15. Una postal navideña

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La mañana siguiente, cuando me levanté, no recordaba exactamente que había soñado. Recordé de pasada algunas imágenes de Conan, pero no fui capaz de discernir la historia.

Ese día, los niños y yo habíamos pensado ir a la Tohto Tower, pero ellos me pidieron cambiar de planes e ir a casa de los Kudô. Al parecer estaban preocupados por Irene y por "Conan onii-chan". Yo no les dije que no, claro. La torre podía esperar.

Cuando llegamos a la casa, noté como si alguien nos estuviese vigilando. Me giré y vi a la detective Kojima esconderse rápidamente tras una farola.

-Vete con esa persona, si quieres.-comentó Dai. ¿Tanto se había notado que la había visto?

-Nosotros ya entramos, tu vete, que se te ve que tienes curiosidad. -apostilló Akemi. Esos niños eran más perceptivos de lo que creía.-¡Chao, Hasuko-neechan!

Entraron corriendo en la casa de los Kudô, dejándome plantada en la calle. Sonriendo me dirigí a donde la detective se afanaba en pasar desapercibida sin mucho éxito. Llevaba gafas de sol, y el pelo recogido en una coleta, pero estaba claro que era ella.

-¿Vigilando? -pregunté.

-¡Shhh! -chistó.-Se supone que tengo que no hacerme notar.

-Yo creo que hablar con una adolescente es menos "notable" que estar atrincherada tras una farola. -respondí con la mejor de mis sonrisas. La detective se quitó las gafas con un suspiro.

-Sabes que no se le puede dar información a civiles... -empezó. Yo iba a protestar, pero continuó.-Pero bueno, tú no cuentas mucho como civil, keiji-san. -comentó, guiñandome un ojo. "Keiji-san", "detective de la policía". No pude evitar sonreir. Había visto mi chapa roja el día del caso de Tantei-Kid.

-Bueno, entonces... ¿cómo van las cosas por la casa de los Kudô? ¿Ha habido problemas o algo?

-No... Solo un montón de regalos de fans de Kudô y un periodista que se coló en el patio trasero. Él está encerrado en su despacho, con guardaespaldas en la puerta, así que no pasó nada...
Aunque, lo de ayer fue un gran escándalo, ha revolucionado los medios...

-No me extraña... Es un escritor famoso, hermano de una actriz famosa... -comenté.- Por cierto, Ayumi-san, ¿te vas a quedar aquí todo el día?

-Síi... Bueno, haré turno para comer, pero sí.

-Ah, vale, muchas gracias, es bueno saberlo.- dije sonriendo. Luego me despedí y, mientras ella quedaba en su puesto, yo me dirigí a la casa.

Al entrar, me recibieron un par de policías, pero al reconocerme la madre de Conan, me dejaron pasar. Ella también me indicó que los niños estaban en la biblioteca, y me mostró cómo ir.

Pero personalmente, cuando oigo "biblioteca", no me espero una sala como esa. Era una sala circular, pero con paredes altísimas que cubrían dos pisos de la casa. Y estaba toda, toda, toda llena de libros. Era enooorme y nada más entrar me quedé parada en el sitio, mirando a mi alrededor, fascinada. Los cuatro niños estaban sentados cerca de una mesa que había en la esquina, y Conan estaba al lado, observando un objeto que tenía en las manos.

Lo abrió como si fuese un libro y empezó a sonar una canción chirriante. Comprendí entonces que se trataba de una postal navideña. Aunque no sé a qué venía, ya que aún faltaba un buen trecho hasta diciembre. Y para rematar la historia, la música estaba rallada: no pasaba nunca de la primera estrofa.

Al cabo de tres vueltas de "Jingle Bells ~versión cutre~", ya me empecé a molestar; y cuando empezó la quinta, me ocupé personalmente de cerrar la postal. Solo entonces, Conan alzó la vista.

-¡Lotus-chan! ¿P-pero cuándo has entrado?

-Poco antes de que empezase esa música infernal. ¿Quién manda cosas así en estos días?

-Pues un fan de mi padre, al parecer.-comentó Conan.- Aunque no viene firmada, dentro trae un poema...

-Por favor, dime que no vas a volver a abrirla.-supliqué. Él se rió, y sacó su móvil. En la pantalla se veía una foto del interior de la postal, que rezaba:

El sol del color de las alas
Allí en el lugar indicado
Veamos, de entre usted y todos
Quién es más desafortunado.

-Pues no parece muy alentadora... "Quién es más desafortunado" suena un tanto...

-¿Siniestro?-completó él.

-Iba a decir deprimente, pero sí, siniestro también le pega...

Conan se rió, bloqueó su movil y lo metió de vuelta al bolsillo. Se levantó de un salto y se ofreció a enseñarme la casa. Yo acepté, y así pasamos casi toda la mañana, de lo grande que era aquello. Luego, nos fuimos a comer, pero Akemi insistió en volver por la tarde, y eso hicimos.

Pasamos también casi todo el tiempo en la biblioteca, hasta que, por la tarde se oyó un grito de alarma.

-¡¡KUDÔ SHINICHI HA DESAPARECIDO!!

Conocí a un chico con un nombre extraño. [DConan]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora