C a p í t u l o 35. . .

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5 meses después.
El día de hoy, mi hermano estaba cumpliendo 2 años, le organizamos una fiesta en el patio de mi casa, era grande, así se pudimos invitar a muchos niños de su edad. Cada día era más notorio que estaba embarazada, pero ya no tenía que ocultarlo, yo misma lo grite a los cuatro vientos. Hasta Mario lo sabía, pero lo único que nadie sabía era quien era el papá, todos pensaban que era Juanpa, ya que llevábamos 7 meses siendo novios.
El show termino, todos los niños corrían por el jardín, esto era realmente hermoso, esta fiesta es por el cumple años de mi hermano, no me imagino cuando cumpliera años mi bebe. Era increíble como todo había pasado. Lo más impresionante era que Mario estaba presente en la fiesta, después de el que hablara con Juanpa todo se solucionó y nos volvimos amigos.

—Amigos y familiares —anunció Juanpa, rodeándome de la cintura—. Hoy, frente a todos ustedes quiero hacerle una propuesta a Lacey. Creo que todos ustedes saben cuando amor le tengo a Lacey; infinito. La amo como no tienen idea, y es por eso que el di hoy quiero hacerte una pregunta muy importante. —Se arrodilló frente a mí y sacó una cajita color negra—. Sé que es un poco apresurado pero no puedo aguantar más. ¿Quieres casarte conmigo?
Me tomo unos segundos tomar la decisión correcta.
—Juanpa... Si, si quiero casarme contigo.
Se levanto, me abrazo y beso. Lentamente introducirlo el aniño en mi dedo... Quedaba a la perfección.
—Te amo.
—Yo te amo más —le asegure.
Lo abrace lo más fuerte que pude. Todos nos empezaron a felicitar y a abrazar.
–¿Estás segura? —preguntó Emma, abrazándome.
—Si... Es lo mejor.
–Lacey, cásate porque tú quieres no porque sea lo mejor para los demás.
—Estoy cien por ciento seguro de que me quiero casar con Juanpa.
—Te quiero, y solo quiero lo mejor para ti.
—Esto es lo mejor para mí.
—Eres lo mejor que me ha pasado, futura esposa –dijo, rodeándome la cintura con sus brazos.—Te prometo hacerte muy feliz, a ti y a nuestro bebe.
Nuestro bebé. No es tuyo...
—Gracias Juanpa. —Sonreí.
—¿Estás bien?
—Si, solo que esto es un poco loco...
—¿No te quieres casar conmigo?
—No, claro que me quiero casar contigo, solo que nunca me lo imagine.
—Pues hazte la idea, ahora eres mía y solo mía.
Reí. Alguien me empezó a jalar la parte inferior del vestido, era una niña pequeña, de cabello largo y rubio amarrado en dos colitas altas, tenía puesto un vestido esponjado color rosa.
—¿Qué pasa, pequeña? —pregunté tiernamente acariciando le la mejilla.
—Quiero hacer pis.
—Oh, vamos.
Reí y la agarre de la mano, entre a mi casa, subí las escaleras y la encamine al baño.
—¿Me esperas?
—Claro, princesa.
Imagine que un día así tendría a mi pequeña hija, aún sin conocerla, ya la amaba. Me recargue en la pared, subir las escaleras había sido algo agotador, con el embarazo se me dificultaba subir y bajar con facilidad. La pequeña termino de hacer sus necesidades y salió, justo cuando abrió la puerta escuche que le pegaban a la pared junto con un llanto muy lejano... Cruce el pasillo y me acerqué un poco a mi puerta. Efectivamente, el sonido salía de mi habitación.
—Nena, ¿puedes bajar sola? —pregunté, susurrando.
—Si...
—Ahorita te alcanzo ¿si? —Asintió—. Baja con cuidado.
Cuando estuve segura de la niña ya estaba en el patio, abrí muy lentamente la puerta. Alguien estaba sentado al otro lado de la cama, dándome la espalda, tenía los hombros encogidos y parecía que estaba llorando. Me acerqué, sin aún saber quién era. Estaba a unos cuantos metros, entonces fue cuando lo reconocí.
—¿Estás bien? —pregunté, sentándome a su lado.
—No deberías estar aquí. Ve abajo.
Lo mire, en sus ojos podía notar la tristeza pero su voz sonaba fría, sin sentimientos,  sus lágrimas caían sin parar.
—¿Qué te pasa? Habla conmigo, cuéntame.
—Te vas a casar.
—Mario...
—No digas nada, me largo.
Se levanto, pero esta vez yo fui la que lo detuve.
—Quédate.
—Tu futuro esposo te esperando.
—Tu y yo tenemos que hablar.
Camine a la puerta y la cerré con seguro para que nadie nos molestará.
—Juanpa te estará buscando, creo que es mejor que vayas...
—No saldré de este cuarto hasta que hablemos.
Me senté, él se quedó parado. Lo jale del brazo y lo obligue a sentarme a lado mío.
—¿Por qué eres así conmigo?
—¿Cómo? —pregunté.
—Justo cuando trato de olvidarte, de sacarte de mi cabeza y de mi corazón vuelves con tu sonrisa radiante, tu mirada, tu voz, vuelves a aparecer en mi vida. Al parecer nunca me podré olvidar de lo nuestro.
—Te quiero.
—¿Solo eso?
—¿Por qué estabas aquí? ¿Por qué estabas llorando y pegándole a la pared?
—¿No es obvio?
—No.
—¡Te casarás con Juanpa!
—Lo siento...
–¿Por qué? ¿Por qué aún te sigo amando e incluso más? ¿Por qué te casarás? ¡Disculpa aceptada, cariño!
—Mario no tienes porque ser sarcástico. Yo lo siento, y mucho, pensé que ya habías olvidado lo nuestro.
—¿Tú lo hiciste?
–Mentiría si te dijera que sí.
—¿Entonces por qué te vas a casar con el? Te apuesto a que no lo amas.
—Sabes que si lo amo.
—¿Y sabes cómo me siento yo? Imagínate tener que ver a la chica que más amo en esta puta vida al lado de otro chico y no poder ser más que un maldito amigo para ella porque ella ya no me ama a mi.
—¿Cómo mierda crees que me siento yo cuando te veo llorar por mí? ¡Me siento una mierda! Mario, yo nunca quise que lo nuestro terminara así, pero tú fuiste el que decidiste engañarme.
—¿Sabes qué ha sido insoportable para mí que todos me digan que me cambiaste por Juanpa?
—No.
—¡Entonces no compares lo tuyo con mío!
—Quería hablar contigo para arreglar las cosas, pero creo que no se va a poder.
Antes de que pudiera levantarme el me tenía agarrada de la cintura.
–Nadie sale de este cuarto haya que terminemos de hablar.
–Hemos terminado de hablar —afirme.
—Tal vez tú, pero yo no. -Hizo una pausa—. Desde que me levanto pienso en ti, eres lo que más amo en esta maldita vida. Todo el día solo hay un pensamiento en mi cabeza y ese eres tú. Todas las noches antes de dormirme me muero de rabia al saber que Juanpa te puede estar dando el calor que yo te daba, que él te está protegiendo y yo no, que él te besa y yo no. Y sé que ya te lo he dicho muchas veces pero te amo como a nadie.
—Si me amabas tanto ¿por qué me dejaste ir?
—Te amo y siempre voy a querer lo mejor para ti, y sé que yo no era lo mejor para ti, soy como una bomba, le hago daño a todo lo que está a mi paso... Pero eso no quita el hecho de que me muera de celos cuando te veo con el.
Reí y le acaricie la mejilla.
—Tu no eres una bomba, Mario.
—Si lo soy. Cuando explotó siempre daño a las personas que más amo. Esa es una de las razones por las que te deje ir, creí que era lo mejor para los dos, pero me equivoqué. Creo que me volví mas adicto a ti. Te necesito, y mucho.
—Cuando amas algo, nunca lo dejes ir.
—Y ahora me lo dices... Pero ya no importa, pronto volveré a México.
—¿Qué? Mario no hagas eso.
—¿Por qué no? Creo que este no es mi lugar.
—Este es tu lugar. No cometas una tontería, quédate.
—No, es mejor para todos que yo me vaya.
—Yo no quiero que te vayas.
—Dame una razón –dijo.
¿Le digo que estoy esperando un hijo suyo?
–Ya no me queda nada aquí, Lacey.
—Claro que si, te queda tu... —Me calló con un beso.
Era imposible resistirme a él, sus besos eran más que perfectos. Gemí cuando su lengua y la mía se encontraron. Se agarro de la cintura y me sentó a horcajadas de el. Estaba levantándome el vestido cuando lo detuve.
—Estoy embaraza —dije.
—Lo sé... Y Juanpa será el papá.
—En realidad...
—No tienes porque darme explicaciones, solo déjame besarte antes de que sea demasiado tarde.
Sonreí y volví a juntar sus labios con los míos.
—Pero prométeme que no te irás.
—Nunca. También te prometo que el día de tu boda estaré ahí presente.
Lo mire intentando descifrar diversión en su mirada, pero no encontré nada.
—¿Hablas enserio?
—Quiero verte feliz, ahí estaré.

Me di un gran beso, todo era tan perfecto pero a la vez estaba mal. Nos separamos cuando alguien tocó la puerta.
—Escóndete en el armario, y si escuchar que bajo no salgas luego luego porque pueden sospechar.
—Esta bien, te amo.
Me dio un beso corto y se escondió en el armario. Me acomode el vestido y abrí la puerta. Estuve agradecida cuando vi que solo era Emma.
—¡Te estábamos buscando!
—Lo siento, me sentí un poco mareada y me vine a recostar un rato.
—¿Ya te sientes mejor?
—Si. Bajemos.
Cuando bajamos las escaleras ella me detuvo.
—Se que no te sentías mal —dijo con una sonrisa.
—¿Cómo sabes que no?
—Lacey, llevo casi toda la vida de conocerte, se cuando mientes. Estás con Mario.
—Si, estaba con el.
—Y se estaban besando.
—Si...
—Y aún lo amas.
—Si. Digo no, no lo amo.
—No te mientas de esa manera.
—No me estoy mintiendo.
—Lo amas y lo sabes.
—Lo sigo amando, no lo negaré, lo amor con todo mi ser, pero ya estoy comprometida.
—Puedes romper el compromiso.
—Lo haré, tal vez. Joder, amo a Mario como no tienes idea.

N/A
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Disfrútenlo mucho porque este es en el penúltimo💔
Los amooo gracias por todo!❤️

¿Crees en los finales felices? (Mario Bautista) «HOT»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora