Había adornos por todo el jardín y todo el mundo reía. La mayoría de adultos tenía una copa en la mano, y los niños correteaban de un lado a otro, jugando. Recostado en una silla de plástico en un rincón, con una pequeña mesa de madera al lado, se hallaba un hombre de mediana edad, y cabello negro. Tenía la mirada perdida, pensando, y solo alzó sus ojos claros cuando una joven mujer de pelo castaño rojizo se le acercó.
-¿En qué piensa mi segundo onii-san favorito? -preguntó ella en voz alta, como si no quisiera obtener respuesta.
-¿Aún sigo perdiendo contra Akemi? -respondió él, con una sonrisa.
-Por supuesto, tú no estabas allí cuando yo nací. -comentó ella, sacándole la lengua.
-Y aún así, soy oficialmente 10 años mayor que tú... Ai-chan. -dijo él. Ella sonrió también. Entonces miró hacia uno de los bolsillos del pantalón del chico. Él, percatándose de su mirada, sacó lo que llevaba allí. Depositó sobre la mesa un pastillero pequeño, y, al abrirlo, aparecieron tan solo dos píldoras.
-Una negra, para volver a la oscuridad que una vez nos consumió... y una blanca, para poder regresar a la luz. -murmuró ella. Hablaba en plural aunque sabía que a ella, esas pastillas ya no le afectarían para nada. "Toda mi nueva vida en la oscuridad, sin necesidad de pastillas para ver la luz." pensó. Pero ambos sabían que ahora existían más personas a las que esas dos píldoras les podían afectar.
-¿Todavía no le has dicho nada? -preguntó, indicando con la cabeza a un muchacho que charlaba alegremente con una jovencita en la otra punta del jardín.
-Todavía no... Cuando cumpla dieciseis.
-Y... ¿estás seguro de que se lo quieres contar, Shinichi? Conan podría vivir perfectamente sin saber que su cuerpo, por herencia, reaccionaría a estas sustancias... -comentó ella, no muy convencida.
-Totalmente seguro. Tendrá que ser a escondidas de Ran, como ha sido siempre, pero se lo contaré. A veces, una de estas, puede salvarte la vida, Ai. -dijo Kudô Shinichi, totalmente serio.
-A ver si lo pillo... -dijo entonces Hasuko. -Las gafas de Irene pueden rastrear los pins de los niños...
-Ajá. -asintió Conan.
-Y con ellas, nos encontró Dai-kun, porque tu tenías un pin. Subieron, y entonces Kenji-kun, utilizó la pajarita esa...
-Sí...
- ...que cambia voces, para distraer a la criminal. Tu hermana corre hacia ella, solo para que Keiko la coja como rehén y agarra el interruptor, para que no se active accidentalmente...
-Exacto. -convino él.
-Y Akemi-chan le dispara un dardo anestesiante con el relojito ese. La criminal se duerme, y todos felices y comiendo perdices.- acabó ella, y dio un sorbo a su CocaCola.
-Síi, perfecto. ¿Ves como no era tan difícil, Lotus-chan? -restregó Conan, con una sonrisa en la cara.
-Yaa, pero si me empezáis a contar los cinco al mismo tiempo como funciona vuestros cacharritos, es normal que me líe. -protestó ella, hinchando las mejillas. Se levantó y se puso en frente de Conan, que aún seguía sentado. Había un montón de gente en el jardín, charlando entre ellos. Un poco más allá descubrió a la madre de los mellizos hablando con Kudô. Se había llevado una gran sorpresa al descubrir que era la famosa actriz Kudô Ai, y otra mayor al descubrir que su nombre actual era Tsuburaya Ai, al estar casada con uno de los científicos más famosos de Japón.
-¿Acaso es que quieres tú también tu propio "cacharrito"? -preguntó él, levantándose. Ella le miró sorprendida.
-¿Mi "propio"...?
-Sí, mira. -Conan le tomó de la mano. Mientras ella se sonrojaba, la condujo por dentro de la casa hasta una puerta que daba a un sótano.
-¿No se enfadará Subaru-san por colarnos en su sótano? -pregunto Hasuko, mientras bajaban. Entonces recordó que Subaru-san había mencionado en una ocasión que la casa no era suya...
-No, siempre nos deja pasar al laboratorio del profesor. -respondió él, todavía sujetandole la mano.
La sala era muy oscura, y Conan tuvo que encender un par de luces para poder ver. Se dirigió a una esquina, lo que parecía una mesa de un taller. Sobre ella, había un monopatín a medio montar.
-Ese es de Dai-kun. -explicó él.-Subaru-san lo está arreglando. -se agachó y sacó una polvorienta caja de debajo de la mesa. Al abrirla, esta mostró unas cuantas cosas. Unos tirantes, un cinturón, unos zapatos... Agarró estos últimos y los levantó.
-Estos eran míos, pero ya me van pequeños... -comentó. Entonces volvió a mirar dentro de la caja. -¡Oh, esto es perfecto! -cogió unos pequeños objetos del fondo y se los tendió a Hasuko.
-Unos... ¿pendientes? -preguntó la chica, mientras los miraba.
-Sí, y además tienen un teléfono aquí, en pequeño. Para llamar en caso de emergencia, solo tienes que poner el número. Toma, para tí. -dijo Conan.
-¿En serio? ¿Para mí? -Hasuko se sorprendió.
-Sí, y además te quedarán genial, Lotus-chan. -se acercó mucho a la chica y le colocó despacio uno en una oreja. Ella no se movía lo más mínimo y sentía el corazón latiendo fuerte dentro suyo. Luego, ella se puso el otro y le dio las gracias con la cara como un tomate.
Entonces volvieron a subir por las escaleras, hasta el salón. Hasuko se quedó mirando una vez más las fotografías de las generaciones de detectives. En concreto, la tercera.
-Edogawa Conan... -murmuró, mientras miraba al niño del que su acompañante había obtenido el nombre. -Es un misterio, ¿no te parece?
-Sí... Hay algunas cosas en este caso y en el de hace siete años, que no acaban de encajar. -convino el chico.
- El nombre de Randall Doyle, un niño misterioso que murió hace mucho tiempo, una escapada imposible y un grito fantasma en un incendio... Digno de una investigación, ¿no te parece? -preguntó ella, soriéndole y mirándole a la cara. Conan tambien sonrió.
-Podríamos forman un equipo para buscar la verdad...-dijo el chico, emocionado.
-Suena bien. ¡Me apunto! -Hasuko le tendió la mano. Pero él ignoró su mano, dio un paso, y rojo como un tomate, le dio un beso en la mejilla.
-Es una promesa. -dijo al retroceder, sonriendo. Hasuko también sonreía.- Ahora los dos, juntos, tendremos que buscar la verdad. -Conan miró a Hasuko con sus preciosos ojos claros, ahora brillantes y curiosos, y ella sintió que, si estaba junto a él, sus ojos siempre brillarían igual.
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Conocí a un chico con un nombre extraño. [DConan]
FanfictionMi nombre es Hasuko. Se escribe con los kanji de "loto" y "niño". Lo sé, un nombre extraño. Tengo 16 años, y soy una detective de secundaria. Yo nunca pensé en ser detective, pero hace tiempo le hice una promesa a un chico. Le prometí que usaría mi...