Capítulo X: Ronald

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RON:

Sentí el ya común gancho detrás de mi ombligo y la sensación de estar siendo llevado por la oscuridad. Caí de pie pero algo desestabilizado en una chimenea grade de piedra negra que parecía en desuso, sin embargo yo sabía que era frecuentada por la Red Flu.

-Weasley. Ronald Weasley- un hombre rechoncho con papada que parecía de sapo y un mullido bigote como el del tío de Harry estaba parado frente a mí, abriendo los brazos como lo hacía Dumbledore en el banquete de bienvenida- Que crecido estas...- pero con la diferencia que este tenía el pelo rojo. –Tu madre me aviso que vendrías hoy y quise darte la bienvenida. ¡Oh! Pero que despistado soy, déjame ayudarte muchacho, déjame ayudarte... - quito torpemente la pequeña valija que llevaba con una mano y con la otra me agarro en un fuerte abraso de oso. –Me han dicho que has venido a estudiar para Auror, junto con Harry Potter...- cuando nombro a Harry sus ojos viajaron fugazmente hacia la chimenea como queriendo tener la esperanza de que él apareciera a último minuto.

-El se quedo con Ginny tío...- dije quedamente. Sabía que él había venido más por Harry que por mí.

-Oh, claro claro... cierto que es casi de la familia el pequeño Potter-

-¿y tía Muriel?- quería cambiar de tema como fuera

-Oh, tu quería tía ha estado un poco enferma y se quedo en cama. Lamenta no haber venido ella también.-

-Créeme que yo también lo lamento- mi sonrisa irónica en los labios no lo notó.

Habían pasado alrededor de 6 o 7 horas desde que había llegado a la casa de Tía Muriel. Solo me quedaría unos días hasta poder instalarme completamente en mi nueva casa pero mi rutina por varios años seria ir de un lugar a otro en busca de arrastrados mortífagos que se negaban a aceptar su pena por haberse ido al lado oscuro.

-Chico... estas muy delgado. Tendrías que comer un poco- dijo tía Muriel desde el umbral de la puerta. –Aparte el-que-no-debe-ser-nombrado ya no está...-

-Voldemort, tía. Llama a las cosas por su nombre...-

-Oh, ya hablas como Dumbledore- dijo sonriente

-Pensé que Dumbledore no era de tu agrado- mis cejas estaban alzadas

-Bueno... por más errores que haya tenido, la pobre Ariana de verdad estaba enferma y su madre no era tan mala después de todo...- me molesto que Tía Muriel no dijera que ella se arrepentía de lo que había dicho hace tiempo. Solo asentí con la cabeza.

-Cualquier cosa que quieras Ronald, estamos en la cocina-

Pero yo no quería nada excepto hablar con Hermione, saber cómo estaba. Ya habían pasado 3 días desde mi partida y no me había enviado ni una sola lechuza; supuse que era porque Hermione cada vez que se enojaba simplemente parecía desaparecer del mapa. Suspire profundo y tome valor. A lo mejor, con un poco de suerte, ella contestaría a mi carta.

Saque un pergamino y tinta fresca de mi maleta y me senté en el raido escritorio que estaba al lado de mi mesa de luz, a la derecha de la cama.

Querida Hermione: 25_09

Lamento no haber podido escribir antes. El viaje en el tren fue algo largo y mi llegaba a la casa de tía Muriel un poco extraña. Pensé en escribirle a mi madre pero creí que sería mejor redactar estas pocas líneas a ti primero. Quiero que sepas que te extraño aunque solo hayan pasado unos pocos días y que tu nombre sigue sellado en mi corazón. Espero que podamos vernos pronto, creo que podre darme una vuelta por el castillo para informar a la directora McGonagall sobre algunas cosas que conciernen a la escuela. Harry también estará allí rondando para visitarte, por pedido mío, y protegiendo al castillo.

Irrevocable sentimientoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora