Cita perfecta por él e imperfecta por mí.
Uhm, no había escrito lo que pasó en la salida del sábado con Guillermo. Aprovecharé mientras estamos en receso de clases. Hoy es lunes y no he visto al chico todavía.
Bueno, para empezar, fue un desastre. Pero un desastre precioso.
Primero, me fui media hora antes de que fueran las cinco. ¡Pero es porque estaba que explotaba de la ansiedad! Había estado toda la mañana y parte de la tarde yendo y viniendo de la sala a la cocina, fijándome si el jodido reloj se dignaba a avanzar más rápido. Pero al parecer, cuando más quieres que pase algo, más sientes que se demora.
Como decía, al llegar a su casa, él aún no se encontraba listo y bueno, tuve que aguantarme estar con su madre en la sala mientras ésta me analizaba con una mirada penetrante. Fue incómodo. Muy incómodo. Pero no la culpo, hay muchos tíos hijos de puta por ahí sueltos que podrían dañar a su hijo. Yo jamás querría dañar a Guillermo.
Cuando ella abrió la boca para comenzar a hablar, se escuchó al chico bajar las escaleras. Me levanté del sofá como si tuviera un resorte en el culo y me giré para verlo. La palabra "magnífico" quedaba corta a como realmente se veía. Se encontraba con unos pantalones de mezclilla algo ajustados, y una simple camiseta color vino de igual manera ajustada. Su pelo estaba húmedo lo que hacía que se viera brillante y natural. Yo sólo pude tragar saliva y murmurar "Dios...". Creo que no me escuchó, aunque no estoy totalmente seguro, ya que tenía un pequeño sonrojo en sus dulces mejillas. Él me saludo alegremente y se despidió de su madre. Yo hice lo mismo, pero con más... respeto. Aunque eso no evitó que me susurrara "Si lastimas a mi hijo te corto las de allí abajo" y se alejara diciéndole a Guillermo que se cuidara. Bastante tierna la señora.
En ese momento no lo pensé, pero me extraña que sobreproteja tanto a su hijo. Me pregunto si al chico lo habrán lastimado alguna vez... es horrible pensar en alguien haciendo sufrir a Guillermo. Él se merece todo menos eso.
Ya fuera de su casa, me preguntó a donde iríamos, y bueno en ese instante recordé que no había pensado en eso. Me sigo sintiendo como un idiota por olvidar algo como eso.
Me quedé en silencio mientras él me observaba con una sonrisa esperando por mi respuesta. Yo empecé a moverme nervioso en mi lugar y el chico notando aquello, se rió dulcemente y dijo "Vaya, creo que no tienes muchas ideas... ¿Qué tal... ¿Si vamos a comer y luego a pasear por ahí, mientras fumamos un poco? ¿Te apetece?" y volvió a reír. Murmuré un "¡C-claro! Todo es bueno si estás tú... ¡Di-digo! ¡vamos!", comencé a caminar rápidamente y él me alcanzó con una sutil sonrisa en sus labios. Estaba rojo de vergüenza, diablos.
La comida fue... mmm como describirla... Quizás grandiosamente imperfecta. Todo al principio fue como auto sobre ruedas, conversamos tranquilamente, reíamos de las tonterías e incluso podría decir que coqueteamos un poco. O bueno, tal vez yo coqueteaba un poco. Pero cuando llegó la hora de retirarse, toda la paz que había logrado en mi interior se fue por el caño. Al levantarme, sin querer empuje a una mesera que pasaba por detrás de mí y esto provocó que ella tropezara y botara la comida que llevaba en la bandeja encima de un señor calvo, haciéndolo poner rojo y furioso. Yo sólo atiné a exclamar "¡Lo siento mucho!" antes de que Guillermo tomara mi mano y corriéramos fuera del local.
Al estar lo suficientemente lejos, el chico comenzó a reír a carcajadas y yo aún en shock lo imité, pareciendo dos locos en mitad de la calle a risotadas sueltas.
Escucharlo reír así fue... joder. Solo joder. Guillermo es hermoso en todas sus facetas.
Cuando acabamos de reír, ambos con lágrimas en nuestros ojos, él comenzó a caminar. Yo lo seguí sintiendo a mi corazón agitado. Me pregunté si el de Guillermo estaría igual.
Minutos después el chico sacó la cajetilla de cigarrillos y me ofreció uno. Lo tomé, le dije gracias y lo encendí. Inhalé profundo y luego expulsé el humo, sintiéndome aliviado, mirando la nube negra que se había formado. Miré a Guillermo hacer lo mismo, y demonios se veía hermoso, puro, brillante. No sé qué adjetivo más escribir para calificar a un ser que no pertenecía a este mundo.
Él era como una flor en un desierto. Único e irreal.
Volvimos a charlar. Los nervios habían desaparecido, más mentiría si dijera que no sentía un cosquilleo en mi estómago cada vez que él me miraba o simplemente hacía cualquier gesto con sus labios.
Me habló de sus gustos, de porque se había mudado, de su familia, de varias cosas que algún día escribiré.
Salir con Guillermo hizo que el sentimiento que sentía por él creciera aún más. Ya que pude saber que él no solo es lindo por fuera, si no que también por dentro. Es la dulzura hecha persona.
Y no puedo esperar para salir otra vez con aquel chico tan alegre y lleno de vida. Aunque... Si soy sincero, siento que Guillermo tiene otra faceta... Una que no precisamente es feliz.
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Hojas de libreta [CORRIGIENDO]
Fiksi PenggemarAU: Samuel usaba su libreta de diario. Guillermo era su inspiración. →Capítulos cortos