Las voces de mi gente

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El mismo día que recibí la carta, me devolví al hotel y al día siguiente, salí temprano del hotel.

Sin desayunar, medio bañada y vestida con lo primero que encontré: un chaleco de cazador, jeans negros, botas negras y una maleta en mis espaldas.

Después de una hora de tráfico, llegué a la estación con Neko. Lavanda como ya había mencionado, se quedó en Alemania con su familia por unos días más.

Neko y yo abordamos el tren. Desayuné la comida que ofrecieron en el tren: un sándwich de tocino, café y de postre, un pedazo de torta de cereza.

Comí, estaba muy delicioso y me dispuse a terminar de releer "Harry Potter y la Orden del Fénix". Neko estaba tomando en su plato de comida un poco de agua, leí hasta la página trescientos cincuenta y saqué de mi equipaje mi manta de algodón y dormí, sólo serían algunos minutos.

(...)

Me desperté. Vi la hora: once y media de la mañana, faltaban treinta minutos para que llegáramos a Blackwood. Jugué en mi celular y revisé mis redes sociales. Después, vi mi WhatsApp. Tres mensajes de Lucas Hamilton:

Mensaje uno:

«Hola, Ellie. Ya estoy en la estación».

Mensaje dos:

«Perdón por lo de mi hermano».

Mensaje tres:

«Espero que volvamos a ser amigos».

No respondí los mensajes, ya que cuando los iba a responder, llegamos a Blackwood, tomé a Neko, coloqué mi mochila en mi espalda y tomé en mi otra mano la gran maleta de equipaje.

Cuando bajé del tren, de lo lejos alcancé a divisar una figura. Era Lucas. Tenía Vans rojos, un chaleco de cazador y en el cuello tenía pelo de animal artificial, pantalones negros y una gran sonrisa en el rostro.

Me emocioné, solté la maleta del equipaje y dejé la jaula de Neko con cuidado, salí corriendo, lo abracé, él me tomó del mentón, yo puse mis manos en su abrigo y nos besamos.

Me emocioné, solté la maleta del equipaje y dejé la jaula de Neko con cuidado, salí corriendo, lo abracé, él me tomó del mentón, yo puse mis manos en su abrigo y nos besamos

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Cuando nos separamos, lo abracé de nuevo y él me cargó a lo que los dos reímos.

Oímos algunos aplausos y Lucas hizo una reverencia a lo que reí, tomé mi equipaje y la jaula de Neko, ya no llovía y nadie susurraba a mis espaldas. Lucas me puso el antebrazo alrededor de mi espalda y me susurró:

—Vámonos de esta mierda y seamos raros juntos.

***

Epílogo y se acaba.

***

With all the love, Alaska.

BlackwoodDonde viven las historias. Descúbrelo ahora