19. El culpable

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Ascendíamos lentamente, Conan delante y yo detrás. Casi en la cima me hizo un gesto para que parase y me mandó escuchar.

- ...ganarás nada. Los crímenes siempre se pagan.-se oyó a Kudô Shinichi. Realmente estaba allí. Habíamos acertado.

-Tú lo has dicho. Los crímenes siempre se pagan.-habló una voz de mujer.- Y me toca a mi hacerte pagar los tuyos.

Tras un silencio, Kudô respondió.

-En ese caso, deja que toda la gente se marche. Las demás personas no tienen nada que ver. Solo me quieres a mí, ¿no es eso? -se le oía sereno y tranquilo. Ese hombre tiene un pulso increíble.

-Que así sea. -respondió la mujer. Entonces se oyó una explosión con un ruido de cristales rotos. Las escaleras temblaron y casi me caigo. La gente empezó a gritar de miedo y a huir. Conan me agarró del brazo y me miró en silencio. Estaba pensando lo mismo que yo, que había sido la bomba de antes.

-Con esto, todos huirán en pánico, pero nadie saldrá herido. Solo unos cuandos cristales. -completó ella.

En ese momento, Conan me soltó el brazo y subió las escaleras, pero no hasta arriba. Se tumbó y asomó solo la parte superior de la cabeza, para poder ver la situación.
 
Yo no me tumbé, pero me agaché un poco más atrás que él. En cuclillas, podía ver la espalda de una figura femenina que apuntaba con una pistola a Kudô Shinichi. A este, lo veía de frente. Tenía las manos levantadas, como generalmente se hace cuando te apuntan, pero su rostro no tenía ni rastro de una expresión de miedo. Estaba muy tranquilo, como aquella vez en la librería, pero su mirada era muy directa, como retando a la mujer a que disparase.

-¿A qué esperas? -preguntó él, tras algunos minutos.- Ya no se oye el rumor del ascensor, probablemente ya hayan salido todos.

Conan nos miramos sorprendidos, seguramente pensando lo mismo: "¡¿Es que está loco?!"

-Sí que tienes prisas por morir... -comentó la mujer.-Bueno, supongo que podré concederte ese deseo...

En ese momento, Conan retrocedió y me hizo un gesto para que me acercase a él.

-La torre solo tiene una entrada y salida: el ascensor. -susurró.

-Ya. ¿Y qué? -pregunté. No pillaba lo que me estaba intentando decir.

-Aunque nosotros ya hubiésemos avisado a la policía de antemano, si haces volar una ventana de la Bell Tree Tower, no tardarán en aparecer.-dijo. Tenía toda la razón del mundo.- En cuanto lleguen, controlarán el ascensor. Eso es obvio.

-O sea, que la mujer no tiene escapatoria. Si baja en el ascensor, la policía la cogerá. Y si no baja... -le miré a los ojos, esos ojos claros tan preciosos.- Si no baja, es que tiene pensado quedarse aquí. Para siempre.

Conan miró hacia arriba y empezó a contarme el plan en el que yo ya sabía que había estado pensado.

-¡Bien! -susurró él. Nos miramos y murmuramos a la vez la señal.

-Sê-noh!

Ambos salimos corriendo.

Yo me dirigí hacia Kudô, que seguía con las manos levantadas. Miró sin girar la cabeza hacia nosotros, y antes de que pudiese sorprenderse, yo lo arrastraba corriendo hacia la otra punta de la plataforma.

Mientras tanto, Conan iba a inmovilizar a la culpable. Me había dicho que sabía kárate, y que podía lidiar con ella perfectamente, ya que era algo más baja que yo.

Quizá yo hubiera podido con ella, pero no estaba segura. Sé un poco de aikido, pero lo dejé tras la escuela media porque, en el instituto, coincidía el horario con el de kendo. Y debo decir que nunca me había arrepentido de esa elección hasta entonces. Anoté mentalmente traerme un bokken (una espada de madera) para la próxima vez.

Esperé la señal de Conan, que indicase que la había pillado, pero no se oía nada.

Esperé.

Y esperé.

Kudô abrió la boca para decir algo, pero un ruido se le adelantó.

-¡La tengo! -se oyó. Suspiré aliviada al oir la voz de Conan. Me asomé para ver y lo vi encima de la mujer, con una rodilla clavada en su espalda y sujetándole un brazo. La pistola se encontraba a varios metros de distancia.

Me acerqué despacio, con una sonrisa en la cara. Detrás mío, también Kudô Shinichi se veía alegre.

-Buen trabajo, hijo.-dijo en voz alta. A Conan se le iluminó la cara, como si le acabasen de regalar un millón de yenes. Sonrió con una expresión preciosa, antes de murmurar "Gracias".

La chica del suelo gruñó y luego gritó, pero Conan no la soltó.

-¡Maldito niño! ¡Quítate de encima! ¡¡Levántate o os vuelo a todos!!

Entonces ella enseñó su mano libre, la que Conan no había cogido. Tenía un aparato con dos interruptores, uno de los cuales ya estaba pulsado. Ahora mantenía el pulgar sobre el segundo, dispuesta a accionar la bomba en cualquier instante.

Conocí a un chico con un nombre extraño. [DConan]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora