Capitulo 5. Ni lo sentirás

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Cuando Hugo se acerca a mí, por inercia, cubro mi rostro con las manos, sé que se sienta en la butaca donde antes estaba Dana, simplemente porque siento el calor de su cuerpo.

—¡Oye! —dice con una voz tan profunda que me derrite, siento sus manos sobre las mías y las separa de mi rostro—. Si no veo tu rostro, no te podré admirar.

<<Oh, por Dios>>

—Disculpa...—digo mientras miro a Dana sentarse a mis pies y busco desesperada a mis padres, quienes salieron sin previo aviso—. Pero... debo verme un asco — termino diciendo con mucha vergüenza.

—Ni, aunque quisieras te verás mal —dice Dana, me está empezando a caer bien, pero debe estar mintiendo, no hay forma de que sea cierto, sé que soy bonita ¡pero vamos! acabo de despertar luego de estar dormida casi tres días.

—Dana tiene razón...—habla Hugo, su voz suena a miel, es tan increíble, me lanza una sonrisa de esas que hacen derretir a cualquiera—. ¿Tienes sed? —inquiere, yo solo asiento con la cabeza en lo que Dana me trae un vaso con agua.

—¿Así que, me salvaste? — <<¿Qué rayos estoy preguntando?>>   Tomo mi vaso y lo bebo hasta el fondo por los nervios, él vuelve a brindarme una sonrisa, pero esta vez con un tinte más pícaro. Me muero de la vergüenza al verlo a los ojos. Ese intenso azul parece estudiar mi alma.

—No sé si ese sea el término, yo solo detuve la hemorragia. La verdad Zafiro estoy muy feliz de verte bien — <<¿De verme bien?>> —. Lo digo porque tus mejillas están muy rojas.

¡Oh por Dios! Este chico sabe ponerme los nervios de punta, yo solo intento no hiperventilar, pero creo que es muy evidente porque Hugo ríe de forma socarrona.

—Disculpa Zafiro, mi hermano es un caso serio, solo te está molestando —justifica Dana mientras camina a la puerta, y una voz de alarma suena en mi cabeza, ella piensa dejarnos solos.

—¡Dana! — la llamo como si la conociera de toda la vida, ella sonríe, entre mujeres entendemos el tono de auxilio, pero se gira igual.

—¡Voy a volver! — gritó en lo que se retiraba de la sala.

Miro a Hugo con desespero, no sé qué haré con él aquí, sí, hay mucho que quiero saber, pero, él me supera.

Un silencio incómodo se instaló, porque ninguno de los dos sabe que preguntar o hacer, yo tomo con fuerza la sabana que me cubre, y al alzar la mirada hacia el chico, este rápidamente se voltea. Parecía pensativo, dubitativo y ansioso, intento decir algo, pero él se adelanta.

—Casi no pude Zafiro...— su voz era queda y sonaba a tristeza, yo no entendí hasta que tocó mi cuello, en el sitio donde se encuentra mi herida —.Ésta herida me volvió loco, 5 milímetros más, y nada de lo que yo hiciera te hubiera salvado. 

Él queda un tiempo observando mi piel, y yo no puedo evitar sentirme cálida bajo su tacto, su piel se sentía fuerte y suave al mismo tiempo, la locura en un sólo roce. De inmediato retira sus dedos de mi cuello, y nuestros ojos vuelven a hacer contacto.

—Disculpa, pero en verdad me asusté tanto. Ahora no sé qué hago, debería, debería presentarme ¿no?— otra vez esa sonrisa, asiento con la cabeza nuevamente, debo parecer una tonta—. Ya te dijeron mi nombre, pero me gustaría ser yo quien lo diga en voz alta. Me llamo Hugo.

Su nombre sonó con tanta determinación que estoy segura se impregnó en mi cerebro y nunca lo voy a olvidar, al igual que ese tatuaje y el aroma que expide su ser. 

—Bien, ya sabes, me llamo Hugo y ya conociste a mi loca hermana. —vuelve a sonreír y parece recordar algo, quizás sea el momento en que nos conocimos lo que tiene ahora en su cabeza.

La Piedra y El Sol [Libro 1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora