No recuerdo como llegué, pero llegué. Me sentía... Extrañamente feliz, hiperactiva y, con un par de copas, mareada. Abrí la puerta de la casa y traté de no hacer ruido, caminaba despacio y en silencio, pero se cayó una lámpara y arranqué en risas. Pronto las luces se prendieron y con ellas trajeron a mis padres y a mi hermano completamente asustados. Mi madre me miraba molesta, me tomó del brazo fuertemente y me arrastró a mi cuarto, yo me quejaba por su agarre pero me hizo caso omiso. Cuando llegamos a la habitación me tumbó a la cama, yo me quejé pero me seguí riendo hasta que sentí su golpe.
-¿Así crees que debería llegar una dama? ¿A estas horas?- dijo llena de furia, yo la miré dolida, mi madre niña me había tocado.
-Tal vez no soy una "dama"- dije y ella frunció el ceño.
-¿Qué te crees? ¿Crees que te ves "genial y madura" haciendo esto? - dijo utilizando comillas- Te ves patética y estúpida pensando que así te querrán ¡Perdiste a María, Henry y Pedro! ¡Tus verdaderos amigos! Sólo por tus caprichos, he soportado mucho Lauren pero esto no puede seguir ¡Mirate! Estás drogada, ebria y vistes como prostituta ¡¿Qué pensaran los vecinos?! ¡No puedes dejarme en vergüenza Lauren! Debes madurar... Sabes qué, has empezado a actuar así desde que te juntas con esas dos que tienen pinta de locas y lesbianas ¡Son mala influencia Lauren! Te prohíbo juntarte con ellas, ellas te convirtieron en esto ¿Dónde está mi Lauren? La que era amable, nunca llegaba a las 4:00 am y la que no se juntaba con ese tipo de gente ¿Dónde?- dijo mirándome fijamente a los ojos, podía sentir las lágrimas asomarse pero no las dejé salir.