Capítulo XI

715 84 36
                                    

No sabía realmente si había tomado una buena decisión pero era la primera vez que dejaba de pensar con su cerebro para pensar con el corazón.

Después de haber tenido una buena charla con Víctor, había decidido mantener el secreto o al menos por ahora.
No podía imaginarse en la oficina sin ver a Víctor, ni mucho menos ver como rompía su relación con su hermano.

Tenía que esperar un buen momento para pensar una buena forma para inculpar a Danielle sin que Víctor salga perjudicado. Era un tanto difícil pero sabía que con ayuda de él y de Sophia, pondrían hacerla caer de su imperio.

Había sido raro dormir con alguien en la mente esa noche. Jamás se había sentido de una forma así, antes lo aterraba pero ahora lo tomaba como algo natural.

Tenía tantas ganas de salir corriendo de su casa para buscar a Víctor y dormir junto con él, pero bueno aún no era nada oficial e iban demasiado rápido.

No tenía ni la mínima idea de lo que sentía por él, ni mucho menos sabía si iba a funcionar. Aunque no quería parecer pesimista la idea de que todo iba ir mal apareció en sus pensamientos. 

La verdad no tenía ni la intención de arruinarlo pero sabía que su falta de romanticismo lo iba a estropear. 

-Buen día. -Saludó su madre entrando a su habitación. 

-Hola mamá. -Contestó Kellin sentándose en una orilla de su cama. -¿Qué tal tu día?

-Bien, hasta ahora. -Sonrió su madre. -Baja a desayunar, ¿quieres?

-En un minuto bajo. -Sonrió de lado. 

Su madre giró sobre sus talones y se retiró de la habitación de su hijo.

Talló su rostro con ambas manos y observó el suelo de su habitación por un largo rato. Se levantó para ir a buscar algún traje normal y se metió a la ducha sin muchos ánimos.

En unos minutos ya se encontraba bajando las escaleras de su casa para desayunar con su familia. 

El olor exquisito de su madre cocinando era algo que siempre amo desde pequeño y a pesar de que su madre no era una experta en la cocina hacia los mejores platillos para su familia.

Se sentó a un lado de su hermana y espero que su madre llegara con el desayuno. 

Su padre se encontraba en el extremo de la mesa leyendo algún artículo en el periódico. Kellin bajó su vista al plato vacío que estaba enfrente de él buscando algún tema   de conversación.

-¿Qué lees? -Se atrevió a preguntar el ojiesmeralda.

-Nada en especial. -Contestó su padre doblando el periódico y dejándolo sobre la mesa. -Y tú, ¿Qué tal el trabajo?

Kellin tragó en seco y buscó alguna forma para que sus palabras no salieran hechas un hilo de nervios.

-Pues...

-¡El desayuno está listo! -Exclamó la madre del pelinegro que salía de la cocina con una bandeja en sus manos. -Un buen pan tostado para todos.

El pelinegro sonrió gustoso al recibir su porción de comida y antes de que su padre volviese a preguntar sobre su trabajo, comió lo más rápido para irse al banco.

*

El banco no estaba tan lleno como comúnmente estaba, pero no le prestó atención alguna. A veces la gente prefiere pagar sus deudas hasta el último momento.

Tomó el ascensor que lo llevaba hasta su oficina y que a pesar de que había trabajado ahí ya más de cinco días estaba más emocionado que nunca. 

Sentía el revolotear de las mariposas en su estómago y el palpitar de su corazón al tope. El timbre sonó como  siempre y empezó a caminar por el pasillo.

Las personas seguían ahí tan común como siempre. Entró a su oficina encontrándose con un chico de cabello negro que yacía noches que le quitaba el sueño sentado en una de las sillas leyendo un libro.

Al escuchar el cerrar de la puerta este cerró el libro con rápidez y se levantó de su asiento observando como el castaño se acercaba a él para depositar un casto beso sobre sus labios.

-Buenos días, Kell. -Saludó su jefe caminando hasta su asiento y dejando su portafolio sobre su escritorio.

-Buenos días. -Sonrió el pelinegro con un pequeño sonrojo en sus mejillas. 

-Llegaste temprano. -Comentó el castaño abriendo su portafolio.

-Ah, sí. -Habló el ojiesmeralda. -No había tráfico.

El mayor no contestó y empezó a sacar varias hojas de su portafolio. El pelinegro tomó asiento en la silla donde estaba y tomó de nuevo el libro que estaba leyendo.

-Víctor... -Llamó el pelinegro al castaño.

-¿Quieres dejar de decirme así? -Cuestionó el mayor con reprocho. -Cada vez que me llaman así, siento que están enojados conmigo o que voy a recibir un buen regaño.

-Entonces, ¿cómo quieres que te llamé? -Rodó los ojos el ojiesmeralda. -No esperes que te diga amor o cosas así. -El mayor soltó una risita.

-No seas tonto. -Sonrió el mayor dejando sobre la mesa la hoja que previamente había estado observando. -Vic, así me dice mi familia o amigos.

-Pero no soy de tu familia, ni soy tu amigo. -Comentó el menor volviendo a retomar su lectura.

-Pero Vic suena bien. -Se defendió. 

-Como quieras, Vic. 

El castaño rió entre dientes y siguió examinando cada hoja que había en su portafolio. Cuando había terminado con cada hoja se dedicó a observar a Kellin que entretenido en su lectura no había notado la mirada de su jefe.

Amaba como sus ojos se movían al leer cada párrafo y como a veces su boca se torcía. Se dedicó a observar cada detalle del rostro del ojiesmerala que seguía en su constante lectura. 

Sus labios eran rosados, lo suficiente para destacarse en su rostro. Su nariz era redonda en la punta y sus ojos tenían ese brillo tan suficiente para quedarse una eternidad buscando el significado de su brillo.

-¿Quieres decirme que significa "Porque cuando hay un cielo sobre ti, hay un infierno bajo de mí"? -Cuestionó el ojiesmeralda cerrando el libro.

-Fácil. -Sonrió el castaño levantándose de su lugar. -Es el pensamiento que el libro te quiere dar. -Tomó el libro de las manos del pelinegro. -Cuando Jane está en la cima de todos su sueños, Dustin tiene un montón de problemas en su vida, y por eso jamás pueden amarse en paz.

-Pero técnicamente Dustin es el que provoca los problemas. -Comentó el ojiesmeralda. 

-No, porque cuando uno está enamorado trata de que la otra persona esté más que feliz y así descuida su alrededor hasta incluso su propia felicidad. -Comentó dejando el libro en el estante. -Y corres todos los riesgos que necesitas, sólo por amor.

-Qué estupidez. -Murmuró el ojiesmeralda. -Si ves que una persona te hace daño, ¿por qué sigues ahí?

-Por amor. -Contestó el mayor. -Incluso no importa el daño que te haga, todo lo harías porque no te aparten de esa persona. ¿No lo crees? -Tomó la mano del pelinegro haciendo que sus miradas se conectaran.

-Sólo por amor. -Murmuró el menor para si mismo. 

**'''*

Este capítulo no tiene sentido, o al menos para mí but aquí empieza una bonita historia. 

En unos dos capítulos va a reaparecer Danielle así que no se acostumbren a los bonito.

Xo, Jaaz.

G R A C I A S

King For A Night || KellicWhere stories live. Discover now