Senalé con el índice al conserje. El inspector intentó (en vano) interrumpirme, pero seguí hablando.
-Usted es el culpable, el asesino de Ishikawa Aya.
-¿Qué? Eso es imposible, yo he estado aquí toda la mañana...
-¿Tiene alguien que lo corrobore? -pregunté, confiada.
-No, pero... ¡eso no demuestra que yo lo hice!
-¡Usted es la única persona con acceso al piso de la víctima que pudo hacerlo! -ataqué.
-¿Y el novio?¿Qué pasa con él? -preguntó, ya casi sudando-. Además, tampoco tienes ninguna prueba...
Sonreí, como solía hacerlo cuando resolvía un caso. Mi madre siempre decía que me parecía a mi padre en esos momentos.
-Bueno... -comenté-. ¿Usted sabe que es esa sala de ahí?
-P-por supuesto. Es el almacén. Guardo instrumentos de reparación y...
-¿Quién tiene acceso a ella?
-Yo...
-¿Sólo usted?-pregunté. Él asintió, con miedo-. Es decir que si yo ahora demostrase que algo en esta sala se usó en el crimen, estaría demostrando que el culpable es usted, ¿no?
Todo el mundo se quedó en silencio, y me siguió mientras entraba al almacén.
-Ota Keigo-san, usó una excusa barata para entrar en el piso de la víctima, algo como "Tengo que revisar las bombillas". Entonces, cuando ella no miraba, usted la asfixió con la cuerda (que tenía las huellas de su novio). Luego, la colgó y falsificó la nota de suicidio.
Pero necesitó algo alto a lo que subirse para colgarla, ya que no fue la silla. ¡Y qué mejor sitio para subirse que una escalerilla! -revelé, señalando el objeto. Tenía unas cajas encima, como para disimular, que enseguida aparté.-Usted sólo se dio cuenta más tarde, pero al colgar el cuerpo, y mientras escribía e imprimía la nota, de la boca del cuerpo salió un pequeño hilillo de sagre. No es tan común como parece, pero puede suceder. Dado que ni el suelo ni la silla estaban manchadas, solo pudo caer la sangre en aquello que el asesino usó para colgarla.
-Entonces... -murmuró la detective Kojima. Sonrió cuando se dió cuenta.
-¿Sabe lo que es el luminol, Ota-san? -pregunté, satisfecha. Él soltó un profundo suspiro.
-Pero, ¿cuál es el motivo?-preguntó el inspector. No tenía ni idea. La sala quedó en silencio, hasta que la detective Kojima intervino.
-"Fraude en la televisión".
Todo el mundo se giró (yo incluída) para encontrarla leyendo la pantalla del móvil del chico de azul.
-¡Ah, si! Me acuerdo de esa noticia. -comentó-. Al parecer un periódico difundió un rumor sobre un fraude en un canal de televisión. Éste terminó en bancarrota...
-¡Y por culpa de esa maldito artículo, de esa maldita periodista, mi hijo se suicidó!-saltó el conserje, ya esposado-. Lo siento por tí, chico, pero no podía dejarlo así. -le dijo a Takahashi-san.
Tras un poco, la policía se lo llevó. Sólo quedamos la detective Kojima, el inspector y yo. Miré a mi alrededor, buscando con la mirada.
-¿Y el chico de azul? -pregunté.
-Ah, se acaba de marchar... -contestó el inspector, señalando calle abajo.
-Por cierto, Hasuko-chan, Tantei-kid dejó un mensaje para tí. -dijo la detective-. Ponía "Bien jugado, Hattori-san". Parece que te has ganado el respeto de alguien que nadie conoce...
-¿Ponía... Hattori-san?
-Síi.
Me pareció muy raro. Y misterioso. Aquella no era toda la verdad.
¿Buscar la verdad? Suena bien. ¡Me apunto!
Me despedí apresuradamente de los policías y salí corriendo, calle abajo, por donde el inspector había señalado. Llegué a la esquina, y vi la sudadera azul que buscaba más abajo.
-¡Ey! ¡Espera un momento!
Corrí hasta alcanzarle, ya que me estaba ignorando. Sólo se dio por aludido cuando le agarré del brazo.
Me costaba respirar, después de la carrera que me había pegado. Apenas pude articular palabra durante unos segundos. Tan solo le agarraba y él, parado, me miraba en silencio.
Miró a Hasuko con sus ojos brillantes y curiosos, y ella sintió que, a partir de entonces, sus ojos brillarían igual.
-Eres tú. Tú eres "Tantei-kid".
Él no dijo nada, tan solo esperó.
-Tienes dos cuentas en el móvil. Una, para enviar mensajes, y otra para recibirlos. Si no, sería prácticamente imposible resolver casos sin estar presente. Por eso te chocaste conmigo al salir del interrogatorio. Habías resulto el caso, e ibas a buscar las pruebas, como yo hice.
Él no respondía, tan solo estaba ahí. Quieto.
-Por eso también me llamaste "Hattori-san". Dudo mucho que si estuvieses de verdad hablando con un detective, te molestases en mencionar mi nombre. Por eso también estabas abajo con los forenses. Tardas más en escribir y enviar la deducción que yo en explicarla. -inspiré-. Pero... eso no debería ser así. ¡No... No deberías resolver los casos así! ¡Deberías enseñarle de verdad al mundo tu deducción! ¡Deberías... !
No sé por qué me puse así. Quizá quería compartir mi orgullo de detective, o enseñarle una lección, no lo sé.
-Tienes que... ¡Tienes que buscar la verdad con tu mente y tu corazón, y enseñarsela al mundo!
-No puedo.
-¿Qué? -pregunté confusa. Había hablado de verdad.
-¿No crees que me gustaría a mi también hacer un suiri-show como el tuyo? ¡¿No crees que me gustaría exponer al criminal señalándole con el dedo?! ¡Pero...! Pero no puedo...
El chico de azul se dió la vuelta y se libró de mi agarré. Quedé un momento en el sitio, antes de gritar "¡Espera!" otra vez. Le alcancé, y sin saber muy bien por qué, tiré de la capucha.
Vi su cara durante una fracción de segundo, pero me bastó. Él me miró con ira (y hubiera jurado que vergüenza) y se volvió a calar la capucha. Empezó a correr, huyendo. No podía seguirle el paso. Era muy rápido. Para mi era imposible alcanzarle. Tan solo me quedaba gritar. Grité con toda mi alma
-¡ESPERA, ...!
Pues lo siento, "Lotus-chan", pero mi nombre es aún más extraño. De hecho, no se escribe con kanji. -el chico sonrió- Mi nombre es...
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Conocí a un chico con un nombre extraño. [DConan]
Fiksi PenggemarMi nombre es Hasuko. Se escribe con los kanji de "loto" y "niño". Lo sé, un nombre extraño. Tengo 16 años, y soy una detective de secundaria. Yo nunca pensé en ser detective, pero hace tiempo le hice una promesa a un chico. Le prometí que usaría mi...