11. Malos recuerdos

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La primera semana fue muy tranquila. Por las mañanas solía ir con los niños a visitar la ciudad, y por las tardes, ellos reunían el Himitsu Shonen Tantei Dan, y yo quedaba con Conan.

Lo seguía llamando por el nombre de pila. Una vez le había llamado Conan-kun y me dirigió tal mirada que ni se me ocurrió volver a hacerlo. Por otra parte, él me llamaba siempre Lotus. O Lotus-chan.

Un día, fuimos a un paseo al lado de un río. El río Teimuzu era. Mientras andábamos en silencio, decidí sacar un tema al que había estado dando vueltas durante esos días.

-Oye, Conan...

-¿Sí?

-Emm... ¿por qué...? -murmuré. Inspiré antes de hacer la pregunta- ¿Por qué no puedes ser detective? -su cara se ensombreció.

-Ya te lo he dicho, Lotus... Mi padre no me deja.

-Ya... Lo siento. -me sentí la más completa idiota del universo. Si no quería hablar, no debería preguntar.

-Quieres saber sus razones, ¿no? Supongo que una de las principales es el peligro.-dijo, para mi sorpresa.

-¿Peligro?

-Él, antes, también era detective. Pero hace un tiempo... Bueno, no te voy a soltar el rollo ahora...

-¡No! ¡Yo... ! Me... gustaría oir esa historia. -murmuré. No sé por qué pero me había sonrojado.

-Bueno, entonces... Vale, te lo contaré. Fue un casi dos años después de conocerte.

"Mi padre y yo volvíamos a casa después de haber ido a un baño de aguas termales. Mi madre se había quedado en casa, con mi hermana... "

-Para un segundo. -interrumpí-. ¡¿Tienes una hermana?! ¡Si aquella vez dijiste que... !

-Sí... Es que ella nació después. Nos llevamos cinco años y medio.

-Ah... Tiene sentido. Lo siento, sigue.

"Mientras volvíamos, se empezó a llenar de niebla la carretera. Apenas se veía más allá, y hubo varios momentos en los que el coche casi se sale de la carretera.
Al tener estas condiciones, mi padre decidió parar donde pudiésemos, y reanudar el viaje una vez la niebla levantase. El primer lugar que encontramos fue una casa rural, de esas de madera. Sólo había un grupo de clientes, así que había sitio para nosotros. Mi padre pagó una habitación para los dos."

"Durante la cena, mi padre estuvo charlando con los demás que se alojaban allí. Eran un grupo de ancianos, que al parecer solían quedar allí una vez al año. También había una niña, nieta de una de las señoras. Estuve jugando con ella un rato, mientras los mayores seguían hablando."

"Un rato después, se empezaron a oir voces en el comedor. Keiko y yo fuimos a ver que pasaba, pero en vez de entrar, nos quedamos pegados a la puerta, escuchando lo que decían."

"No se entendía mucho, pero capté una idea general. Alguien había reconocido a mi padre como detective, y quería que resolviese un caso ya pasado. Alguien que había muerto hacía años en esa misma casa. Oí protestas, pero también gente que contaba los datos del caso. Entonces, Keiko me hizo un gesto, indicando que se estaba aburriendo. Yo le pedí que esperase un poco, pero ella ya se iba. Así que me separé de la puerta y volví con ella."

"Oímos la puerta abrirse, y fuimos a mirar. Una señora, amiga de la abuela de Keiko, salió de la sala, diciendo que le dolía la cabeza de tantas voces. Al cabo de cinco minutos, la puerta volvió a abrirse y cerrarse, así que supuse que la señora había vuelto a entrar."

"Los tonos de las voces se elevaban más y más. Le propuse a Keiko volver a escuchar a través de la puerta, pero ya no hacía falta. Se oía perfectamente con estar al lado. Pasó cerca de un cuarto de hora, hasta que mi padre iba a señalar al culpable. Justo entonces, se oyó un estruendo aterrador. Recuerdo que chillé de miedo "

"La sala en la que estaban, se encontraba justo en medio de la casa. Y por eso nadie se había dado cuenta todavía de que la casa estaba ardiendo por fuera. El estruendo había sido una parte de la pared de madera al venirse abajo. La señora que había salido, había prendido fuego a toda la casa por fuera."

-No hace falta que sigas. -dije, casi llorando-. ¡Lo siento mucho!

-No, quiero seguir. -dijo Conan, mirándome a la cara-. Es la primera vez que le cuento esto a alguien, y quiero seguir. Por favor.

Me sentía fatal por hacerle recordar esas cosas, y no me gustaba en absoluto. No sé por qué asentí.

"Pronto, todo estaba en llamas. Era muy difícil respirar, y yo lloraba de miedo. Mi padre buscaba frenéticamente una salida, ayudado por la abuela de Keiko. Las demás personas no se movían, como si ya hubiesen aceptado que iban a morir."

"Mi padre encontró una salida. Era un hueco muy pequeño, pero daba al exterior, y no estaba todavía en llamas. Keiko salió la primera, llorando como una descosida. Luego, mi padre me empujó a mí. El agujero era tan pequeño que tenía que salir arrastrándome. Nada más salir fuera, oí un grito desgarrador, que provenía de la casa. Entonces, volví la vista atrás, miré a las llamas y me desmayé."

"Lo primero que ví al despertarme fue la cara de mi madre. Ella me abrazó y yo le pregunté por mi padre. Ella me dijo que estaba en la habitación de al lado. Solo entonces me di cuenta de que estaba en un hospital. Luego me enteré de que mi padre, Keiko y yo éramos los únicos que habíamos sobrevivido."

"Desde entonces, mi padre dejó de ser detective. Y también me prohibió a mi serlo. Habíamos estado demasiado cerca de perder la vida. Y él no pensaba perder su familia por culpa de la profesión."

-Lo entiendo... -murmuré.

-Gracias. -dijo él.

No sabía muy bien qué decir. Permanecimos en silencio un rato. Me miró y trató de sonreir. Solo entonces pregunté, lo que había deducido hacía una semana.

-Conan... Eres un Kudô, ¿no? La cuarta generación de detectives. -pregunté, recordando la foto en casa de Subaru-san en la que salíamos solo los dos.

-Sí. Mi nombre es Kudô Conan. Y mi padre es de la segunda generación de detectives.

-Como... mi padre. -comenté.

-Exacto. Mi padre es Kudô Shinichi.

Conocí a un chico con un nombre extraño. [DConan]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora