Capítulo XVI

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Han pasado dos meses desde el juicio. Nuestra casa se volvió incómoda después de lo sucedido, todas concluimos en que nos traía recuerdos de Robert. Así que con la ayuda de un agente de bienes raíces, hemos conseguido una pintoresca casa. Con la venta de la anterior fue fácil comprarla. No es tan grande como la anterior, pero definitivamente más cómoda para nosotras.

Al mismo tiempo, la jueza nos asignó una psicóloga. Es excelente en su profesión, a pesar de ser tan joven. Con ella he avanzado un poco. Hemos hablado sobre el odio hacia Robert, intentamos que algún día llegue a perdonarlo. Yo sólo se que ese día no está cerca. Me quitó lo único que toda chica tiene seguro, el amor de su padre.

Mamá ha estado matándose trabajando para mantenernos, y aunque mi hermana mayor trabaja en una cafetería desde hace unos meses, me siento como una carga para las dos. No he cumplido la mayoría de edad y eso es un problema a la hora de buscar trabajo, pero ni siquiera me encuentro en una universidad desarrollando una carrera que pueda ejercer en un futuro.

He estado pensando últimamente en diversas carreras y universidades. Pero aún no me siento preparada para eso. No quiero escoger una carrera y que al año me canse de ella al punto de odiarla y abandonarla, ése es mi miedo ahora. Mi psicóloga ha estado hablando de eso conmigo, dice que éste miedo se debe a que no tuve el amor de mi padre para formar un autoestima y una personalidad.

Sin embargo, puedo con todo esto. No he vuelto a bailar, amaba bailar, pero llegué a sentir que no era buena en ello, así que lo dejé. Por más que Abraham protestara. Abraham. Él se ha mantenido a mi lado estos dos meses, me ha ayudado con la mudanza, a llevarme a las terapias y a algunas universidades; incluyendo la suya, donde él insiste que estudie.

Valentina y Alejandra no me han abandonado, siempre intentan distraerme sacándome de casa. Mamá las ama, ella sabe que sin ellas me hubiese derrumbado hace mucho.

-Y bien, ¿qué te parece esto?- le pregunto a las chicas mientras me pruebo algo de ropa, ya que según ellas iremos a la fiesta del año.

-¿Si sabes que iremos a una fiesta y no a Misa, verdad?- responde Alejandra con cara de disgusto. Hago una cara teatralmente ofendida y todas reímos.

-Okay, tienen permiso de escoger por mi.

-¡Por fin!- Exclama Valentina, quien parece ya cansada de verme cambiar de atuendo, aunque solo ha sido tres veces.

-Okay, chicas no era necesario sacarme del cuarto. ¿Puedo entrar?

-¡NO!- Gritan las dos al unísono.

-Bieen...- Voy a la cocina, me siento en uno de los bancos de la barra y disfruto de un café que preparó Sofía, mi hermana menor, tan dulce como siempre.

-Listo- dice Valentina saliendo de mi habitación. -Por favor, usa lo que dejamos en tu cama, pasaremos por ti en un momento, vamos a buscar algo y volvemos- Alejandra sale de mi habitación con una sonrisa que me asusta. Salen de mi casa y corro a la habitación.

-¿Era esto necesario? Realmente no lo creo.

Sobre mi cama está ese vestido ajustado y corto blanco que no uso desde que tengo 15 años.

-Por Dios, no usaré esto.

Camino a mi closet, tomo un short de jean y un top gris, en vez de usar esos tacones insoportables, utilizo mis zapatillas deportivas favoritas color turquesa.

-Ahora sí.

Se supone que es el cumpleaños de Valentina y llevo 9 años yendo a sus fiestas de cumpleaños, realmente no espero algo muy diferente. Seremos su familia, sus amigos, música muy alta y suficiente licor como para embriagarnos, a pesar de que casi todos seamos menores de edad.

-Eres una rebelde Naty. Te dije que usaras el vestido- me reclama Alejandra cuando subo al auto.

-¿Cuál es el problema con como esta vestida? A mi me gusta- replica Abraham.

-Gracias.- sonrío y asiento a Abraham que conduce el auto.

-Como sea, ponte lo que quieras, nos vamos- dijo Valentina.

Abraham aceleró y en 20 minutos ya se escuchaba la música, estábamos a una cuadra de la casa de Valentina, habían carros por todos lados y gente afuera de la casa esperando a la cumpleañera.

-Okay, sí invitaste mucha gente- le digo a Valentina, quien sonríe satisfecha.

-Lo sé, será un gran cumpleaños-

Abraham estaciona el auto y la gente se acerca a felicitar a Valentina, apenas poder avanzar con tanta gente cerca.

Al entrar a la casa nos reciben algunos chicos que de seguro Valentina intimidó para que estuviesen allí de mesoneros. Nos tienden un vaso con licor a cada uno. En seguida lo rechazo y Valentina voltea a verme, juro que si tuviera rayos en los ojos me hubiese matado.

-Okay, tomaré esto, pero no beberer mucho.

-No, no, no. Naty, tú hoy vas a embriagarte, al igual que todos los que están aquí.

Abraham se sobresalta ante las palabras de Valentina:

-No creo que sea buena idea Valentina

-Por favor Abraham, te conviene que todos se embriaguen- Valentina le guiña un ojo a Abraham y le sonríe, la misma sonrisa que Abraham me transmite y me asusta.


Mil amores menos unoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora