Cap.22

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  Las luces de los autos deslumbraban sus ojos. Iba tan rápido. Solo quería llegar a casa, romper todo. Liberar su coraje. ¿Cómo pudo ser tan estúpido? El tiempo pasaba rápido. Aunque su cabeza quedó en la escena donde ella lo supo, el mundo seguía girando. Aceleró a toda prisa. Miró la calle principal, estaba a punto de llegar a casa. Se preguntaba una y otra vez que fue lo que hizo mal, aparte de mentirle. Cuando se imaginaba que ella se enterara, no se esperaba para nada que sucediera lo que pasó, si no diferente.
Estacionó el auto frente al departamento, bajó de inmediato. Lo primero que vio al abrir la puerta fue a los chicos viendo la televisión y Krystal platicando con Min So. ¿Qué hacía ella en Malibú? No le importó, subió velozmente las escaleras. Abrió la puerta de su habitación y la azotó tras él.
— ¿Por qué eres tan idiota, Jay Park ? ¿Por qué? —su primera víctima fue toda su colección de perfumes del estante. No le importó. Ella lo odiaba.
Su piel no quemaba, su corazón no se aceleró ni su cuerpo presionaba. Todo era normal y sin sentido. El enojo lo transmitía su rostro. Estaba enfadado. Estaba desesperado. Quería regresar el tiempo y corregir todo, quería regresar al momento en que tomó la decisión más estúpida de su vida. — ¡Soy un idiota! —Ahora lo que sonó fueron los discos de sus bandas favoritas.
Respiraba entrecortadamente, inhalaba, exhalaba. Miró su rostro en el espejo, no lo soportó y aventó un control de su consola en el centro de éste. Los vidrios se expandieron por todo el lugar. Le afectó. Le dolió.
Sus ojos se llenan de lágrimas, lágrimas que solo transportan coraje, enojo, desesperación y mucho miedo. Miedo a no verla de nuevo. De pronto unas manos lo toman por los hombros y lo llevan de vuelta a la realidad, volteó esperanzado en que sea _____ pero no lo fue.
—Jay— Le habló Min So. Solo lo estrujo entre sus brazos. Cuanto necesitaba eso. No pudo hacer algo más. Empezó a sollozar en su hombro, en el de su madre— ¿Qué pasa, cariño?
Él no respondió. Se quedó en silencio. Min So lo abraza más.
— ¿Por qué la gente llora cuando no sabe que más decir o hacer, mamá?
—Jay... —Susurró Min So.
— ¿Por qué, mamá? ¿Por qué no le expliqué?
—Oh Jay—Gimió Min So con tristeza— ¿Me quieres contar?
Él negó.
—Cariño, no puedo ayudarte si no me cuentas lo que sucedió.
Resbaló hacia el suelo. Su espalda se recargó en la base de la cama. Dobló sus rodillas y tomó su cabeza con sus manos. 

  —Cuando llegué a Malibú tuve la genial idea de ir una noche a la feria de la ciudad— Empezó a decir. Min So supo que debía solo escuchar. Así que se sentó a un lado de él—, me iba a formar para subir a mi juego mecánico favorito, entonces vi a una chica hermosa. Era como un ángel. —Embozó una sonrisa amarga—, tuve la idea de hacerle creer que yo estaba antes que ella cuando se formó. Sus ojos se encontraron con los míos por primera vez y fue como si supiera que ya la quería. Le propuse que saliéramos en una cita, pero huyó de mí. De verdad me dio gracia. Jamás una chica lo había hecho. Cuando llegó Zico me convenció de jugar en el partido de basquetbol en su equipo. La volvi a encontrar y aunque ella trató de esconderse de mí muchas veces, sabía que estaba ahí. No quise desperdiciar la oportunidad, así que cuando el partido terminó la esperé a que se fuera. Insistí en llevarla a su casa cuando me topé con ella. Salimos. Poco después me enteré que su hermana pequeña tenía una enfermedad, necesitaba un empleo para ayudar a su tío ya que lo despidieron.
—¿Sus padres? —Atrevió a preguntar Min So.
—Fallecieron en un accidente.
—Oh.
—Quise ayudarla, así que fui con mi tío Christian para ver si tenía un lugar en la hacienda para ella. Después de tanto suplicarle, accedió. Ella empezó a trabajar conmigo.
—Jay—Interrumpió Min So— No lo entiendo hijo, ¿Cuál es el problema?
—¡Le mentí, mamá! —Exclamó enojado—, le hice creer que yo era un trabajador más. Le dije que mi abuela me quería como un hijo porque trabajaba para ellos hace mucho tiempo.
—¿Por qué no le dijiste la verdad?
—Tenía miedo— Susurró avergonzado. —Pensé que si le decía que trabajábamos para mi familia ella me trataría diferente. Quería ser yo mismo. Últimamente las personas solo se acercan a mí porque quieren un favor.
—La amas.
—No lo sé mamá.
—Jay, no fue una pregunta. De verdad la amas —Aseguró.
—Pero ahora ella me odia.
Jay se quedó rígido. ¿La amaba? Bueno, debía reconocer que su mamá lo conocía más que él mismo.
—Hijo, siempre te he enseñado durante estos años que debes luchar por lo que quieres— dijo Min So— Así que irás con esa chica y le dirás todo lo que me dijiste. Ella debe saber que la amas.
—No puedo, mamá.
— ¿Por qué?
—No quiere verme, de nuevo. Me lo advirtió.
Min So se puso de pie. Caminó por toda la habitación. No podía ver más a su hijo en esa situación. Debía hacer algo. —Hablaré con ella.
— ¿¡Qué!? ¡No! —Exclamó Jay.
—Entonces tú lo harás. — Señaló— Promételo, Jay.
—Lo prometo.  

A reason to smile -Jay Park y tuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora