Cap.8

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  — ¿Te aburriste?
La voz la trajo de vuelta al presente. Sus pensamientos vagaron en el momento en que Jay y Christian habían abandonado la sala.
—No, estaba mirando los cuadros —. Confesó en una media sonrisa. Jay dejó los vasos con refrescos que había servido en la mesa de centro.
—____ —, la llamó Chris—. Jay me dijo que en realidad necesitas este trabajo, no es la gran cosa ni el gran sueldo pero no dudo en que te servirá de algo.
—Lo que sea será lo suficiente, necesito ayudar con los gastos de mi casa y estoy segura que sea el sueldo que sea lo hará—. Aseguró. Jay no quitó la penetrante mirada de ella ni un segundo. La admiraba. Sintió la responsabilidad de apoyarla en todo momento. Se estaba convirtiendo en una verdadera amiga para él, en una real.
—No es por entrometerme en cosas ajenas —, Continuó el hombre— pero ¿Por qué necesitas tanto un empleo?
Ella dudó en responder. Jay  sintió el cambio de humor en su rostro. Por lo bajo dio una patada a su tío y negó. Antes de que pudiera decir algo ___ habló.
—Tengo una hermana menor que necesita ir al doctor cada cuatro meses— se detuvo algunos segundos pero se obligó a continuar—. A mi tío lo despidieron del trabajo, mientras él consiga uno nuevo yo tendré que ayudar a llevar un poco de dinero. No por mí, por mi hermana.  

  —Ya veo—, comentó Chris—. Te aseguro que recibirás un sueldo apropiado. Jay te dará las indicaciones que debes cumplir, no es tan difícil cuando tomas práctica.
—Solo un poco asqueroso—. Admitió Jay con una sonrisa tirante. Chris negó divertido.
— ¿Cuándo comenzaría con el trabajo?
El ojimiel lanzó una mirada a su tío. Debía recordar el trato que hicieron antes de entrar a la sala de nuevo. Quería un fin de semana libre para invitarla a salir. Cobrar la cita que le debía desde la noche en la feria. Chris entendió su expresión de asesino en serie.
—Desde el Lunes al medio día.
—Está bien, le aseguro que estaré puntual.
—Bien, entonces creo que estás contratada— Le dedicó una sonrisa radiante. Miró a su sobrino desde el mueble— Ahora chicos, debo alistarme porque en dos horas tengo una cena con inversionistas. Fue un gusto conocerte ____. —Extendió su mano hacia ella que sin duda la aceptó para formar un saludo—. Jay, puntual en el trabajo.
—Si, Chris... siempre lo soy—Giñó un ojo. No, nunca lo era—. El lunes iniciamos con los establos y los caballos, quedará más limpio de lo normal.
—Eso espero.

