NOVENA HOJA

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El príncipe que rescata... ¿Al príncipe?

No puedo creer lo que acaba de pasar. Joder, necesito un tranquilizante. Siento que mi corazón saldrá de mi pecho de lo rápido que va.

Maldición, ¿por qué provocas tanto en mí Guillermo?

Estoy en un cubículo del baño de la escuela. Ya no puedo entrar a clases, voy tarde, así que decidí quedarme aquí hasta que toque descanso. Me cago en... Mi corazón no deja de latir malditamente apresurado, y ya no sé si es por haber corrido hasta aquí o por el chico que salvé de caerse por las escaleras.

¡Por poco se cae! ¡Y por mi culpa!

Jodida torpeza la que tengo.

Yo iba distraído corriendo hacia las escaleras. Cuando iba bajando, sin querer empujé a alguien con mi hombro, logrando que perdiera el equilibrio. ¡Pero yo no sabía que ese alguien era Guillermo! Antes de que cayera hacia atrás, escaleras abajo, lo tomé de la cintura y lo acerqué a mí de un tirón.

¡Que embarazoso! No volveré a salir de aquí. Nunca. Jamás.

Bueno, para rematar, yo había quedado con Guillermo en mis brazos. Él me miraba con sus ojos bien abiertos y yo respiraba agitado tratando de asimilar lo que estaba pasando. Aún no logro hacerlo.

Tras unos segundos de mantener miradas, el chico me sonrió y rió sutilmente. Yo no entendía de qué carajo se reía. Los colores se apoderaron de ambos. Pero a diferencia de mí, él se veía hermoso como siempre, mientras que yo debí haber tenido una cara de pringado de la leche. Joder, debe pensar que soy un imbécil.

Sin darme cuenta, seguía sosteniendo su cuerpo. Si lo soltaba caería hacia atrás, ya que todo su peso estaba en mis brazos (es liviano, podría llevarlo como princesa y no me cansaría... es una bonita imagen).

Nuestra conversación fue corta por obviedad. No es muy lindo ser empujado de la nada, así como así. Pero a Guillermo no pareció molestarle en lo absoluto.

Como siempre su voz inundo mis oídos primero, comentando "Vaya, al parecer eres muy distraído ¿no? Uhm... pero tienes muy buenos reflejos" y rió otra vez. Estoy seguro de que quiere matarme, y lo conseguirá si sigue mostrándome su hermosa sonrisa.

Luego preguntó risueño si podría soltarlo y dejarlo en pie. Yo asentí diciendo rápidamente "Sí, sí, sí. Lo siento mucho", y él como siempre, tan amable y dulce respondió un "Da igual, no te preocupes, agradezco haber caído en tus brazos" me miró tiernamente y se fue. Y yo, bueno yo quede como un parguela a mitad de las escaleras. En ese momento fue cuando me di cuenta de que todos me miraban. Bueno, algunos no porque les importaba una reverenda mierda. Pero, de todas formas, el color se me fue de golpe al rostro y me fui corriendo de allí.

Así llegué hasta aquí. Y no pienso salir más en lo que me queda de vida.

Guillermo, ¿qué me estás haciendo?

fndE


Hojas de libreta [CORRIGIENDO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora