Percabeth en Goode

The Head's Office

Annabeth Chase

—Annabeth Chase a la oficina del director. Annabeth Chase a la oficina del director —repitió el altavoz en la esquina de mi clase de historia, no me di cuenta hasta que Piper sacudió mi hombro.

—¿Hm? —me sacudí, saliendo de mi aturdimiento. Era tan anormal para mi tener tan poca-o ninguna- concentración, pero mi mente estaba completamente en el lugar, por ahora. Yo apenas tenía la capacidad completa como para pararme. Mi mundo se estaba desmoronando.

—Has sido llamada a la oficina del director —ella dijo y me dio una simpática sonrisa.

¿Por qué me habían llamado ahí? Nunca me he metido en problemas, y yo y Bridgette Fletcher no habíamos tenido una discusión como en un mes. ¿Tal vez era para felicitarme por mis calificaciones? Me puse de pie y deslicé mi mochila por mis hombros. La oficina del director estaba prácticamente en el otro lado de la escuela. Cuando llegué, afuera había varios chicos sentándose en sillas de plástico. Uno de ellos era Max.

El aún no me había notado, así que le di la espalda y me senté en la silla más lejana a el. Después de diez minutos jugueteando con mis pulgares, un hombre con poco cabello gris asomó la cabeza, dejando salir a una chica bajita con loco cabello verde.

—¿Annabelle Chase? —él llamó, causando que Max se sentara bien y pusiera atención y finalmente encontrar mi mirada, dándose cuenta de que yo estaba allí.

—Annabeth —murmuré y me apresuré a entrar a la oficina. Era una habitación razonablemente grande, muy ordenada, con todo guardado en archivadores. En el centro había un escritorio de madera lisa con un montón de carpetas y una laptop.

El director tomó asiento detrás del escritorio y yo tomé uno al frente —Entonces, Annabelle... —comenzó.

—Annabeth —corregí de nuevo.

—Ah, oh, lo siento, lo siento, entonces, Annabeth,¿ espero que sepas por qué has sido llamada a la oficina? —cruzó sus brazos y me miró, esperando una respuesta. Me senté, completamente estupefacta. ¿Yo lo sabía?

—No, no lo sé, lo siento.

—Bueno, eso es una vergüenza, Señorita Chase, porque tu estas aquí por algo muy, muy serio. Solo esta tarde recibimos un vídeo de ti participando en vandalismo. Parece que prendiste un cobertizo en llamas en el patio de la escuela. Potencialmente poniendo en riesgo la vida de algún estudiante que estuviera cerca.

De repente, me sentí enferma y mi cabeza dolió. ¿Qué?

—Estamos casi seguros de que eres tú, porque nunca llegaste a la clase que tenías a esa hora.

Mierda. Me maldecí a mi misma. Si me había saltado la tercera clase, con Piper, porque honestamente, no estaba emocionalmente bien, todavía estaba afligida por lo que había visto, evadimos a los profesores sentándonos en los baños de las mujeres, mientras Piper me confortaba.

—No, señor ¡Juro que no era yo! Si, lo admito, me salté la tercera clase ¡pero nunca le prendí fuego a nada! —chillé, sabiendo que estaba peleando una batalla perdida si había evidencia en mi contra.

—Por favor cálmese, Señorita Chase. Mire, podemos mostrarle la evidencia —volteó la laptop hacia mi, y presionó play en el vídeo. Miré con horror mientras una chica con cabello rubio y una gorra de los Yankees, idéntica a la mía vertía gasolina sobre todo el cobertizo, luego le prendió fuego. Luego, ella miró a la cámara de seguridad, que no era lo suficientemente clara como para mostrar todos los rasgos faciales.

—¡Esa no soy yo! Por favor, Señor, lo juro, yo nunca---

—Nadie en la escuela tiene exactamente la misma gorra, así que solo pudiste ser tú. Lo siento, pero a menos que puedas probar tu inocencia antes del baile en una semana, voy a tener que expulsarte.

¿Expulsada? De repente mi pecho se sintió pesado y respirar se volvió difícil. Con eso en mi expediente escolar, nunca sería capaz de ir a las universidades a las que yo quería ir, y eso manchaba mi reputación, posiblemente, por siempre.

—Espero que entiendas la importancia de esta situación, y si lamento tener que expulsar a nuestra pupila más inteligente. Lo siento, Annabeth.

El director me miró con una sonrisa vacía y me escoltó fuera de su oficina. Max había desaparecido misteriosamente, gracias a los dioses. ¿Cómo podía volver a clases después de esto? Todo lo que había mantenido por tanto tiempo se estaba escapando.

Desesperadamente, corrí al baño de mujeres y entré a uno de los cubículos, dándome por vencida, y dejando a las lágrimas caer libremente por mi cara. Las lágrimas venían, pero nada salía de mi garganta, la sentía seca.

Knock, knock, knock. Alguien estaba fuera de mi cubículo.

—¿Annabeth? —llamó la voz de Piper McLean —¿Annabeth? Déjame entrar, ¿qué ha pasado? —lentamente desbloqueé la puerta y salí.

—Santa mierda, Annabeth, te vez muy mal —me dio un pañuelo de su bolso y enrolló un brazo alrededor de mi hombro —¿Me vas a contar qué ha pasado?