7. Gildero Lockhart (¬ ¬)

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Al parecer, Hermione estaba enojada con sus tres amigos, por lo del coche, a Alice la levanto con una almohada voladora y un hechizo de agua.

El día estaba de un triste color gris, las cuatro grandes mesas correspondientes a las cuatro casas estaban repletas de soperas con gachas de avena, fuentes de arenques ahumados, montones de tostadas y platos con huevos y beicon. Harry y Ron se sentaron en la mesa de Gryffindor junto a Hermione y Alice, que tenía su ejemplar de Viajes con los vampiros abierto y apoyado contra una taza de leche. La frialdad con que ella dijo «buenos días», hizo pensar a Harry que todavía les reprochaba la manera en que habían llegado al colegio.

— Mejor preguntale como me despertó — dijo Alice agarrando una tostada mas para comer su huevo. Neville Longbottom, por el contrario, les saludó alegremente. Neville era un muchacho de cara redonda, propenso a los accidentes, y era la persona con peor memoria de entre todas las que Alice había conocido nunca.

—El correo llegará en cualquier momento —comentó Neville—; supongo que mi abuela me enviará las cosas que me he olvidado.

Efectivamente, Alice acababa de morder su tostado con el huevo, cuando un centenar de lechuzas penetraron con gran estrépito en la sala, volando sobre sus cabezas, dando vueltas por la estancia y dejando caer cartas y paquetes sobre la alborotada multitud. Un gran paquete de forma irregular rebotó en la cabeza de Neville, y un segundo después, una cosa gris cayó sobre la taza de Hermione, salpicándolos a todos de leche y plumas. Una carta para Alice, la cual hizo una mueca  era un howler, lo abriría después, no quiere escuchar francés por el momento

—¡Errol! —dijo Ron, sacando por las patas a la empapada lechuza. Errol se desplomó, sin sentido, sobre la mesa, con las patas hacia arriba y un sobre rojo y mojado en el pico.

»¡No. ..! —exclamó Ron.

—No te preocupes, no está muerto —dijo Alice, tocando a Errol con la punta del dedo.

—No es por eso... sino por esto.

Ron señalaba el sobre rojo. Alice comprendio a lo que Ron se referia.

— Yo también recibi una —Alice y Ron suspiran con temor, viendo sus cartas y luego sus rostros —. Abrelo tu, yo después lo haré.

A Harry no le parecía que tuviera nada de particular, pero Ron y Neville lo miraban como si pudiera estallar en cualquier momento.

—¿Qué pasa? —preguntó Harry.

—Nos han enviado un howler —dijo Ron con un hilo de voz.

—Será mejor que lo abras, Ron —dijo Neville, en un tímido susurro—. Si no lo hicieras, sería peor. Mi abuela una vez me envió uno, pero no lo abrí y... —tragó saliva— fue horrible.

Harry contempló los rostros aterrorizados y luego el sobre rojo.

—¿Qué es un howler? —dijo.

Pero Ron fijaba toda su atención en la carta, que había empezado a humear por las esquinas.

—Ábrela —urgió Neville—. Será cuestión de unos minutos.

Ron alargó una mano temblorosa, le quitó a Errol el sobre del pico con mucho cuidado y lo abrió. Neville se tapó los oídos con los dedos. Harry no comprendió por qué lo había hecho hasta una fracción de segundo después. Por un momento, creyó que el sobre había estallado; en el salón se oyó un bramido tan potente que desprendió polvo del techo.

—... ROBAR EL COCHE, NO ME HABRÍA EXTRAÑADO QUE TE EXPULSARAN; ESPERA A QUE TE COJA, SUPONGO QUE NO TE HAS PARADO A PENSAR LO QUE SUFRIMOS TU PADRE Y YO CUANDO VIMOS QUE EL COCHE NO ESTABA...

Alice y la Camara Secreta [AIH#2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora