Percabeth en Goode

A demigods nightmare

 Annabeth Chase 

Me levanté de mi cama y miré el calendario. Ahora era Martes, así que quedaban tres días más de escuela. Suspiré y me tiré de nuevo en la cama. No era que no me gustara la escuela. ¡Las clases eran buenas! Solo que no sentía que encajaba. Por supuesto que había esperado esto, pero ahora se estaba convirtiendo en una amenaza.

Después del evento de anoche, sabía que Bridgette no se daría por vencida hasta que tuviera lo que quería. Ella nunca tendría a Percy, nunca. Amenos que Percy quisiera a Bridgette...

Mi idea era estúpida e imposible. ¿Por qué Percy iría tras una chica como esa? Pasamos muchas cosas juntos, no podíamos simplemente dejarlo así como así.

Mi reloj decía que era la una de la mañana, y tenía escuela en unas seis horas. Dormir parecía ser una atractiva opción.

Pero para un semidiós dormir no es siempre agradable.

Rápidamente, me quedé en un estado de sueño. Me encontraba de vuelta en Goode, en un corredor vacío. De repente, todas las puertas comenzaron a abrirse y cerrarse rápidamente.

El estrepitoso ruido hizo estragos con mis sentidos en este estado de sueño. Una de las puertas era más lenta que las otras, abriéndose cada dos o tres veces que las otras lo hacían. Esquivando las rápidas puertas, caminé hacia la que era la más lenta y entré al aula.

Alguien golpeó el interruptor de la luz y las luces parpadearon. Se veía como un aula normal de inglés. Filas de escritorios con graffitis de los estudiantes, un pizarrón blanco detrás del escritorio del profesor...

Posters del mundo y de autores. Lo básico. Uno de los escritorios comenzó a brillar. Luego aparecieron dos figuras: Bridgette Fletcher y Percy.

—¿Percy? —llamé, caminando hacia ellos. Bridgette estaba en el escritorio con Percy. Su brazo alrededor del hombro de ella.

—¿Pasa algo Annie? —dijo Bridgette con un tono burlón.

—Esto es solo un sueño —le dije a ella, convenciéndome a mi misma.

—Pero podría no serlo.

—Lo que Percy y yo tenemos es más fuerte de lo que tu podrías tener. ¡No hay nada entre tu y él! —mis puños se cerraron mientras ella miraba directamente a mis ojos.

Ella no podía retarme. He peleado con monstruos, vivido en la calle, perdido a gente que amaba. La cosa más perturbadora que había sufrido Bridgette era romperse una uña.

—¿Oh, si? —dijo ella volviéndose a Percy. Bridgette envolvió sus brazos alrededor de él y lo atrajo hacia sí. Sus labios se conectaron y comenzaron a besarse apasionadamente.

Mi cuerpo gritó. Quería llorar y gritar y romper algo. Me mantuve recordando que esto no era real. No era real.

—¡ESTO NO ES REAL! —grité.

Ellos se separaron y Percy la miró con tanta lujuria que yo quería darle una bofetada. Bridgette me miró, satisfecha.

—Ríndete —dijo ella.

—Nunca —dije tomando una respiración profunda. Mi voz se quebró.

De repente, todo lo que estaba a mi alrededor comenzó a dar vueltas. Di vueltas y vueltas. Pensé que estaba apunto de vomitar. Finalmente paró y mis ojos se abrieron.

Estaba en mi cama, sudando de la cabeza a los pies, mi corazón corriendo. mi reloj decía que eran las cuatro de la mañana. Había sido solo un sueño, pero me sentía frenética. Por primera vez sentí como si en realidad hubiera perdido el control. Mi sueño había sido un desastre, había logrado sacudirme,a una hija de la diosa Atenea, quien siempre tiene todo preparado y listo...

—¡Percy! —sollocé, anhelando que estuviera conmigo —¡Percy! 

Mi puerta se abrió y el hijo de Poseidón permaneció en la puerta con los ojos muy abiertos. Cuando el me vio temblando corrió hacia mi y me abrazó con fuerza, frotando mi espalda como si fuera una niña pequeña.

—¿Annabeth, que pasa? —preguntó el, lleno de preocupación.

No me atreví a decirle. Mi sueño había sido encerrado en una jaula, atrapado en mi mente.

—N..No..Pue..do —lloré en su hombro. El olor del aire del océano llenó mis pulmones, confortándome.

Percy asintió —Está bien, hablaremos en la mañana —el se colocó a mi lado en la cama y se metió dentro de las cobijas.

—Buenas noches, Listilla —susurró Percy, besando ligeramente mis labios.