Capítulo IV

765 97 52
                                    

La junta en pocas palabras fue un éxito, claro sin recalcar las miradas acosadoras que existían entre mi "jefe" y la pelirroja Danielle. Gracias a esos actos no pude dirigirle la palabra a Víctor desde que terminó la junta.

Hoy es un día nuevo, al parecer el licenciado amaneció de buen humor y su oficina es aturdida por música rock.

Un misterio más de mi querido jefe; le gusta la música y no tan sólo la música, el rock.

Nunca fui gran fanático del rock alternativo o sus derivados. Pero por desgracia tenía una hermana menor que sufrió la fiebre del rock.

De pequeños era desesperante tener que escuchar esa música más los gritos alocados de mi hermana menor que saltaba de sofá en sofá tratando de seguir la letra, pero con el paso del tiempo te vas acostumbrando y dejas que la música fluya en ti.

Los tatareos de Víctor llamaron mi atención. Al parecer le gustaba cantar porque no se enfocaba en los solos de guitarra o la batería, sólo en los tonos graves de la voz principal. 

Solté una risita al ver como el moreno tomaba un bolígrafo como micrófono y empezaba cantar.

-No sabía que le gustaba la música. -Hablé sin interés dejando el libro que estaba leyendo.

-Oye, sé que soy un licenciado pero me gusta divertirme así. -Contestó sin perder la tonada de la canción.

Rodeé los ojos. Al parecer el licenciado me tenía como un chico aburrido y haciendo de su vida un tabú, pero yo también me divertía, tal vez no de la mejor forma pero para mí, era divertido.

-Por cierto, deja de hablarme de usted. Tutéame. -Ordenó con seriedad.

-No, es mi jefe, no mi amigo. -Contra ataqué enarcando una ceja.

-Y, ¿No me puedes darme una oportunidad? -Cuestionó.

-No lo sé. -Contesté sin importancia.

-Vamos, sé que seremos grandes amigos. O más bien tenemos que ser amigos para hacer el trabajo mucho mejor. -Propuso con una pequeña sonrisa juguetona.

Una cosa más descubrí, su hipocresía sobre pasaba mis límites. Pero era una buena forma, podríamos ser amigos y después atacaré a todos sus demonios.

Porque sé que el karma no existe.

-Está bien. -Murmuré tomando otro libro. -Sólo tengo que advertirle que soy un pésimo amigo.

-Deja de hablarme de usted.-Reprochó. -Y no, no creo que seas pésimo.

-Ajá. -Rodeé los ojos.

-Bueno, para que veas que soy un grandioso amigo, te voy a dejar salir diez minutos antes a tú hora de comida y tienes otros diez minutos de tolerancia para llegar. ¿Qué tal? -Dijo con entusiasmo.

Dejé soltar un suspiro. Desde pequeño odiaba los recesos u horas de comida, y no era que odiaba comer, sino más bien, no tenía con quién comer.
Al inicio era algo que me hacía sentir mal pero con el paso del tiempo me acostumbré de esa mierda de comer solo en el baño o sentado en algún lugar lejano de las personas.
Y sí, de ahí deduje que era un pésimo amigo porque nadie quería juntarse conmigo.

-Bien. -Contesté después de un rato enfocando mi mirada en el libro.

*

Me sorprendió que haya cumplido su promesa más el hecho de que se comportó conmigo de una forma que dudaba de su existencia.
Al parecer cuando se propone algo lo cumple y no digo que esté mal, sino que ejerciera más seguido su buen humor.

King For A Night || KellicWhere stories live. Discover now