22. ¡Nadie esta a salvo!

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Despertaron al día siguiente con un sol intenso y una brisa ligera y refrescante.

—¡Perfectas condiciones para jugar al quidditch! —dijo Wood emocionado a los de la mesa de Gryffindor, llevando los platos con los huevos revueltos—. ¡Harry, levanta el ánimo, necesitas un buen desayuno!

Harry había estado observando la mesa abarrotada de Gryffindor, preguntándose si tendría delante de las narices al nuevo poseedor del diario de Ryddle. Hermione lo intentaba convencer de que notificara el robo, pero a Harry no le gustaba la idea. Tendría que contar todo lo referente al diario a algún profesor, ¿y cuánta gente sabía por qué habían expulsado a Hagrid hacía cincuenta años? No quería ser él quien lo sacara de nuevo a la luz.

Al abandonar el Gran Comedor con Alice, Ron y Hermione para ir a recoger su equipo de quidditch, otro motivo de preocupación se añadió a la creciente lista de Harry. Acababa de poner los pies en la escalera de mármol cuando oyó de nuevo aquella voz:

—Matar esta vez... Déjame desgarrar... Despedazar...

Harry dio un grito, Alice se sintió aprisionada, mirando las paredes y Ron y Hermione se separaron de ellos asustados.

—¡La voz! —dijo Harry, mirando a un lado—. Acabo de oírla de nuevo, ¿vosotros no?

Ron, con los ojos muy abiertos, negó con la cabeza. Hermione, sin embargo, se llevó una mano a la frente.

—¡Harry, creo que acabo de comprender algo! ¡Tengo que ir a la biblioteca! ¡Vamos, Alice!

— Tengo quidditch, Hermione.

— Cierto, lo siento, los veo después.

Y se fue corriendo por las escaleras.

—¿Qué habrá comprendido? —dijo Harry distraídamente, mirando alrededor, intentando averiguar de dónde podía provenir la voz.

—Muchas más cosas que yo —respondió Ron, negando con la cabeza.

—Pero ¿por qué habrá tenido que irse a la biblioteca?

—Porque eso es lo que Hermione hace siempre —contestó Alice, encogiéndose de hombros—. Cuando le entra alguna duda, ¡a la biblioteca!

Harry se quedó indeciso, intentando volver a captar la voz, pero los alumnos empezaron a salir del Gran Comedor hablando alto, hacia la puerta principal. Iban al campo de quidditch.

—Será mejor que nos movamos —dijo Alice—. Son casi las once..., el partido.

Alice subió a la carrera la torre de Gryffindor, cogió su escoba y se mezcló con la gente que se dirigía hacia el campo de juego. Pero su mente se había quedado pensando en Hermione, tenia un mal presentimiento, y mientras se ponía su túnica de juego en los vestuarios, su único consuelo era saber que todos estaban allí para ver el partido.

Los equipos saltaron al campo de juego en medio del clamor del público. Oliver Wood despegó para hacer un vuelo de calentamiento alrededor de los postes, y la señora Hooch sacó las bolas. Los de Hufflepuff, que jugaban de color amarillo canario, se habían reunido para repasar la táctica en el último minuto. Alice miro a Cedric, y este la miro a ella. Alice sonrio ha Cedric levemente. Este imito su gesto, pero Alice cambia la forma de sus labios por una sorprendida.

Alice acababa de montarse en la escoba cuando la profesora McGonagall llegó corriendo al campo, llevando consigo un megáfono de color púrpura.

—El partido acaba de ser suspendido —gritó por el megáfono la profesora, dirigiéndose al estadio abarrotado. Hubo gritos y silbidos. Oliver Wood, con aspecto desolado, aterrizó y fue corriendo a donde estaba la profesora McGonagall sin desmontar de la escoba.

Alice y la Camara Secreta [AIH#2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora