso- y el idiota de Abraham me hace pucheros. Ruedo los ojos y acepto el vaso.
-Solo será éste. Y no vuelvas a hacerme pucheros- le reprendí lo mas seria que pude.
Alejandra celebró con el grito mas agudo que he escuchado al verme alzar el vaso y dejar derramar el líquido que contenía en mi boca. Mi rostro se arrugó por un segundo y giré la mirada a Abraham en tono de seria amenaza:
-¿Qué mierda le echaste a esto?
El muy descarado ríe, ¡en serio ríe!
-Está suave Naty, no empieces con tus groserías
Asiento con la cabeza, asimilando que para él, ese trago estaba "suave".
~•~
-Princesa, baja de ahí- bajo la vista y veo a Abraham con un rostro serio y suplicante.
-Sólo estoy bailando, a ti siempre te ha gustado como bailo- subo y bajo mis cejas.
-Sí, me gusta como lo haces, pero pegada al piso, no a una mesa, baja de allí.
-No, además tengo público que ya te odia, ¿cierto?- los chicos que se encontraban bajo la mesa viéndome bailar lo abuchean.
-Suficiente- Abraham se acercó mas a mi, pasó su brazo detrás de mis rodillas y al darme cuenta, ya estaba tendida sobre su hombro.
-Bájame Abraham, no es divertido
-No seguirás haciendo un escándalo
-Bájame, necesito vomitar
En seguida me deposita en el suelo con mucho cuidado. Consigo el equilibrio y le sonrío triunfante
-No era cierto, no querías vomitar
Apenas logré escucharlo decir eso, estaba corriendo de regreso a la fiesta.
-Eres totalmente imposible Nathalia Ruices.
En seguida me detuve. Estaba de espaldas a él, pero escuché claramente sus gritos a pesar de la música. Dolió que me llamara así. Logro controlar las lágrimas. Lo único que me hacía hija de Robert y la gente podía verlo, era su estúpido apellido. Me doy la vuelta.
-¿Cómo me llamaste?
Mi voz se quiebra sin que lo note y su cara cambia de enojo a culpa inmediatamente. Justo ahora acaba de notar lo que hizo.
-Lo siento. En serio, perdóname
Camina hacia mí y yo no hago más que bajar la cabeza, no quiero que vea las lágrimas en mis ojos. Solo me doy cuenta cuando me abraza y me dice miles de veces que lo disculpe.
-Ya no importa. Al final de cuentas, ese es mi nombre.
-Pero no te gusta. Y yo lo sabía. Princesa, lo siento.
-¡Deja de decirme princesa, mierda! No soy ninguna princesa, no quiero serlo y no lo seré. Basta.
Admiro su rostro de confusión por mi repentino cambio de tristeza a furia por su manera de llamarme. En serio me molesta que me digan princesa, es tan cursi que no lo soporto.
ESTÁS LEYENDO
Mil amores menos uno
JugendliteraturMil amores menos uno, cuenta la historia de una mujer y todos los amores que ha tenido que vivir para encontrar al amor de su vida. ¿O eso es lo que ella cree?