  Jay y ___ se encontraron de nuevo dentro del auto jaguar de él. Ahora no solo le debía una cita a Jay sino un favor. Le estará agradecida hasta el fin del mundo por ayudarla a conseguir un trabajo más rápido que los autos de rápido y furioso. Observó la carretera por la ventanilla de su lado. La música de la radio sonaba en un tono medio alto. Si ___ podía mantenerse en silencio, él no. Jay dudó unos minutos en atreverse hablar de un tema con ella. No conocía mucho sobre ____ pero eso no evitaba de poder entablar una conversación. Podían hablar del glorioso beso que se habían dado o de lo primero que pensó ella de él cuando lo vio por primera vez.
—¿Te gustará limpiar el trasero de los caballos? —. Preguntó de repente rompiendo el total silencio que habitaba en la escena. Ella se encogió de hombros y frunció el ceño. Jay tragó saliva ¿Estaba segura o no?
—Tal vez —Por fin habló. Jay se relajó segundos después—. No creo que sea tan difícil.
—No lo es—. Aseguró firme.
—Entonces, creo que si me gustará.
—Te presentaré a Jordi— dijo él. No quitó en algún momento la mirada del camino. Era carretera y no quería arriesgarse o arriesgarla en un accidente por una distracción, aunque la mayor de todas estaba a un lado de él. ____.
—¿Jordi? —Se mostró confundida y curiosa.
Jay asintió en una media sonrisa:— Jordi es mi caballo favorito. Es hermoso. Te llevarás bien con él —. Aseguró. _____ dudó si sería tan buena como él en ese tema. Si no fuera el caso, solo se dedicaría a limpiar los traseros de los demás y el de las caballerizas.
Una hora después Jay se mostró intrigado, se juró ya haber pasado por el mismo lugar unas cuatro veces. Miró de nuevo el mapa en su GPS. Frunció el ceño y siguió avanzando. Una hora antes decidió ir por un camino más corto, tomando uno que indicaba su GPS llegaría más temprano pero se dio todo lo contrario. _____ observó el árbol del fondo. Uno fruncido parecido al que salió en la película del aro. Todo tenebroso y seco. En su asiento se acomodó. Hizo una coleta con su largo cabello y miró hacia Jay .
—Puedo jurar que ya hemos pasado por aquí.
—Hazlo. Porque hemos pasado por aquí mínimo unas cinco veces.
—¿Estamos perdidos? —. Atinó a preguntar, incrédula.
—No, no estamos perdidos —dijo él. Miró de nuevo hacia el mapa digital. Solo indicaba una línea que los llevaría a la carretera principal. La única que estaba era una deforme con monto por doquier. Su auto se quedaría varado si pisaba un hoyo. Y como si fuera un brujo, sus pensamientos acertaron. Intentó arrancar el carro pero era inútil avanzar. _____ bajó la ventanilla, sacó su cabeza y revisó los lados de la llantas.
—Se ha atascado la llanta trasera—informó, viendo la longitud y calculando la medida donde la llanta se había sumergido—. Yo no empujo.
—Yo menos—Repuso Jay. _____ lo observó enseguida. ¿Acaso había escuchado bien? —No me ensuciaré mi camisa favorita para empujar este auto—. Sí, había escuchado bien.
—¿Qué haremos entonces, tarado?
—Llamaré a la grúa —respondió como si fuera la más obvia de las respuestas del mundo. Sacó el celular de su bolsillo derecho del pantalón—. No tengo cobertura.
____ revisó el suyo—: Yo menos. Ni modo tendrás que empujar.
—¿Por qué yo? —Preguntó Jay. Bromeó pero quería discutir un rato con ella. Le encantaba ver cada una de sus expresiones cuando lo hacía.
—Porque tú eres el hombre aquí o más o menos.
—¿De qué hablas? Yo soy muy hombre. Te aseguro que soy el más hombre de aquí.
—Claro idiota, somos los únicos y te aseguro que yo no tengo pene.
Jay sonrió mostrando sus hoyuelos. ____ enarcó una ceja asegurando su triunfo. Él soltó un bufido y derrotado bajó del auto.
—Cuando te diga aceleras ¿de acuerdo?
Ella asintió. Se pasó al lugar del conductor y encendió el auto de nuevo.
—A la cuenta de tres— avisó Jay  desde atrás—. Uno, dos...
Antes de que pudiera continuar ____ aceleró. El lodo que había bajo las llantas llegó hasta la playera favorita de Jay y su rostro dejando a un hombre de lodo. El lado bueno, podía cumplir su sueño y sentirse negro.
— ¡Te dije a la de tres! —Exclamó. _____ soltó una risita desde el interior del auto. Lo había hecho apropósito—. Intentemos de nuevo, a la de Tres.
El lodo llegó a su camisa, otra vez. Esta vez logró escuchar la divertida carcajada por parte de ella. Con una sonrisa malévola rodeó el auto al lado de la puerta del copiloto.
—Dijiste tres— dijo ____ riendo. Vio por el espejo retrovisor, no encontró a Jay— ¿Jay, sigues con vida? —. Preguntó con una diversión en su voz. Sin obtener respuesta, bajó del auto. Pensó que se encontraría tirado en el suelo. Llegó hasta la llanta víctima pero no hubo rastros de él. Soltó un grito de película de terror cuando sintió los brazos fornidos de su compañero en su cintura. Ambos cayeron al suelo enseguida llenándose por completo de tierra.
—Estamos a mano—. Susurró en su oído. No sabía si enfadarse, pararse o golpearlo o quedarse tirada en el suelo siguiendo sentir las vibraciones que solo él provocaba en ella cuando sus pieles se tocaban. Jay empezó a reír de una manera incontrolable. La gota que derramó al vaso.
—¿Qué es lo que te hace tanta gracia? —estalló.— Me gustaría verte muerto.
La cara de él cambió por completo. Su risa dejó de escucharse y su mirada incrédula salió a flote —: Tú has iniciado esto— acusó él.
_____ se puso de pie. Limpió sus Jeans pasando sus manos de arriba abajo.
—Eres un inmaduro.
—Lo dice la chica que se divertía llenándome de lodo—Comentó sarcástico. Copió a ____ poniéndose de pie. Ella sintió sus mejillas arder. Tenía razón, ella había iniciado con ese juego de niños pequeños—Sube al auto, lo intentaremos de nuevo—. Su tono fue serio y molesto. Se había cabreado de todas las formas. Como un robot, ella hizo caso. Después de intentos fallidos uno fue el victorioso. Ahora estaban mugrosos, apestosos y llenos de lodo por todas partes.
De un momento a otro, Jay aceleró la velocidad. Sus celulares estaban muertos, habían perdido demasiado tiempo. Por el tono oscuro de la noche se podía asegurar que no pasaban de las siete. El resplandor de una luz de frente atacó sus ojos. Un carro se aproximaba a su dirección por el mismo carril, esta vez no era un juego por parte de él para obtener algo. Pitó varias veces. A unos cuantos metros, Jay maniobró, aceleró y giró hacia fuera de la carretera. Sus respiraciones se agitaron y sus corazones latieron velozmente.
— ¿Estás bien? —Preguntó él.
—Sí, ¿Tú?
—Eso creo, ¡Jesús! Creí que nos estrellaríamos.
—Jay, —Murmuró ella. Él volteó hacia su lado. Notó su comportamiento inquietante. Tenía miedo—. Lo que te dije... No me gustaría verte muerto.
Una sonrisa tierna se formó en su rostro. Quitó el cinturón de seguridad que lo protegía en su asiento, y la abrazó por su regazo. A él tampoco le gustaría verla muerta. —

A reason to smile -Jay Park y tuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora