Las palabras hieren, pero duelen mucho más cuando te las dice alguien en quien confiabas. Solo conozco un dolor peor que ese. Peor es que no sean palabras, sino mensajes de texto.
Cuando Lucas están detrás de mí, no tenía una cubeta con sangre en las manos ni nada por el estilo. En ese instante él me dijo un simple "Ya volví". Yo le mostré los mensajes:
—¿Qué es esto? —preguntó él extrañado, como sí no entendiera.
—¿Qué crees?
—Yo jamás escribí eso.
—¿Sabes qué? Mejor me voy de aquí —dije tomando mi celular.
—No, espera. Yo jamás lo escribí. Déjame explicarte... —dijo tomándome la mano, mientras yo recogía mis cosas. Quité su mano de la mía enseguida.
—Eres un imbécil. Te di toda mi jodida confianza. ¡TODA! —Mi rímel de corría y mi alma caía en pedazos.
—Debes escucharme... yo... ¡te amo! —Él me agarró de los hombros y empezó a sacudirme.
«Sí. Y yo me llamo Patricia», pensé.
—¡Déjame! ¿Quieres verme con algo derramado?
En ese momento, tomé la Blue Label, abrí la botella, me la empecé a tirar en la cabeza y el poquito que sobró lo regué en sus muebles. El líquido corría en mis cabello y en los muebles.
—¡Mira!, ¡mira! ¡RIEGO TODO TÚ JODIDO LICOR!
En ese momento, él se acercó a mí y mi besó, como para "solucionar" todo. No funcionó, Me separé de él dándole un puñetazo en el ojo.
—Hasta nunca, Lucas Hamilton. Dios te bendiga y te libre del infierno. Fuiste bueno mientras duraste —le dije en tono sarcástico.
—¿Al menos te puedo llevar a tu casa?
No le respondí, cerré la puerta en su cara como respuesta. Cuando salí de su edificio, estaba lloviendo pero no demasiado, vi la hora. Eran la una de la madrugada. Tomé un taxi y procuré que no hubiera policías.
¿Porque procuré que no hubiera policías? Por el toque de queda.
Además, el pueblo es peligroso en la noche. Roban, matan y violan. Nadie puede salir después de las doce. Solo salen las prostitutas, los hombres que van a comprar tiempo con ellas, las chicas deprimidas que se van a suicidar saltando de puentes y los jóvenes que van a los parques a drogarse.
(...)
En la casa papá estaba durmiendo en el sofá, subí las escaleras, me bañé para quitarme el olor de alcohol.
Me coloqué una pijama, me senté en la cama. Mientras limpiaba mi bolso, vi que tenía una hoja de papel con el número de la mesa del restaurante que Lucas había elegido para comer.
Ese era el número trece, recordar eso me hizo llorar más, tiré las almohadas, le pegué a la pared, lloré y di un gran grito, creo que desperté a los vecinos pero no a mi papá.
Las luces se apagaron, me asusté y cuando iba a prender de nuevo la luz, apenas hice un pequeño movimiento con las manos y las luces se encendieron, miré mis manos y vi que un pequeño humo gris salía de ellas.
***
La gran verdad.
***
With all the love, Alaska.
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Blackwood
FantasyElla se llama Elissa, Elissa Blackwood. Es solitaria y tímida, su pueblo se llama Blackwood, sus antepasados crearon ese pueblo y le pusieron Blackwood en honor a el apellido. Ese pueblo es muy pequeño y no tiene más de quinientos habitantes aunqu...