A reason to smile -Jay Park y tu

Cap.10

  La noche era más oscura que lo normal. El olor de la lluvia mezclada con la tierra era penetrante. La luna estaba en su última faceta. Blanca, hermosa. Quitó sus zapatos y ropa. Sacó su pijama que solo era una camisa holgada y larga que le llegaba a la mitad del muslo. Cepillando su cabello tomó asiento en la orilla de la cama. Sus pensamientos vagaron a los recuerdos del día de hoy. Ya tenía empleo.
La puerta de su habitación sonó al cerrarse fuertemente. Madison estaba frente a ella con su pequeño osito 'Azulito' ____dejó el cepillo en la mesa de al lado. Sonrió y estiró sus brazos para abrazar a Madison.
— ¿Qué ocurre? —. Preguntó con una bonita voz. Estrechó más a su pequeña hermana contra su cuerpo.
—Azulito te extrañó mucho— respondió Madison. _____ sonrió —. También yo ¿dónde estabas?
—Salí con un amigo.

  Madison se separó de sus brazos con una sonrisa. Ella quería que su hermana tuviera un novio para que este le comprara regalos, helados y la llevara al parque a jugar. En un brinco se colocó en la cama junto a su hermana. — ¿El chico de la feria? —Preguntó con una pizca de esperanza.

—Sí, él chico de la feria. Jay.
—Él me cae súper —confesó Madison— es muy guapo y quiero que sea tu novio.
____ rio.
—Si él no es tu novio, ¿Puede ser el mío?
—Bueno, eso tendrías que preguntárselo a él no a mí— Ella siguió su juego—, tiene un monito llamado Mally ¡Me odia! Pero es muy lindo, tal vez algún día te lleve a conocerlo.
— ¿Uno de verdad? —Preguntó Madison incrédula.
—Uno de verdad.
—A azulito le gustaría tener un nuevo amigo. ¿Cuándo me llevarás, ____?  

  —No lo sé. El lunes inicio a trabajar ahí... quizá en unos días más.
—Está bien— dijo Madison echándose el cobertor encima, abrazó a su pequeño osito—. Hasta mañana, ____.
Ella apagó la luz de mesa—. Hasta mañana, Madison.

Unos gritos de alegría en la parte de abajo la despertaron de su quinto sueño. Estirándose perezosamente salió de la cama. Miró su cara por el espejo ¡Horror! Una ducha rápida fue necesaria. Se inmutó a ver el reloj, no pasaban de las doce del mediodía. Bajó las escaleras haciéndose una coleta con su largo cabello castaño. Lo primero que vio fue a su tío Will leyendo el periódico en el mueble de la sala.
—Bueno días, ____.
—Buenos días ¿Madison?
El hombre señaló con la cabeza hacia el jardín. ____abrió los cristales corredizos. Su hermana se encontraba con dos niños casi del mismo tamaño que ella. ¿Quiénes son? Se preguntó. Frunció el ceño y entrecerró los ojos para poder verlos bien. Decidió acercarse a ellos.  

  —¡____! —Exclamó Madison, emocionada—, ellos son Su Jin(nena) y Jun Su(nene).
—Hola— Sonrió para ellos—. ¿De dónde conoces a tus amiguitos, Madison?
—Son mis hermanos— Respondió una voz gruesa y varonil detrás de ella. La reconoció ¡Oh dios! ¿Qué hacía él ahí? ¿En su casa? —Espero que no te moleste—, pidió entregándole unas paletas grandotas a los niños—. Las vinimos a invitar a un día de campo.
— ¿Un día de campo? —Atinó a decir ella.
—Mi papá me encargó cuidar a mis hermanos, él y su esposa saldrán a una comida con amigos. ¿Qué dices?
—¡Sí! Yo quiero ir, ___. Por favor.
—de acuerdo— dijo mirándolo—. Solo iré por mi bolso.
—Te esperamos.
Los tres niños y ellos ya se encontraban dentro de la camioneta con destino a un bosque turístico. De vez en cuando Jay llevaba a sus hermanos a pasar el día en ese lugar. Iban cantando una canción de Barney. Jay con cara de aburrimiento y ella con casi tapones en los oídos. En el pasado el muñeco morado había sido su ídolo pero ahora ya había madurado, o eso creía. Sus caras formaron una sonrisa cuando llegaron a la entrada del bosque. Era hermoso. Su vegetación, los animalitos que se paseaban por ahí. Jay estacionó el auto frente a un restaurant de turistas. Todos ayudaron a bajar las cosas. La canasta, las sábanas, los refrescos.
—Nuestro lugar es la sección ocho— Jay le dijo a sus hermanos. Ellos asintieron y emprendieron el paso—. No se aparten tanto.  

  —Somos grandes, Jay —Exclamó Su Jin, frustrada. Madison caminó junto a los pequeños. ____ se quedó atrás con Jay para vigilarlos a ellos.
— ¿Cómo es que nunca había venido aquí? —Preguntó ella maravillada. Jay observó el placer que le estaba produciendo ver aquello—, he vivido casi toda mi vida aquí y nunca supe de esto.
—Yo me enteré por mi abuelo —Confesó Jay , aún seguían caminando. Llevaba en su brazo la canasta. Agradeció porque aún no se entumía, a decir verdad no pesaba tanto como las otras veces—, hace tres vacaciones atrás me trajo junto a mis amigos y los de él. Fuimos a pescar cerca de aquí.
—¿De verdad? —Preguntó. Los niños estiraron una sábana de cuadros en el suelo—, creo que es aquí.
—Sí, espero que sepas como crear una fogata— Le dijo riendo, pasó a un lado de ella y dejó la canasta en el suelo. Empezó a ayudar a los niños a estirar la gigante sábana—, peques, yo me encargo de esto. Mientras ustedes vallan por varitas y troncos para la fogata.
— ¡Sí! —Exclamaron todos juntos emocionados. ____ sonrió al ver a su hermana de esa manera. No salían casi de casa, Madison parecía comprenderlo pero ella en el fondo sabía que se moría por ser una niña como los otros chicos de su edad. Libres.
—Oh oh —Murmuró Jay. ____ frunció el ceño, se acercó a él—. Creo que se me ha olvidado algo.
—¿Qué es 'algo'?  

 — Se giró hacia ella—Algo no muy importante.
—Jay...
—La comida—Mostró su mejor sonrisa. No quería que ella lo golpeara o algo así. Se sintió estúpido. Si quería impresionarla con su tenaz responsabilidad perdió todos los puntos—. Podemos ir a pescar, no es tan difícil.
—Yo no sé pescar.
—Guapa, el maestro Park te enseñará.
Ella soltó una carcajada, él siempre tenía un plan si algo salía mal. Admirable. Los niños llegaron corriendo con palos enormes en sus brazos, los dejaron en el centro de unos troncos para sentarse.
—Peques, se me ocurrió una idea brillante y divertida.
—A su hermano se le olvidó la comida, moriremos de hambre.
—¿Moriremos? —Preguntó Madison preocupada.
—No cariño—, le dijo Jay—. Mi idea es ir a pescar ¿Quieren?
Su Jin y Jun Su negaron. Conocían a Jay. Si lo que quería era sobrevivir comiendo los pescados tendrían que esperar mil años a que Jay lograra pescar solo uno. Era el peor pescador del mundo.
Jay los miró con los ojos entrecerrados—Gracias por ser cooperativos. Los quiero, hermanitos.
—Eres malo pescando, Jay —Comentó Su Jin, tiernamente.
—El peor— exclamó Jun Su riendo.
—Recuerda que un día que vinimos con el abuelo lo único que pescaste fueron tus calzones que se te perdieron cuando entraste a nadar.
Jay se puso rojo de vergüenza. ____ empezó a reír de una manera incontrolable. Entonces paró cuando una imagen de un Jay desnudo mostrando todos sus tributos apareció en su mente.
—Niños, no sean tan malos con su hermano—dijo ella. Caminó hacia su bolso y sacó una bolsa con platos desechables—. Yo he traído hamburguesas que preparé en la noche. Las calenté antes de venir.
De un momento a otro, todos se encontraban comiendo. Se organizaron sentándose en círculos sobre la sábana. En medio pusieron las bebidas y los postres que no olvidó Jay . ____ miró raro a Jun Su cuando él empezó a hacerles preguntas a su hamburguesa.  

  — ¿Ocurre algo, Jun Su?
—Es que mi hamburguesa no me responde. Creo que está muerta —respondió el niño preocupado, golpeo su comida un par de veces más.
—Jun Su, cariño las hamburguesas no hablan.
—Si hablan— Contradijo Su Jin—. A Jay le habló una ¿Verdad, Park?
______ le lanzó una mirada interrogatorio. No podía creer que le dijo eso a sus hermanos, ahora Jun Su pensaba que todas sus hamburguesas estaban muertas o mudas por no hablarles. Ella cruzó sus brazos, esperó por la respuesta de él.
—¿Qué? Todos contaban historias interesantes —Se excusó— solo quería ser popular. —Finalizó haciendo pucheritos y fingiendo tristeza.
—Eres un tonto... —Acusó ella entre risas—, Jun Su solo comete la hamburguesa, no está muerta.
El pequeño asintió y dio la primera mordida.
—¡Jun Su se comió un cadáver! —Comentó Su Jin a Madison. El pequeño rubio se asustó y empezó a llorar.
—No es cierto, Jun Su. La hamburguesa no estaba muerta. ¡Jay haz algo! —Pidió desesperada. La única ayuda que obtuvo fueron las risas inmaduras por parte de él. Lo bueno que tenía diecinueve años. —