Capitulo 26. Buena Amiga

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¿Y qué pasa si decido olvidarte? ¿y qué pasa si quiero mandarte tan lejos de mis pensamientos? ¿Acaso estaría mal pensar que el mundo ya me ha dado la oportunidad de volver a caminar? Sí, no hace tan siquiera falta que me lo recuerdes, pues soy más que consciente que mientras este peso esté encerrado en mi pecho, jamás te podré desterrar por completo...te amo tanto, que incluso respeto el hueco que dejaste en mí.

Nos bajamos del bus, yo estaba colgada del brazo de Gizah quien al igual que todos se quedó boquiabierta admirando el bello paisaje.

Ya, ni bien pisaron la arena, Saskia, Fran, Fer, y Liza salieron corriendo directo al agua, obvio, también quiero hacer lo mismo, pero recuerdo que hace poco me he curado de aquella gripe tan fea así que solo me quedo mirando.

—¿Quieres ir a un lugar específico? —Gizah saca de su bolso unos lentes de sol y algo de protector solar, cosa que me ofrece enseguida y lo acepto.

—Solo quiero sentarme en la sombra —Exclamo al ver a todos corriendo y jugando en el borde de la playa, hasta a Dara.

—¡Hey! — Es Andree el que exclama, y en definitiva él ya estaba cómodo, pues solo traía puesto un short, no hace falta describir que el gimnasio ha hecho efecto en su cuerpo, hasta podría juntar la baba de Gizah y las demás que lo están mirando y venderlo como elixir — ¿No nos metemos al agua? — Pregunta.

—Yo... la verdad no— gracias, respondí, luego pasé la mirada a mi amiga quien sé que responderá lo mismo que yo, pero no, en definitiva, no puedo permitir que se prohíba a ella misma hacer algo que sé que le encantará— ¡Anda Gizah ve! — Le insisto mientras mis ojos registran a Berenice y Ebe paseando descalzas a la orilla de la masa de agua.

—Ve—le susurré, sabía que moría de ganas, lo podía palpar—¡Anda, aprovecha mujer! Insisto, ella rió con eso, al igual que yo.

De todas maneras, deseo hablar con Hugo y para ello prefiero privacidad. Gizah me dio un beso en la mejilla.

—Eres la mejor—me susurró antes de soltarme.

Luego de eso, salió corriendo junto con Andree, creo que no tiene ni una gota de remordimiento por dejarme sola, en fin, ella merece ser feliz.

Caminé en dirección opuesta a esos dos, decidida a sentarme bajo la sombrilla de paja más alejada de toda esta diversión que sobrepasa mi estado de ánimo, o sea, me encanta el lugar, pero, hay algo que me hace dudar, como un mal presentimiento que se aloja en mi pecho, quizás y Ojo de Mar no es tan buen lugar, al fin y al cabo, recién ahora, me suenan las advertencias de Helios. Quiero alejar eso de mi ser así que coloqué mis auriculares, para que mi cuerpo comience a relajarse, oír música era lo que necesitaba.

Solté mi cabello, y lo dejé peinar por el suave viento, la arena dificultaba mis pasos, pero no me rendiría, además, se vuelve divertido cuando debes caminar tanto.

Cuando llegué al fin a la sombrilla de paja, me tiré en la arena blanca, y antes de marcar a mi novio observé, cómo todos corrían, reían y disfrutaban, el fuego para la carne estaba siendo atendido por dos hombres quienes hablaban con Helios, los tres tomaban un refresco, mientras él contaba el dinero que costará seguro todo ese servicio.

Me quedo colgada observándolo, y saco la conclusión de que con sus 18 años parece tan maduro, que lo disocio por completo de aquella imagen herida y triste que vi en el bus. En fin, sacudo la cabeza y me recuesto en la base de la sombrilla solo para poner en pausa a la música y discar a Hugo.

Ni bien dio el primer tono y contestó.

—¡Mi amor! pensé que olvidaste, olvidaste llamarme, creí que...

La Piedra y El Sol [Libro 1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora