King For A Night || Kellic

Capítulo XXII

¿Puedes dejarme?
¿Deberías dejarme?
¿Quieres dejarme?

Si tú te vas...

Sentía unos enormes nervios, su mente no dejaba de darle vueltas al asunto. Le había dicho a Kellin que él debió de acompañarlo a su casa porque a pesar de todo una relación es de dos, y ambos tenían que enfrentar todo juntos, ¿no era así?

Jugaba con su bolígrafo para al menos mantener sus manos ocupadas y no hacer la gran idea de llamar a Kellin, porque éste le había dicho que lo mejor era no mantener comunicación hasta que llegara a la oficina pero su estúpida paciencia no era la mejor del mundo, y estaba muriendo con cada segundo que pasaba.

Lo que había pasado era algo bastante agridulce. Después de que hicieron el amor, Kellin se quedó a dormir a casa de Vic olvidando por completo su familia, tenía que aceptar que había sido la noche de su vida porque había dormido con la mejor persona en el mundo. Pero la magia terminó al día siguiente, ya que Kellin tenía treinta llamadas pérdidas de su madre y un montón de mensajes de sus padres para saber de su paradero. 

Ambos trataron de idealizar una excusa mil porciento creíble pero nada era lo suficiente bueno, así que Kellin aseguró que lo mejor era decirle de su relación. Vic le había dicho que no era necesario, que podían crear una excusa pero el ojiesmeralda le convenció de que todo iba a estar bien, que sus padres lo tomarían muy bien.

Pero él no le creía así. Además se sentía tan estúpido porque había dejado ir a Kellin solo, ni siquiera tuvo el valor necesario para convencer a su novio para irse a presentar con sus padres.

  —¿Licenciado? —Cuestionó Sophia entrando a la oficina de Vic.

—¿Qué sucede? —Respondió Vic dejando el bolígrafo sobre su escritorio.

—El licenciado Michael lo llama. —Indicó Sophia.

Vic soltó un respiro. No estaba de humor para hablar con su hermano.

—Ya voy. —Se levantó de su asiento.

—Con permiso. —Sophia se retiró sin esperar respuesta de Vic.

El castaño acomodó su saco y observó su móvil para asegurarse de que Kellin no había manando ni un mensaje. Suspiró y empezó a caminar hacia la oficina de su hermano.

No tenía la más mínima idea porque le hablaba, pero estaba seguro de que tal vez eran cosas del trabajo. Aún así, no podía preocuparse por su trabajo o por otras cosas, ahora lo que más le importaba era saber lo que había pasado con Kellin, y con los padres de éste.

—¿Puedo pasar?—Cuestionó abriendo la puerta de la oficina de Mike.

  —Adelante. —Respondió Mike dejando de teclear sobre su computador.

El castaño se adentró en su oficina y cerró la puerta a sus espaldas. 

—Amanda llamó. —Habló Mike. —Me dijo que hace poco fuiste a verlos. —Vic tomó asiento enfrente de su escritorio. —¿Por qué no me dijiste?

—Pensé que no querías ir... —Contestó simple. —Después de lo que pasó... no lo sé, lo supuse. —Se encogió de hombros.