El verano estaba a punto de llegar a los campos que rodeaban el castillo. El cielo y el lago se volvieron del mismo azul claro y en los invernaderos brotaron flores como repollos. Pero sin poder ver a Hagrid desde las ventanas del castillo, cruzando el campo a grandes zancadas con Fang detrás, a Harry aquel paisaje no le gustaba; y lo mismo podía decirse del interior del castillo, donde las cosas iban de mal en peor.
Harry, Alice y Ron habían intentado visitar a Hermione, pero incluso las visitas a la enfermería estaban prohibidas.
—No podemos correr más riesgos —les dijo severamente la señora Pomfrey a través de la puerta entreabierta—. No, lo siento, hay demasiado peligro de que pueda volver el agresor para acabar con esta gente.
Ahora que Dumbledore no estaba, el miedo se había extendido más aún, y el sol que calentaba los muros del castillo parecía detenerse en las ventanas con parteluz. Apenas se veía en el colegio un rostro que no expresara tensión y preocupación, y si sonaba alguna risa en los corredores, parecía estridente y antinatural, y enseguida era reprimida.
Alice se repetía constantemente las últimas palabras de Dumbledore: «Sólo abandonaré de verdad el colegio cuando no me quede nadie fiel. Y Hogwarts siempre ayudará al que lo pida.» —¿Qué habrá querido decir, Dumbledore? —se preguntó Alice en voz alta cuando caminaban a su otra casa.
—No lo sé —repone Harry — ¿con qué finalidad había dicho aquellas palabras? ¿A quién iban a pedir ayuda, cuando todo el mundo esta tan confundido y asustado como nosotros?
—Si, no sé, si me llegara a topar con el monstruo, me asustaría, hasta llegar al fondo de esto —admite Alice, temblando levemente.
La indicación de Hagrid sobre las arañas era bastante más fácil de comprender. El problema era que no parecía haber quedado en el castillo ni una sola araña a la que seguir. Alice y Harry las buscaban adondequiera que iban, y Ron los ayudaba a regañadientes. Además se añadía la dificultad de que no les dejaban ir solos a ningún lado, sino que tenían que desplazarse siempre en grupo con los alumnos de Gryffindor. La mayoría de los estudiantes parecían agradecer que los profesores los acompañaran siempre de clase en clase, pero a Alice le resultaba muy fastidioso. Ademas de que hacia doble tarea, una con su nombre y otra con el nombre de Hermione.
—¿Esto lo hizo la señorita Granger? —preguntó McGonagall viéndola con una mirada severa.
—Si, Hermione aunque estuviera en una grave enfermedad seguiría haciendo la tarea o estudiando —la profesora McGonagall sonríe divertida por el tema que le ha dicho la pequeña castaña.
Pero no todos los maestros se portaron tan comprensivos como McGonagall, Snape, no.
—Si vuelve ha entregarme algo como esto, le restare cincuenta puntos a Gryffindor —Alice baja la mirada apenada, mirando sus manos por querer ayudar a su amiga.
—No volverá a pasar profesor Snape.
Pero, regresando al tema de los ataques, había una persona, sin embargo, que parecía disfrutar plenamente de aquella atmósfera de terror y recelo. Draco Malfoy se pavoneaba por el colegio como si acabaran de darle el Premio Anual. Alice no comprendió por qué Malfoy se sentía tan a gusto hasta que, unos quince días después de que se hubieran ido Dumbledore y Hagrid, estando sentado detrás de él en clase de Pociones, le oyó regodearse de la situación ante Crabbe y Goyle:
—Siempre pensé que mi padre sería el que echara a Dumbledore —dijo, sin preocuparse de hablar en voz baja—. Ya les dije que él opina que Dumbledore ha sido el peor director que ha tenido nunca el colegio. Quizá ahora tengamos un director decente, alguien que no quiera que se cierre la Cámara de los Secretos. McGonagall no durará mucho, sólo está de forma provisional...
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Alice y la Camara Secreta [AIH#2]
FanfictionTras derrotar por primera vez a Lord Voldemort, en la búsqueda de la piedra filosofal, Alice espera impaciente su segundo año,tras un par de semanas en Francia, una cansada y aburrida semana con los Malfoys, y una mas divertida en la Madriguera. Ali...