La gente del castillo parecía nerviosa cuando atravesamos los pasillos. Muchos me miraban al pasar, y más de uno me dirigió un saludo gentil. Pero mi cabeza estaba en otra cosa. La atmósfera era tensa; el aire casi se podía cortar con una tijera.
Las personas nos deban paso mientras avanzábamos rápidamente hasta la sala del trono. Algunos hacían una pequeña reverencia, casi con recelo, hacia Kalen, el nuevo príncipe. Nuevo príncipe. Se me hacía demasiado raro.
--Entren, por favor. El rey los espera adentro.
El hombre inclinó su cabeza y se retiró rápidamente.
Kalen y yo entramos en la sala, que no estaba bastante concurrida. Reconocí al rey y a William, pero había un hombre frente a ellos que no logré identificar. No era un campesino, eso estaba claro por su manera de pararse y su ropa. ¿Tal vez algún señor?
--Ahí están. Lord Germann, les presento al Oráculo, Arleen Hale, y a mi hijo, el príncipe Kalen.
Por la reacción de Lord Germann, definitivamente no se esperaba lo de Kalen. No dejaba de mirarlo con el ceño fruncido, buscando semejanzas, pistas.
—No sabía que tuviera un hijo—dijo finalmente, francamente sorprendido.
Ni usted ni nadie, no se preocupe.
—Este es Lord Germann, súbdito del rey Ezran—continuó el rey como si no lo hubiese oído—Ha venido a ponernos al corriente de la situación... o eso es lo que dice.
—Ya no sirvo al rey del Oeste, no más.
—¿Así que eres un Lord sin rey? ¡Quien lo hubiese dicho!
Sivan estaba poniendo a prueba los nervios del pobre hombre, y yo lo sabía. Kalen se limitaba a observar, en silencio, y seguramente sacando sus propias conclusiones.
—Lo que quise decir, señor, es que ya no soy súbdito del rey Ezran. De ahora en más, mi lealtad pertenece al príncipe heredero.
Miré a William, que parecía estar intentando no lucir desconcertado. El Lord parecía cada vez más nervioso.
—Ya veo...—Sivan estudió a su interlocutor críticamente— ¿Cómo sabías que el príncipe se encontraba en Dar Lamis?
—Ha habido rumores... sobre todo en la Capital. Y cuando las cosas se volvieron insostenibles... bien, mis hombres y yo sabíamos que solo nos quedaba una esperanza.
—Entonces, usted ha venido a...
—Pedir ayuda—el rostro del hombre se había vuelto sombrío—. Es una masacre, Majestad. La gente se vuelve una contra otra, están acabando con todos aquellos que tienen magia. Las ciudades se están llenando de sangre de niños y mujeres inocentes. Los soldados se están tomando todas las libertades que desean, acabando con familias enteras por el solo hecho se suponer que practican la magia.
— ¿Suponer? ¿Y qué sucedería si efectivamente tuvieran magia? Usted me habla de ayuda—dijo el rey, aproximándose a Lord Germann, quien pareció encogerse ante su proximidad. Esa era la reacción que generalmente la gente tenía hacia Sivan— pero ustedes nunca han considerado inocente a mi gente. Nunca los vieron con los mismos ojos. ¿No es verdad? ¿Qué es lo que les hace venir a mí ahora?
—Cuando ves a tus propios amigos acusándose entre ellos, sin ninguna clase de contemplación, te das cuenta de que has estado ciego mucho tiempo.
El rey no dijo nada por un buen rato. Parecía estar escuchando, aunque nadie le estaba hablando. Finalmente, Sivan llamó con uno de sus consejeros, que se había mantenido en una esquina.
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Los Reinos de Aden II: Promesa #WSAwards
FantasíaDesde que había llegado a Aden, la vida de Arleen había cambiado radicalmente. Magia, engaños, secretos, amor y corrupción muchas veces no son una buena combinación en una persona de dieciséis años. Para salir de todas las complicaciones en la que...