C a p í t u l o 27. . .

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Colgó.
—Lacey lo siento, pero lo tenía que hacer.
—No te disculpes, gracias.
Apoyó su mano en mi mejilla y se acercó muy lentamente hasta quedar a unos centímetros de mi. Su respiración chocaba con la mía. Baje la mirada a sus labios y el a los míos. Él mató todo el espacio que había entre nosotros juntando sus labios con los míos. Al principio me tense, pero a los pocos segundos me deje llevar por sus labios suaves y carnosos. Ese beso fue el más tierno que me han dado toda la vida, lento, sin presiones, pero con pasión como si quisiéramos recordar el sabor de nuestros labios.
—Lo siento. —Pego su frente con la mía y continuó hablando—. Lo siento, pero lo tenía que hacer, aunque fuera por una vez, lo necesitaba.
—No te disculpes, yo también lo necesitaba.
—Te quiero como a nadie.
—Y yo a ti.
—Creo que tengo que decirte la verdad.
—¿Qué? —Me despegue un poco de él, pero me agarro de la cintura evitando que me fuera.
—La verdadera razón por la que me fui de tu casa es que no soportaba la idea de que tú y Mario estuvieran juntos de nuevo, no podía, por más que lo intentaba.
Lo agarre de los hombro y lo abrace.
—Eso es muy tierno.
—No, es algo muy egoísta.
—¿Él que? ¿El quererme cuidar de un idiota? Para mí eso es algo muy tierno.
—Pero una parte es un poco egoísta porque no me gustaría verte con alguien más.
Me separe de él y lo mire a los ojos.
–Quiero decir... No quería que alguien más te hiciera daño.
Asentí–. ¿Te quedarás conmigo esta noche?
—¿Quieres que me quede?
—Ayer no pude dormir por estar pensando en ti.
—¡Joder, debería de irme más seguido!
—¡No tonto! Me haces falta —susurre.
—¿Sabes cuanto me pone que me digas que te hago falta?
—¡Zurita! Arruinaste el momento.
—Ya, lo siento —dijo, riendo—. ¿Cómo vas con tu bebe?
—Pues me siento bien, en esta semana iré con el doctor.
—Espero que todo salga bien, ese bebe merece lo mejor.
—Gracias —le agradecí tratando de evitar que las lágrimas salieran.
—Ya no te sigas lamentando, no hay vuelta atrás, no te atormentes por el pasado ni te preocupes por el futuro, solo vive el momento.

***
Una semana después.
—¿Cómo está mi bebe, doctor?
—Bien, ¿ya quiere saber el sexo?
—Por favor, me muero de la emoción.
—Ya se puede levantar.
Hice lo que me ordenó.
—Felicidades Lacey, tendrás una hermosa niña.
Tendría a una niña, una hermosa niña. Las lágrimas comenzaron a salir sin que yo me diera cuenta. Emma me abrazo.
—Una niña. ¡Estoy hay que celebrarlo!
—Recuerden que no puede tomar alcohol ya que eso le haría daño a la niña.
—Por supuesto doctor, seguir al pie de la letra todas las indicaciones para que mi niña nazca con salud.

¿Crees en los finales felices? (Mario Bautista) «HOT»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora