Cap.14 Puede quedar...

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Cap.14 Puede quedar...

Javi

Por suerte la ambulancia llegó lo más rápido que pudo. Me subí a acompañarla, luego cuando llegue pensaba avisar a su abuela. Mientras que el maldito ese, se fue en su coche. Si lo veo en el hospital, juro que le daré su merecido.

La miré y vi como seguía con sus ojos cerrados. Notaba el dolor que tenía en mi pecho. Jamás me había sentido así. Era una parte nueva que estaba descubriendo. Pero gracias a eso, me he dado cuenta que de verdad me importa. Que sin ella no podré ser yo. Sin ella no puedo respirar, ni pensar otra cosa. Ella era parte de mi ya. Era lo más bonito que existía. Aunque, se que acabábamos discutiendo por tonterías. Que es fría muchas de las veces y eso. Pero ya no me importa.

Solo se que ella siente cosas por mi, aunque no lo demuestra. Se que la quiero, y supongo que también la amo. Pero tendría que hablar con Jenni, decirle las cosas tal y como son. Porque se que con ella no sentiré jamás lo que siento con Paula. Ella era especial.

Y no aguantaba verla así. Pálida.

Tenía miedo de si algo malo le puede pasar por culpa del accidente. Esperaba que no. Ojalá nada malo pase. Pero no se sabe.

Le había cogido la mano, para que note que estaré con ella siempre que haga falta. Aunque lo más seguro es que ni se entere. Pero por probar.

Minutos más tarde...

Nada más llegar, se la llevaron en una camilla y yo me quedé en la sala de espera. Estaba nervioso, demasiado.

Primero llamé a mi abuela, que vinieran las dos, iba a ser lo mejor. Y a sus padres, por ahora no les diremos. Esperemos que no sea nada grabe. Porque, lo contrario, habrá que avisarles.

En diez minutos o así, ya se encontraban las dos.

Las mandé sentarse, ya que no podrían aguantar de pie. Su abuela estaba llorando, tenía miedo. La entendía. Pero por suerte estaba la mía para apoyarla en lo que haga falta. Ya que yo, no sirvo de gran ayuda.

Al darme cuenta, en ese instante, llegó el imbécil.

Me acerqué a grandes pasos y lo cogí por el cuello.

-¡No tienes derecho a venir aquí!- dije entre dientes, el solo me miró con una cara, que no me importaba si era de tristeza, nervios, miedo. Me dio exactamente igual.

-Lo siento.- fue lo único que dijo. Pero ese perdón, a mi, no me valía.

-¡Ni lo siento, ni hostias!- alcé la voz, en ese instante tenía a mi abuela a mi lado, intentando calmarme. Pero no servía.- ¡Lárgate de aquí! No tienes nada que hacer.- chillé, seguía sujetándolo. No lo pensaba soltar.

-¡Me quedaré, te guste o no!- ahora el que chilló fue el.

-Imbécil.- después de eso, le dí un fuerte golpe en toda la mejilla derecha.

Y así empezó una pelea de golpes, algunos los esquivé, otros no. Lo bueno que le dí su merecido. Médicos intentando alejarnos, calmarnos. Pero no servía para nada. Ya que estábamos los dos de lo más cabreados. Y se lo merecía.

-¡ESTÚPIDO!- chillé.- ¡Si le pasa algo, te juro que te buscaré y te mataré!- me solté del agarre de un enfermero y con mi mano, limpié mi labio inferior que estaba sangrando.

Después de eso, por suerte lo convencieron para que se vaya. Mejor. Porque sino, seguro que nos tendrían que echar, porque hubiera seguido dándole lo que se merece.

Estuvimos un largo rato esperando. No sabría decir cuanto en conreto. Después de la pelea, me apoyé en la pared y comencé a darle vueltas a todo. Y nervioso a la vez por la llegada del médico. Porque en cualquier momento, iba a llamarnos para decir noticias.

A un paso © ® (Editando...)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora