Genio
Normalmente volver a Caliban no es tan malo como salir hacia el mundo de los humanos. Cuando otros amos han pedido su último deseo, he recibido con los brazos abiertos la cálida sensación del sol de Caliban bañándome, mientras su mundo se va desvaneciendo y el mío va apareciendo. De modo que, al llegar a Caliban, la sensación de envejecer se para de pronto con el primer aliento de aire limpio y fresco.
Pero esta vez lucho por aferrarme a Viola incluso después de sentir que me escurro. Noto el sol de Caliban en mi piel, pero me esfuerzo por quedarme en el frío patio trasero. Un rato más, sólo un rato más, pienso mientras inhalo el aroma a coco de su pelo. Pero ya no está, se ha ido, se han ido, ya no hay nada y estoy solo, con la vista clavada en la puesta de sol violeta y dorada de Caliban.
¿Cómo se vuelve a una estupenda vida que ya no se quiere?
Odio tener que quejarme. Al fin y al cabo, a pesar de todo, me encanta mi trabajo. Hasta me sigue gustando Caliban. Mi apartamento, las puestas de sol, los árboles, los pájaros, los otros genios de piel dorada... Es agradable volver a ser visible por fin para todo el mundo en el mismo sitio. Pero no hay estrellas, ni lluvia, ni ferias en el centro comercial, ni habitaciones «Flamingo Dream». Y tengo la sensación de que me falta un trozo, como cuando un juguete de plástico se rompe y queda un borde afilado.
Recuerdo cuando al principio Viola me hablaba de sentirse completa. Yo estaba completo antes de conocerla y ahora también.
Sí, es cierto.
¿Fue esto lo que sintió al perder a Lawrence? Porque ahora tiene sentido que no supiera qué pedir para sentirse completa otra vez. ¿Qué puede arreglarlo? ¿Qué podría hacerme sentir bien?
Cuando no estoy repartiendo flores, paso la mayoría del tiempo en mi piso, ignorando la cama deshecha y las paredes casi vacías. No es algo fuera
de lo común para un apartamento en Caliban. Los genios pasan más tiempo fuera que dentro de sus casas, puesto que para nosotros la experiencia es más importante que la nostalgia. ¿Y a quién íbamos a echar de menos? Casi nunca nadie se queda el tiempo suficiente para cogerle cariño. Y se supone que eso es lo que les gusta a los genios.
Me acabo de dar cuenta de una cosa: los genios son aburridos.
Más tarde, por la noche, unas semanas después de mi regreso, abro las puertas de mi balcón y me apoyo en la barandilla para contemplar la puesta de sol
Me asalta la impresión de que un compañero genio aparece detrás de mí, justo dentro de mi piso. No me muevo, tengo los ojos clavados en el sol bajo que hay delante de mí. No quiero hablar con él. Al continuar en silencio, el ifrit finalmente me habla:
—Deberías salir esta noche.
—No.
—Te irá bien.
El ifrit avanza y se apoya en la barandilla a mi lado. La ciudad a nuestros pies irradia vida nocturna. Las luces de las discotecas, el olor de los restaurantes preparando las cenas, el sonido de los genios riéndose y reuniéndose en las calles.
—No quiero. Lo siento —contesto mientras me doy la vuelta para apoyar mi espalda en la barandilla.
El ifrit suspira.
—Pensaba que ya se te habría pasado. Déjalo ya. Ella te ha olvidado. Sal y sustitúyela por una genio, alguien de los tuyos. Sigue adelante.
Niego con la cabeza. ¿Cómo puede saber tan poco?
—No puedo seguir adelante, ¿no lo entiendes? Aquí nada avanza. Aquí no puedo seguir adelante. No tengo piezas que añadirme, que cubran el vacío que la pérdida de Viola me ha dejado. Lo tengo todo paralizado, incluso el sentimiento de no tenerla.
—Se te pasará —insiste el ifrit.
—No quiero que se me pase —replico con los dientes apretados.
No me importa lo mucho que me duela. Si se me pasa, será como si nunca hubiera sucedido.
El ifrit me mira como si estuviera intentando captar algún rastro de cordura en mí.
—No tardarás en volver a la Tierra y quizás entonces puedas... «desbloquearte». Lo superarás y cuando regreses a tu normal...
—No volveré a la Tierra nunca más.
—Pero...
—No puedo volver sin querer verla —digo y me vuelvo hacia el ifrit—. Si voy, querré verla en algún momento. Si no la próxima vez, a la siguiente. Acabará pasando. Veré cómo cambia, cómo envejece sin mí, sin ni siquiera un recuerdo mío. Luego regresaré aquí, se detendrá el tiempo de nuevo, y cuando vuelva tendrá veinte, treinta o cuarenta años. No quiero volver más. Nunca será como fue ahora. Nunca más seré como yo fui ahora.
El ifrit niega con la cabeza y me mira como si tratara de averiguar qué ocultan mis ojos. Suspira y vuelve la vista hacia la ciudad. El sol está tan bajo en el cielo que no es más que una línea roja brillante en el horizonte.
—Mañana tienes una vista con los Genios Ancianos —dice el ifrit con voz de fracaso—. Infringiste las tres normas con demasiada frecuencia para que ellos lo ignoraran. Nos veremos allí.
Como fue el ifrit que presionó para mi regreso, está obligado a estar presente en mi vista. Asiento, despreocupado, y el ifrit desaparece. No me importan los Ancianos, no me importa lo que me hagan. Ya sabía que llegaría este momento.
Arrastro los pies hacia el interior y dejo las puertas del balcón abiertas para que los sonidos y los olores de la noche inunden mi habitación. Me enrollo en una manta azul marino y me tumbo en la cama, solo.
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Tres Deseos.
RomanceDesde que su novio terminó con ella, Viola ha pasado los días deseando en silencio volver a tener a alguien que la quiera y, lo más importante, volver a ser parte de algo. Hasta que un día, sin darse cuenta, llama a un genio de otro mundo, que se q...