Capítulo 11.

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Viola

Aaron ha quedado conmigo en la cafetería el lunes por la mañana. Me echa un brazo sobre el hombro y me pasa un vaso de capuchino para llevar. Me indica que me siente en una mesa donde hay varios miembros de la Familia Real. Una chica elogia mi chaqueta y otra me invita a ver una película este fin de semana. Estoy segura de que estoy sonriendo y riéndome como una idiota, pero no puedo controlarme.

—Participa en la exposición de arte —dice Aaron y me lanza una mirada de admiración.

—¿En serio? ¿Es difícil pintar y dibujar?—me pregunta una chica mientras revuelve en su bolso en busca de un pintalabios.

Maldita sea. Debería haberme puesto pintalabios. Ollie siempre lleva pintalabios. Recorro con la vista la cafetería para ver si localizo su piel dorada, con la esperanza pero a la vez el temor de que estará allí. Me pregunto si estará enfadada conmigo por haber robado su trono. Una oleada de culpabilidad me atraviesa al pensar que no la he visto desde la fiesta, desde que pedí el deseo...

—¿Viola?

La chica del pintalabios interrumpe mis pensamientos y vuelvo a la conversación.

—Es... ah —tartamudeo. No sé por qué, pero decirle a esta gente que pintar es ponerle pasión no me suena muy bien—. Cuesta saber si has hecho algo bien o no. Siempre acabas viendo sólo los fallos.

Unos cuantos asienten y Aaron me besa la mano.

—Hablando de pintar —añade—, ¿puede alguien ayudarme esta tarde con los decorados de Grease? Se suponía que debía ocuparme de ellos el domingo, pero tenía demasiada resaca.

Unos cuantos amigos suyos asienten y se ofrecen como voluntarios.

—Yo no puedo —digo, sintiéndome un poco culpable—. La verdad es que tengo que preparar mis cuadros para la exposición. El domingo estuve durmiendo todo el día y no pude venir al instituto.

Aaron niega con la cabeza.

—No te preocupes, guapa.

Me besa, esta vez en la boca, antes de que me dé tiempo a pensar, y se me ponen las mejillas coloradas. Estamos rodeados de mucha gente y no estoy segura de si estoy orgullosa por besar a Aaron o de si me avergüenzo de que todos nos estén mirando. ¿Y si se están preguntando qué hace Aaron Moor con una chica como yo? ¿Y si saben que es por un deseo? Aaron aprieta con fuerza mi boca hasta que cierro los labios y aparto la cabeza. Me dedica una amplia sonrisa y pasa su pulgar sobre mis manos.

—Perdona, me he dejado llevar.

El resto de la mesa se ríe antes de empezar una conversación sobre remedios para la resaca.

Todavía aturullada y roja como un pimiento por el beso, permanezco en silencio y finjo mostrar interés en una chica que se está acercando a todas las mesas de la cafetería. Lleva una caja de cartón azul, donde se lee en el lateral «Recauda Juergas». Creo que es de la banda del colegio. La chica me mira a los ojos y se dirige hacia mí.

No sé cómo se llama. No pega mucho con la Familia Real, no tiene arregladas las cejas ni lleva ropa extremadamente ceñida. Aun así, no parece intimidada, ni siquiera nerviosa cuando se acerca a la mesa. Pero sí parece frustrada, como si ya supiera que la van a ignorar o van a pasar de ella.

—Hola. La banda del instituto está vendiendo golosinas para ir a Filadelfia. A dólar el paquete. ¿Queréis comprar algo?

Nadie la oye, excepto yo, claro. La Familia Real continúa parloteando sin alzar la vista. Como si fuera invisible. La chica suspira y se vuelve hacia otra mesa.

Tres Deseos.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora