5. Misterios y un caso

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Por la tarde decidí salir a dar una vuelta, mientras los niños volvían a salir. No conocía la ciudad, así que me limité a dejar que mis pasos me guiaran. Por supuesto, antes marqué la casa en la aplicación de mapas de mi móvil. No pensaba perderme, y luego no saber volver. Mi orientación no es nada del otro mundo.

Así, estuve caminando un buen rato, hasta que encontré una librería genial. Era muucho más grande que las que yo solía frecuentar, y en los escaparates había enormes carteles anunciando el próximo libro de la saga Randall Doyle: La sombra del barón. Yo ya lo había reservado en Osaka, pero al leer más detenidamente el cartel, vi ponía que el autor vendría a firmar ejemplares el día que salía. ¡Un ejemplar firmado! ¡Y era dentro de una semana! Osea, yo estaría todavía en Tokyo. ¡Sería genial, genial, genial!

Aún estaba emocionadíisima, cuando oí una sirena de policía. No sé como la diferencié en ese momento de una sirena de bomberos, pero cuando vi pasar un coche patrulla a toda velocidad, quedó claro. Giró, casi derrapando, en una esquina, y a los dos segundos, la sirena se detuvo. Habían parado muy cerca.

Tardé medio en segundo en decidirme, pero luego salí corriendo hacia allí. Aquello podía ser un caso. Y si había un caso, como detective que soy, no debería dejarlo sin resolver.

¡Es una promesa! ¡Ahora los dos debemos buscar la verdad!

Se había juntado una pequeña multitud delante de un edificio de pisos, pero había un par de agentes que mantenían a toda la gente fuera. Un hombre de mediana edad bajó del coche patrulla y enseñando su placa a los guardias, entró dentro. Y yo estaba atascada fuera. Pero quería el caso. ¡Quería el caso! Pero no podía entrar así sin más.

En Osaka lo hubiera podido hacer, porque todos los policías han oído hablar de mí y mis geniales dotes para la deducción. Después de todo, soy una famosa detective de secundaria...
...

Bueno, también puede que, en parte (en una muy pequeña y diminuta parte), sea por que mi padre es inspector allí. ¡Pero eso no importa! Además, no hay nada que me irrite más que que me conozcan por mi padre. Los casos los resuelvo yo, no él. Bueno, él resuelve los suyos, pero, ¡la kôkôsei tantei soy yo!

Bueno, el caso es que me dí cuenta de que, si los agentes no conocían al hombre al mando (porque definitivamente, el señor que había entrado era, como poco, inspector), tampoco conocerían a los detectives. Y de allí salió mi idea.

Rebusqué en mi bolso, buscando aquello. Lo había cogido prestado de mi padre, y siempre lo había querido usar.
Entonces llegó otro coche patrulla. ¡Era la oportunidad perfecta para entrar!

Me situé al lado del coche, y de él salieron dos personas. Una mujer joven, que salía del lado del conductor, y un chico. Bueno, supuse que era un chico. Llevaba una sudadera azul, con la capucha puesta, calada de manera que apenas se veía su cara. Del cuello le colgaba una de esas tarjetitas que dan en el cuartel general cuando vas a testificar. En silencio, me puse detrás de ellos.

La mujer (una detective, probablemente), se abrió paso entre la gente enseñando la placa, y el tipo de la sudadera azul y yo la seguimos sin decir nada. Llegamos a la entrada, y ella guardó su placa, y enseño a los agentes su pin rojo. El pin exclusivo de los policías. El chico de azul enseño su tarjeta y yo señalé mi propio pin. El pin de los policías.

No comentaron ni preguntaron nada. Ni siquiera se extrañaron por mi edad (tal vez es que parezco mayor, no sé). Tan solo me dejaron pasar, justo detrás de los otros.

Procuré subir detrás sin hacer ruido. Cuando entraron un piso, yo entré también, pero me quedé en otra sala, escuchando.

-Bien, Yoshida-kun... -habló un hombre. Probablemente, el que había entrado primero.

-¡Por favor, deje de confundirse, inspector! ¡Es "Kojima"! Ya ha pasado mucho, y sigue igual... -esa era la mujer detective. ¿Se habría casado?

-Bueno, Kojima-kun. ¿Qué datos tenemos?

-La víctima es Ishikawa Aya, de 26 años. Trabajaba como redactora en un periódico local. Su cuerpo... Bueno, ya lo puede ver... -"No, no lo puedo ver" pensé irritada.- Se encontró colgado de la lámpara, hace más o menos media hora. Los que descubrieron el cuerpo fueron su novio, Takahashi Akira, y el conserje, Ota Keigo. Según su testimonio, para cuando llegaron, la víctima ya estaba así.

-¡Keibu-dono! -otro detective, supuse. -¡Hemos encontrado una nota de suicidio!

¿Una nota de suicidio? ¿En serio? El caso acababa de perder toda la gracia. Vale, sí, alguien había muerto. Pero matarse a si mismo, es un acto egoísta que no tiene el menor encanto.
Entonces se oyó la voz de la detective Kojima.

-No, esto es en realidad un asesinato.

Me sorprendí mucho, y no pude evitar intentar ver algo por la rejilla de la puerta, que no estaba del todo cerrada. Y lo ví.

-Sí, esto no es un suicidio. -comenté.

Mierda. Antes de darme cuenta, había hablado en voz alta. La había liado.

Conocí a un chico con un nombre extraño. [DConan]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora