Cap.17 No me lo esperaba

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Cap.17 No me lo esperaba

Paula

Seguía bastante confusa en el momento incómodo que me estaba encontrando. Ya se que muchas de las veces lo he visto sin camiseta y tal, como el día del lago. Pero, no. No podía verlo ahora. Porque era diferente. Muy diferente a las otras veces.

Así que me di media vuelta y me fui a tomar un poco el aire. Supongo que mi abuela estaría en la calle paseando y hablando de cotilleos con sus amigas, Pepa una de ellas. Pero me daba igual si me la encontrara. Solo quería relajarme y olvidar lo que acababa de pasar hace tan solo un minuto allí dentro.

Estuve un cuarto de hora o así tomando el aire en el jardín de la casa. Y decidí volver a entrar, no quería que pensaba mal de mi ahora.

No sé ni porqué pensé eso.

Con la silla de ruedas, empecé a dirigirme hacia donde se escuchaba un fuerte ruido. Al ver de que venía, era porque estaba moviendo el armario viejo que estaba en aquella habitación.

-¡No hagas tanto ruido!- alcé un poco la voz para que me escuchara.

Me miró y alzó una ceja.

-No es mi culpa hacer ruido.- siguió con su trabajo.- Si no te gusta, vete de aquí.- chilló.

¿Pero quién se cree hablándome así en mi propia casa? ¡Vaya marrón! ¡Ni que dije al malo! Solo que me molestaba el ruido. Te puede dejar hasta sorda. Pero bueno...

Como pasaba de discutir ahora mismo, lo miré con una mala cara que flipas y me fui de allí echando humo.

Las ganas que tenía de subir a mi habitación y poner la música a tope y bailar.

¡Joder!

Pues vaya asco, no puedo ni ir a mi habitación, ni bailar. Nada. Se me había olvidado por completo el pequeño detalle de que estaba en silla de ruedas.

Bajé la cabeza y noté lágrimas resbalarse por mis mejillas. Pero como era fuerte, rápidamente las limpié y me fui para la cocina. Iba a prepararme algo para comer. No tenía mucha hambre, pero era lo único que podía hacer. No tenía ganas de mirar la televisión, ni de pasear, ya que no podía, no había nada más que hacer.

Abrí el frigoríficio y me lo encontré medio vacío. Bueno, en realidad había de todo. Lo estuve observando varios segundos, hasta que decidí sacar sandía. Un poco de fruta no me haría mal.

Al ponerla sobre la mesa que había y coger el cuchillo, empecé a cortar poco a poco.

Se escuchó a alguien cantar, ni más ni menos, que Javi. ¡Quien más podría ser! Si solo estábamos el y yo en la casa.

No le dí demasiada importancia y seguí con lo mío.

Pero sin querer, al cortar la última parte del trozo de sandía, me dí cuenta que me corté el dedo.

-¡¡Ahhh!!- chillé al soltar rápido el cuchillo en la mesa y poner el dedo cortado en mi boca para parar un poco la sangre que estaba saliendo.

Dejó de cantar y escuché como corrió hasta mi. Se me acercó rápidamente y me echó una mirada.

-¿Qué pasó?- no le contesté solo saqué el dedo y vio la sangre que salía de el.- ¿Pero es que eres tonta o que te pasa?- alzó la voz y empezó a rebuscar no se que cosa por la cocina.

Lo único que hice yo fue quedarme en blanco por lo que me había dicho.

Parece ser que este chico, hoy se estaba pasando por como me estaba hablando. Pues no me parece muy bien. El cuanto se me relaje el dolor y pare la sangre, pensaba decírle algunas cosas a este.

A un paso © ® (Editando...)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora