Demigods

Caleo

¿Sentía miedo? Si, claro que si.

El era diferente a todos los demás, mi amor por el no era por causa de mi maldición, no era igual. Se sentía tan diferente, tan... real.

Pero sabia en que consistía esto, en cuanto mis sentimientos fueran correspondidos el se iría, como todos lo hicieron, regresaría a casa y me olvidaría, se casaría y tendría hijos sin siquiera recordar mi existencia... ¿era duro?, si, pero siempre lo fue.

Trataba de que no se enamorara de mi, no quería que se fuera, sabia que era un sentimiento egoísta, pero yo sabia que el era el ultimo, el único y verdadero, y una vez fuera de Ogigia, me destrozaría por dentro...

Respire hondo, era tonto retrasar lo inevitable, ¿por que alargar más la espera, si el resultado sera el mismo? el llendose, y yo con el corazón roto.

Decidí ayudarlo, lo cual fue mi peor error, mis sentimientos crecieron y se fortalecieron, caí sin remedio, enamorada de Leo Valdez...

Un chico que físicamente parece un duende latino, con un corazón mas valioso que el oro y con mi mismo miedo... estar solo.

Lo vi dormir, mientras una sonrisa triste aparecía por mis labios, era solo cuestión de ¿días?, ¿horas?, ¿minutos?, ¿segundo? para que tuviera que decirle adiós, y que tuviera el corazón partido en tantas partes que ni si quiera el mismo Hefesto podría reparar...

—Te quiero Leo —susurre a la silenciosa noche llena de estrellas— como a nadie más...