3. Un par de niños

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Tres días después de mi "día importante", me levanté temprano para coger el primer tren. Mi madre me despidió en el andén con uno de sus laargos abrazos. Ni que me marchase a la otra punta del mundo.

Aguanté las 3 horas y media de viaje escuchando música. Cuando llegué, esperé en la cola, para coger un taxi. Le di la dirección que mi padre me había indicado.

"Beika-chô, 3° distrito, número 12"

El taxi me dejó en frente de una casa mediana, de estilo occidental. Parecida a la mía.

Llamé al timbre, pero nadie contestó. Le volví a tocar al botón, por si acaso. Dentro de la casa se oyó un "Ya voy..." desganado.

Realmente, cuando abrieron la puerta, no vi a nadie. Tardé un par de segundos en bajar la vista y descubrir al niño que me había abierto. Tenía el pelo claro y unos 9 años. También tenía pecas y los ojos de un color claro, parecido al gris. Él apenas me dirigió una mirada y gritó hacia dentro de la casa.

-¡Akemi! ¡Es la chica esa! -me irritó un poco. Yo no soy "la chica esa". Una voz le respondió desde dentro.

-¡No seas grosero, Dai! ¡Es la invitada! -respondió una voz de niña. Apareció de repente en la puerta.-¿No ves que estará nerviosa? ¿Y si fueras tú? -los dos empezaron a hablar entre ellos.

La chica tenía el pelo más oscuro, recogido en dos coletas muy kawaiis. Ambos eran igual de altos, mas ella no tenía pecas, y tenía los ojos más redondeados. Pero, al igual que su hermano, estos eran casi grises, y me estaba ignorando por completo.

Tosí para indicarles que todavía seguía allí, y ambos se me quedaron mirando. Finalmente la niña habló.

-Ehh... ¡Hola! Yo soy Akemi, y este de aquí es mi hermano Dai. Tenemos los diez años y somos mellizos. Hajimemashite, nee-chan!

-Hajimemashite. -repitió Dai, como un eco.

-Hola, Akemi, Dai. Yo soy la chica que se encargará de vosotros estas tres semanas. ¿Puedo pasar a hablar con vuestros padres? -pregunté.

-No. -respondió Dai. Ya me estaba hartando. Iban a ser unas tres semanas muuy largas. -Nuestros padres no están así que no puedes pasar a hablar con ellos.

Suspiré. Quizá sí que había una forma de entender a Dai. Luego me di cuenta de lo que había dicho y me alarmé.

-¡¿Cómo que no están?! -pregunté.

-No, no están. Se marcharon pronto esta mañana. -contestó el niño.

-Te dejaron esto encima de la mesa. -dijo Akemi, tendiéndome un sobre. Lo cogí.- Bueno, pero ahora pasa.

Entré, con mi maleta y mi incondicional bolso, mientras que los niños me señalaban las diferentes habitaciones. En el piso de abajo había una cocina, un salón comedor, un baño y un "cuarto de juegos" para los niños.

Las habitaciones estaban en el piso de arriba. Me costó lo suyo subir mi maleta. Allí me indicaron las habitaciones. Primero, el despacho de su padre. Luego, la de invitados (donde dormiría yo) y la de sus padres. Más allá, las dos suyas, y al fondo de todo, otro baño.

Luego ellos comentaron que iban a jugar, y yo me quedé allí, sola, pasmada en el pasillo. Con un suspiro, arrastré mis cosas hasta mi habitación y me tumbé en la cama. Luego me acordé del sobre y lo abrí corriendo. Dentro encontré 100.000 yenes (¡¡100.000 yenes!!) y una carta. La carta era de la madre de los niños.

Querida Hasuko:
Soy la madre de los mellizos. Siento no poder estar ahí para recibirte, pero mi marido y yo teníamos que coger el primer vuelo.
Como habrás podido comprobar, he adjuntando dinero para los gastos de la casa. Úsalo para la comida, repuestos de cualquier cosa necesaria y si los niños insisten en comprar algún libro.
En cuanto al horario, no los despiertes por la mañana a menos que hayáis planeado alguna actividad juntos. Puedes planear actividades con ellos a la hora de cenar...

Bla, bla, bla... El resto de la carta hablaba sobre que los dejase salir por la tarde con sus amigos, sobre sus gustos a la hora de la comida y otros detalles sin mucha importancia. Sí que era perfeccionista la mujer...

Miré la hora y me di cuenta de que tenía que hacer la comida. Bajé a la cocina e hice tres tortillas. Nada del otro mundo.

Akemi vino enseguida a fisgar, y Dai apareció cuando terminé de cocinar. Ellos dos pusieron la mesa, y pronto empezamos a comer, tras un "Itadakimasu!" colectivo.

-Ey, onee-chan. -comentó Dai. -No nos has dicho cómo te llamas.

"Mierda, es verdad." pensé. Nunca me había gustado del todo mi nombre, pero tenía que decirlo.

-Mi nombre es Hasuko.

-¿Hasuko? ¿En hiragana? -preguntó Akemi.

-No, baka. Fijo que se escribe con el kanji de loto. -dijo Dai.

-Sí, es con kanji. -comenté, sorprendida de que lo conociese.- Pero no es necesario insultar a tu hermana, Dai. -este protestó por lo bajo y murmuró un gomen.

Me levanté a coger un bolígrafo y escribí mi nombre en una servilleta.

-¡Qué bonito! -comentó Akemi. Alargó la mano para coger la servilleta y escribió el suyo debajo. Luego le pasó el boli a Dai, que después de dudar, escribió el suyo abajo de todo.

蓮子
明美

Conocí a un chico con un nombre extraño. [DConan]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora