Viola
Me quedo mirando el lienzo. Falta algo y si espero lo suficiente, averiguaré lo que es.
Eso es.
Sonrío y salpico con pintura azul la tela, como si tratara de rasgarla con las cerdas de mi pincel.
—¿Todavía estás aquí? —pregunta Ophelia, que me sonríe desde la puerta.
—¿Llevo tanto rato? —Me vuelvo para mirar el reloj y suspiro cuando me doy cuenta de que son casi las siete. Estoy en el aula de dibujo desde que acabaron las clases—. Al menos he terminado este —digo y espero justificar las horas que seguramente debería haber usado para acabar mis deberes de Shakespeare.
—Creo que me gusta. Aunque es un poco escalofriante —opina Ophelia de mi cuadro, con la cabeza inclinada a un lado mientras atraviesa el umbral de la puerta.
El cuadro es atrevido y oscuro. Hay espirales negras como la noche, brillantes círculos dorados, y unas pinceladas azul real, que parecen de seda ahora que están secas. Todos los colores son importantes para mí, como si fueran parte de mí. Sin embargo, aún me cuesta combinarlos correctamente; es como si pertenecieran a un cuadro más grande que no viera con claridad. Creatividad, ¡vete tú a saber!
—Bueno, ¿necesitas que te lleven esta noche? Xander me viene a buscar —dice Ophelia mientras peina en una coleta su pelo color miel.
—No te diré que no —respondo.
Ir a la cafetería donde trabaja Lawrence se ha convertido en un ritual del viernes por la noche para mí y un puñado de alumnos de dibujo.
—Entonces nos vemos en la entrada del instituto. Tengo que ir a mi taquilla —comenta Ophelia.
Recojo mis cosas e ignoro el hecho de que tengo los vaqueros salpicados de pintura azul. De camino al armario del material, para guardar la pintura, veo un lienzo detrás de unos cuantos más en un caballete. Parece en blanco, pero entonces veo una rayita morada. Curiosa, dejo mis cosas amontonadas sobre una mesa y me acerco al caballete. Tiro los lienzos hacia delante y los apoyo en mis hombros para averiguar qué es eso de color fucsia.
Suspiro.
Por eso el departamento de arte siempre está sin un duro, porque la gente malgasta el material.
El dibujo es una cara sonriente con el pelo de punta de color morado. Nada más. Todo un lienzo para un monigote. Estoy a punto de poner los ojos en blanco y marcharme, cuando algo del cuadro tira de mí; un recuerdo, creo, pero no sé de qué recuerdo se trata. Sea como sea, acabo sonriendo de oreja a oreja a la cara sonriente... aunque al mismo tiempo me inunda una extraña sensación de vacío. Como si me hubiera olvidado de algo muy importante.
Qué raro. Sacudo la cabeza y vuelvo a colocar encima los otros lienzos, que cubren la cara sonriente.
—Parking Gratuito. Creo que eso significa que me debe todas sus fichas rojas, señor —le fastidio a Xander.
Me lanza una mirada asesina en broma y me pasa un montón de fichas del Conecta Cuatro. A todos los juegos de mesa de la cafetería les faltan piezas, así que tenemos que mezclar los restos en un solo juego y luego inventarnos nuestras propias reglas.
—Ten, puedes quedarte con mis fichas negras —ofrece Ophelia y le besa suavemente en la mejilla.
—No quiero tu limosna —contesta sin ser borde y ella entrelaza sus dedos con los de él cariñosamente.
—Yo cogeré tu limosna —dice Sarah Larson y da unos toques con sus uñas pintadas de turquesa sobre su montoncito de fichas. Le paso una de las mías y esboza una amplia sonrisa—. La limosna es mejor que nada.
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Tres Deseos.
RomanceDesde que su novio terminó con ella, Viola ha pasado los días deseando en silencio volver a tener a alguien que la quiera y, lo más importante, volver a ser parte de algo. Hasta que un día, sin darse cuenta, llama a un genio de otro mundo, que se q...