Desperté con un fuerte dolor de cabeza, de esos que te palpitan ¡Ag! Mis ojos estaban medio abiertos, aún no me podía acostumbrar a la luz del cuarto. Poco a poco fui abriendo los ojos, dándome a ver que estaba en mi habitación y que Antonio estaba a mi lado.
—Buenos días borrachita- dijo en un tono leve, pero lo sentí como un grito justo en mis tímpanos, frunci el ceño y me rasqué la cabeza.
—¿Qué hora es?- pregunté sentándome en la cama.
—Las 8:30 am- dijo revisando su reloj, yo tapé mi cara un tanto avergonzada, no quería que mi hermanito me viera así.
—¿Cómo llegué aquí?- pregunté y él rió, ganándose un golpe de parte mía.
—Bueno, como a las 2:30 de la mañana escuche ruidos, fui a revisar pensando que era papá pero eras tú, te ayudé a llegar a tu habitación, te cambié de ropa mientras tu reías y jugabas con mi cabello, y luego te acostaste y dormiste; poco después llegó papá- dijo y yo fruncí el ceño, odio esta sensación de mareo.
Hablando de mareo.
—Ya vengo- dijo como podía, corrí al baño y comencé a vomitar, Antonio llegó y me sostuvo el cabello mientras yo botaba hasta mi alma a través de mi boca. Me limpie y me levanté del piso con ayuda de él.