Después de aquella conversación, estuve mucho rato pensando, dándole vueltas y vueltas a por qué era detective. ¿Realmente merecía la pena, buscar la verdad?
Mientras pensaba y pensaba, llegó el día. ¡El día de la firma de libros! ¡Por fín, podría tener La sombra del barón! Aquel día, salí corriendo temprano de la casa. Ya había avisado a los niños de que no iba a estar, y les había dejado una nota encima de la mesa, y el desayuno casi hecho.
Cuando yo llegué, ya había 5 personas en la cola. Ni siquiera había abierto la librería, pero me parecían pocas. Para cuando abrieron, éramos, al menos, 15 fans emocionados los que estábamos esperando por el nuevo libro.
La tienda ya estaba preparada para la firma. Nada más entrar, había una mesa, llena con ejemplares del libro. Allí pagabas, y, sin salirte de la fila, podías esperar tu turno hasta que llegases al fondo, con una mesa grande para el autor.
Compré mi ejemplar y esperé a la cola, leyendo la contraportada. Cada palabra que leía estaba más emocionada. Me empezaron a doler las mejillas de tanto sonreir.
La saga de Randall Doyle contaba la historia de Akabane Shinji (escrito 赤羽 真志). Era un joven universitario perspicaz, que una noche, después de una fiesta, fue secuestrado por unos hombres misteriosos. Estos, se dedicaban a hacer experimentos con seres humanos. Con esos experimentos querían conseguir la vida eterna, a base de ir transplantando recuerdos de una persona en el cuerpo de otra.
Akabane fue utilizado en uno de esos experimentos: intercambiaron sus recuerdos con los de otra persona, un extranjero. Pero el experimento falló, y el extranjero (y por lo tanto, el cuerpo de Shinji) murió. Entonces, él también se hizo el muerto, y logró escapar. Así, para que no supiesen que estaba vivo, adoptó otra identidad, con un nombre extranjero, y se convirtió en Randall Doyle.
Al final, después de muchas vueltas y requiebros (así es como resumo yo tres libros de una vez), había acabado siendo detective, e intentando capturar al "Barón Nocturno", un misterioso ladrón. Para ello, también contaba con la ayuda de Toshida Aiko (利田 哀子), su asistente. Ella era la antigua novia de Shinji, a la que Randall estaba intentando enamorar de nuevo, pero ella no se dejaba, ya que creía que su novio iba a volver.
Era una historia apasionante, llena de misterio y amor y muy, muy emocionante. ¡Y estaba a punto de conocer al autor! Estaba ya cerca mi turno cuando me asomé y le ví. No me esperaba menos.
Kudô Shinichi era realmente idéntico a su hijo. Tenía el pelo un poco más oscuro, un peinado más anticuado, pero en el resto, era clavado a Conan.
Llegó mi turno, y apenas pude decir "Buenos días" por culpa de la emoción. Kudô Shinichi abrió la tapa del libro y me sonrió.
-¿Dedicado a... ?-preguntó amablemente.
-Ehh... Hattori Hasuko. Hasuko es con... -me detuve al ver que ya había escrito mi nombre. Correctamente.
-Con el kanji de "loto", ¿no? -comentó sonriendo-. ¿Sabes? Estuviste a punto de llamarte Ran, como mi mujer. Tu madre, Kazuha, quería llamarte así.
Por un momento me sorprendió mucho, pero luego recordé que mi padre y él se conocían. No sé por qué, pero veía muy raro que mi padre estuviese con alguien como él.
-Hattori se negó en redondo, alegando que Ran era solo mía, y que la hija era suya.-comentó entre risas. Me devolvió el libro, y yo lo cogí con las dos manos, dándole las gracias.
-Por cierto, en cuanto a sus libros... Una pregunta... -me atreví a decir.
-¿Sí?
-¿De dónde sacó el nombre de "Randall Doyle"? -pregunté. Era algo que me intrigaba desde que empecé las series. Kudô sonrió de manera extraña.
-Yo, al contrario de la mayoría de escritores, no tengo imaginación. -comentó. Estuve a punto de llevarle la contraria, pero no dije nada-. Simplemente, junté los nombres de mis dos escritores favoritos: A. Conan Doyle y Ranpo Edogawa. Como "Ranpo" suena muy japonés, lo cambié por "Rando", y así salió "Rando Doiru". Randall Doyle.
-¿Y por qué no... ?-intenté buscar otra combinación en la que no hubiese que cambiar el nombre-. Y yo que sé. "Conan... "
-Porque Edogawa Conan ya existió, y ha muerto.-respondió él, ahora serio. Un segundo después, mostró una sonrisa sarcástica. Yo me despedí, pues ya estaba oyendo quejas de los fans que esperaban detrás mío. Ya me iba, cuando él me llamó de nuevo.
-¡Hasuko-chan!
Me giré, y me acerqué un poco.
-¿Sí? -pregunté.
-¿Eres detective?
La pregunta me sorprendió. Luego recordé que era él el que le prohibía a Conan ser detective. También sabía que mi padre había sido detective, y él también.
Puse la cara más orgullosa que pude, y respondí afirmativamente.
Antes de que él pudiese responder, se oyó un grito fuera. Me giré rápidamente, y vi una figura encapuchada con una pistola, por fuera de la tienda, apuntando hacia dentró.
Disparó y, antes de pensarlo dos veces, describí un arco con la cosa que más tenía a mano, en un vano intento por interrumpir la trayectoria de la bala.
Más bien, no lo pensé, simplemente lo hice. Al ver lo sucedido, la gente empezó a gritar y la figura encapuchada escapó.
Me quedé en el sitio, intentando asimilar lo que había pasado en apenas un par de segundos. Miré, y descubrí que mi ejemplar de La sombra del barón lucía ahora un agujero circular de lado a lado.
Entonces dirigí la vista a la mesa, donde antes estaba Kudô. No estaba. Me acerqué, y empecé a llamarle, gritando entre todo el estruendo.
-¡Kudô-san! ¡Kudô-san, responda, por favor!
Se empezaron a oir sirenas de la policía, a lo lejos. El señor Kudô salió del espacio de detrás de la mesa, con una expresión entre la sorpresa, el enfado y la tristeza. Tenía una mejilla roja, y me dirigió una mirada intrigante.
-Solo a Hattori se le ocurriría pegarme un librazo con mi propia obra para salvarme la vida. -comentó él, masajeándose la cara, mientras miraba reojo la bala que había quedado incrustada en la pared.
Yo me sonrojé, y miré al suelo. No tardó en llegar la policía.
ESTÁS LEYENDO
Conocí a un chico con un nombre extraño. [DConan]
FanficMi nombre es Hasuko. Se escribe con los kanji de "loto" y "niño". Lo sé, un nombre extraño. Tengo 16 años, y soy una detective de secundaria. Yo nunca pensé en ser detective, pero hace tiempo le hice una promesa a un chico. Le prometí que usaría mi...