Me dicen papá (Soumako)

1. Visita inesperada

-¿Qué dices que qué?- Sousuke preguntó por 3• vez esperando que hubiera entendido mal. ¿Estaba hablando en serio? Tenía que ser un error.

El niño suspiró.

-Lo que dice la carta. Eres el único familiar que tenemos. -la cara del pequeño pelirrojo lo confundía; lo miraba como si estuviera molesto, pero al mismo tiempo parecía suplicarle que le creyera con el sonrojo que no se iba de su cara desde que le abrió.

Aun estaban en la puerta del departamento y él no quería arriesgarse a dejarlos pasar. ¿Qué tal si trabajaban para unos delincuentes y estaban esperando estar adentro para desvalijarlo?

-¿No se han equivocado? No veo mi nombre completo aquí. Sólo figura mi apellido, podría ser cualquier Yamazaki del edificio, o de la ciudad. -el niño volvió a apretar el entrecejo, claramente preocupado, y volvió a hablar.

-Debes ser tú. Nos mandaron aquí, a este piso....

-Eso, ¿cómo entraron? El portero no deja pasar a cualquier persona, primero me consulta.

-Le mostramos la carta y nos envió aquí.- dijo esta vez la niña apareciendo detrás de la espalda del niño.

Sousuke la miró detenidamente. Era menor que los otros dos niños y parecía asustada. Y su portero era un idiota.

Sousuke no quiso seguir pensando. Les permitió el paso y ellos entendieron que podían entrar, no sin antes hablar muy bajo entre ellos.

Al ver el lugar abrieron levemente sus bocas sorprendidos.

Sousuke volvió a observarlos: eran tres, y aunque llevaban las ropas limpias, eran de talles grandes y quedaban nadando en ellas. El pelirrojo y la niña eran hermanos, no lo dudaba, se parecían bastante y ella no le soltaba la camisa. En cuanto al otro niño le costaba más creer que era también hermano de ellos, pues tenía el cabello negro, que a la luz brillaba de un azul oscuro y era tan inexpresivo que contrastaba al instante con los otros dos, que parecían más llenos de energías. Realmente sospechoso.

Luego de que miraran el lugar, el pelirrojo que habló desde un comienzo observó al dueño de ese (para él) lujoso departamento: alto (muy), de mirada sería y de color indescifrable, entre celeste y verde. Además daba algo de miedo por su tamaño y su silencio, pero sería quien los acogería, y eso estaba decidido por ahora.

-Quisiera- llamó la atención de los niños- seguir haciéndoles unas preguntas. Yo no recuerdo ninguna tía-abuela, o quien sea que escribió la carta, con ese nombre...

-Es... Ella si te recuerda a tí- contraatacó el pequeño pelirrojo.

¿Qué tan cierto era todo esto? Parecía ser una mala broma, pero algo dentro suyo no apoyaba la idea de botarlos a la calle, a esas horas y solos. Por las mismas razones creía peligroso dejarlos quedarse.

Esta vez chistó.

-Bien...supongo que no sacaré algo muy útil de esto. -lo seguro era que tal vez ni ellos sabían sus datos precisos, después de todo tenían quizá 8 o 9 años, y la niña era más pequeña.- ¿Sus nombres?

-Yo soy Rin- habló el pelirrojo- ella es Gou y él es Haruka. ¿Tú cómo te llamas?- para ser un niño que estaba pidiendo asilo en su casa era un poco grosero al tratarlo.

-Sousuke. - luego de las presentaciones volvieron al silencio. Sou quedó pensando. Los niños tienen nombre de niña y la niña tiene nombre de niño. Aun más raro. Salió de pronto de sus pensamientos -Supongo que tienen hambre. Aunque antes, deberían darse un baño. -ropas limpias, sí, pero podía ver en sus caras y en sus manos rastros de suciedad, y algo preocupante: los niños tenían raspones en las manos.