Nunca, jamás.
Dos semanas. Durante dos jodidas semanas no he podido ver a Guillermo.
Desde lo que pasó él no ha asistido a clases, y si os preguntáis, sí, estoy más preocupado y triste de lo que aparento al escribirlo. No es fácil expresar todo lo que sientes en un pedazo de papel.
Alex lo ha visitado. Lo hizo el mismo día en que le dije lo que le había sucedido a su mejor amigo. Yo no he podido ir... O más bien no tengo el valor para hacerlo. Me siento culpable solo de recordar que yo no estuve lo suficientemente pendiente de su cuidado, para evitar que viviera esa desagradable situación. A eso se le agregan, las descripciones que me ha dado Alex de su estado deprimente que solo hacen que me sienta peor.
Dice que Guillermo pasa todo el día encerrado en su habitación a oscuras tan solo tomando agua. Agua que después se transforma en llanto, ya que también mencionó que todas las veces que lo ha ido a ver, tenía sus ojos rojos e inflamados de puro llorar. Joder, ¿por qué?, ¡¿por qué a alguien que quiero tanto eh!? Me hace daño saber que llora, que sufre por un hijo de puta que no sabe respetar nada ni a nadie. Coño, es que, cuando lastiman a alguien que uno aprecia, de verdad duele. Duele mucho.
Alex también comentó que su madre estaba demasiado preocupada por el estado de su hijo y que lo único que pedía era que yo lo fuera a visitar. Según ella, eso lo haría sentir mejor. Y pensar que cuando me vio por primera vez solo quería echarme a patadas de su casa. Que ironía.
Que ella me pidiera eso, me hacía sentir mejor, porque no me veía como el culpable de lo sucedido, si no como el que evitó que se aprovecharan de su hijo. A diferencia de mí que me veo como el culpable de un nuevo trauma en la vida de Guillermo. Es así, posiblemente nunca vaya a pensar lo contrario.
Por esto mismo mi madre me ha estado consolando todos estos días que no he visto al chico. Me trata de convencer de que yo no soy el culpable de los hechos, que en realidad yo había sido su "héroe" ya que gracias a mi no había pasado a mayores. Pero a mí me entraba por una oreja y me salía por la otra, porque nada de lo que decía, hacía que yo cambiara de opinión.
Me lo he pensado bien, y no era porque me gustara que me rogaran, pero tanta insistencia por parte de la madre de Guillermo tal vez haya ayudado a que me de valor ir a verlo.
Pero mañana será, ahora solo quiero dormir, o intentar porque no he descansado mucho estos últimos días por razones obvias.
[...]
Bueno. He regresado de visitar al chico y ahora no sé lo que realmente siento. Es como... un mezcla de alivio con tristeza y al mismo tiempo felicidad. Extraño.
Primero al salir de mi casa esta mañana, he pensado que quizás unas cuantas chucherías podrían alegrar un poquito al chico bonito, por lo cual antes de dirigirme a su casa, fui en busca de gominolas para Guillermo.
Yo sabía que a él les fascinaban. En realidad, yo no sé como puede comer chuches sin explotar, ya que él es dulce por naturaleza. Es como un delicioso bombón. (Que ganas de comer chocolate me han entrado, tío, bueno... quizás no sea chocolate lo único que me gustaría comer).
Al grano ¿vale? Cuando toqué la puerta de su casa, la madre de Guillermo me abrió y al verme abrió sus ojos sorprendida, y me invitó a pasar de inmediato. Yo gustoso entré escuchando como me daba la gracias por haber venido y contándome algo histérica como se encontraba su hijo.
Yo la tranquilicé. Le pregunté si podía subir y ella respondió que sí pero que fuera delicado, porque él definitivamente no estaba nada bien.
Subí las escaleras, viendo unas fotos que habían en la pared de ésta. La que más hermosa y tierna me pareció, fue una donde salía Guillermo de pequeño junto a una bebé que aseguré que sería su hermana. Era tan mono, Dios. Que ganas de haber estado ahí y besarle esos preciosos cachetitos.
Terminé de subir con una sonrisa en el rostro. Me fijé en la puerta cerrada de la habitación del chico y suspirando me acerqué tocando suavemente. Se escuchó un pequeño murmullo rabioso diciendo "Non disturbare mamma*". Yo contesté desde fuera "Soy Samuel, ¿También quieres que me vaya o..." no alcancé si quiera a terminar la oración cuando ya tenía al chico con la puerta abierta frente a mí exclamando "¡No! ¡No te vayas!".
Cuando lo miré detenidamente, sentí una opresión en mi pecho, como si lo estrujaran tal cual una esponja con exceso de agua. Vestía unos pantalones de pijama sueltos y una polera totalmente distinta al diseño de la prenda inferior. Cabello despeinado, labios resecos, mejillas enrojecidas y ojos cristalinos fue lo que me encontré más arriba. De nuevo sentí culpa. También unas terribles ganas de abrazarlo y protegerlo, porque se veía indefenso, como nunca antes había visto a Guillermo.
Él solo me miraba sin creerse que estaba ahí y cuando volvió a la realidad, cubrió su rostro frotándolo y ordenando un poco su pelo. Entre medio musitó avergonzado "Mierda, de seguro luzco asqueroso en este momento. Perdón". Yo le respondí con sinceridad "Asqueroso fue el primer adjetivo que descarté al verte. Estás perfecto". El chico sonrió tímido y me hizo pasar a su habitación.
Ahí él se sentó en la cama, indicándome que me sentara a su lado. Yo así lo hice y nos quedamos en silencio unos segundos hasta que yo recordé las gominolas, pasándoselas. Guillermo me agradeció por el bonito gesto, y abrió el paquete, comenzando a comer.
Me di cuenta en ese momento que estaba sumamente delgado.
Hubo un minuto, ya cuando los chuches estaban acabados, donde el chico agarró una de mis manos y la rodeó con las suyas. Me hizo sentir miles de emociones diferentes.
Lo que me dijo desde ahí me hizo realmente feliz. Mirándome habló:
«Agradezco mucho tenerte Samuel. Eres muy bueno conmigo y... te doy infinitas gracias por todo, todo lo que has hecho por mí y los momentos que hemos vivido y esas cosas uh.
Si tú no hubieras estado en la piscina ese día quizás, yo, yo uhm... ya sabes, no quiero mencionarlo. Me has vuelto a salvar Samuel. Definitivamente si eres mi salvador» y me besó las dos mejillas, logrando que un suave rubor se apoderara de ambos.
Yo no pude evitar estrecharlo entre mis brazos, mientras le aseguraba que nunca, jamás (tal vez en toda la vida) dejaría de protegerlo.
Y, pienso... ¿él aceptaría estar conmigo toda una vida?
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*No molestes mamá
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Hojas de libreta [CORRIGIENDO]
FanfictionAU: Samuel usaba su libreta de diario. Guillermo era su inspiración. →Capítulos cortos