VIGÉSIMA SEGUNDA HOJA

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Progresando.

A veces... me pongo a imaginar a Guillermo en diferentes situaciones. Una de mis favoritas, es imaginarlo durmiendo. Me lo imagino tan sereno, lindo, con una de sus mejillas apretadas a la almohada, sus labios entreabiertos y su cabello revuelto.

Debe ser tan admirable y relajante poder dormir con él. No en el sentido sexual, si no que... solo recostarme y disfrutar de la calidez de Guillermo. Poder tomarle la cintura y sentir su respiración acompasada en mis oídos. Ah. Algún día Samuel, solo ten paciencia.

Bueno, al único que puedo tenerle paciencia es a él, porque con Luzu es totalmente diferente. Debo golpearlo unas veinte veces al día más o menos. Es divertido. Además él se queja y hace pucheros para parecer tierno y que me de pena, pero no le resulta y yo me burlo en su cara de su mal intento por parecer algo que nunca será. Ser cruel con tu mejor amigo debería ser un trabajo pagado, sería millonario.

Solo Guillermo logra ablandar mi corazón.

Con sus miradas, su voz, sus sonrojos, su risa... Todo en su anatomía es perfecto.

¡Oh! Casi se me olvidaba. Creo que el chico si escuchó mi confesión. Y lo deduzco porque cuando me miró al otro día por la mañana, acompañando a sus ojeras, sus mejillas se tiñeron de rojo y volvió su vista al casillero donde acomodó unos cuantos libros y se fue casi corriendo. Yo sonreí con ternura y me dirigí hacia Luzu para contarle lo que había pasado en la madrugada.

Saltó.

Mi mejor amigo saltó cuando se enteró de mi conversación con el chico. Y chilló como una chica al ver a su banda favorita. Aún me duelen los oídos por eso. Parecía de esas típicas amigas que dicen: 'Ay amiga cuentame todo, cada detalle'. En realidad sí dijo eso, pero con voz afeminada y moviendo exageradamente las manos en forma de diva. Yo solté una carcajada. Ahí recordé porque seguía siendo amigo de ese idiota.

Luego de contarle, ganándome grititos de emoción, fuimos a clases y ahí Guillermo volvió a matarme.

Como a mitad de la clase, una las chicas que estaban a mi lado susurró señalándome al muchacho de mejillas abultadas: "El chico lindo te lo manda". Fruncí el ceño y se lo arrebaté con fuerza, demostrando mi molestia. Jodidas mojabragas. Solo una cosa me pasó por la mente en ese momento "Alejate de él zorra. Guillermo es mío". Ya la encontraría sola... Vale no, pensamientos homicidas fuera.

Cuando abrí el pequeño pedazo papel, disimulando mi desesperación y ansiedad al hacerlo, leí que Guillermo me pedía salir con él mañana después de clases. Yo le contesté que sí y al lado coloqué "¿Como una cita? ;)". El papel me llegó minutos después, con la respuesta de "Exacto ;)" y sin querer grité de una manera no muy masculina. Todos me voltearon a ver y yo me puse rojo como tomate.

Tendría otra salida más con Guillermo. Y el mismo aceptó que era una cita. Así que vamos progresando.

Espero que todo resulte bien y que no haya tropiezos como la otra vez.

Solo dos chicos rodeados de una nube de sentimientos.






Hojas de libreta [CORRIGIENDO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora