Capitulo 16. Él calma mi alma

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Devuélveme el aire que me robaste.

Hugo me soltó, me dijo algo que no comprendí y se fue, intenté seguir el hilo a lo que veía, pensando que solo se trataba de una ilusión, pero la sensación es tan real que siento la brisa y el aroma del bosque en mis fauces.

Entré desorientada a mi casa, a tentempié, porque la vista estaba dividida para mí, pareciera que con un ojo tenía a mi casa y con el otro, la escena extraña.

De repente ya no diviso la escalera, entonces siento las manos en mi espalda, pero esta vez me estaban atravesando, buscaban algo en mi interior, me revolvían tanto, que el sonido de mis tripas me daba arcadas, por que en verdad esas manos estaban tocando todo lo que tenía adentro.

La mujer se acercó dando pasos fuertes, sus pies descalzos rompían las hojas y eso lo convertía en más tétrico aún, cuando llegó a mi, tocó mis labios, que temblaban por la sensación del saqueo de aquellas manos, me observó durante un tiempo para fijar sus escalofriantes ojos azules en los míos, acomodó mi cabello, mientras ponía una mano en mi rostro como si fuese mi madre.

A continuación, se arrodilló junto a mí y allí me perdí en sus ojos, me intentaba atajar a la idea de que aún estaba en mi sala para no perder la cordura, pero lo que veía de mi casa era borroso, lejano.

—Aún no lo tiene— Dice la mujer a lo que fuere esté detrás de mí— Suéltala— Ordenó de forma amenazante, el miedo que se instaló en mí era demasiado grande como para poder controlarlo.

Las manos me dejaron de explorar, mientras mi respiración se entrecortaba, estoy más que segura que me dará un ataque de ansiedad en cualquier momento, intentaba centrarme, para ver si de esa manera podía encontrar de nuevo mi casa, y por sobre todo la cordura.

—Mi querida Amit... lo importante es que ya te encontré, y no te irás de mí.

Antes de levantarse, ella agarra mi rostro con fuerza, sus manos son suaves, pero sus dedos largos agarran todo mi rostro, como si de un gesto de poderío se tratara, me sostiene con mayor fuerza. Por su cercanía puedo oler algo extraño en ella, algo que me sacude por completo y me trae imágenes horribles a la cabeza.

Su oscura mirada se tiñó de placer al verme sufrir, estoy segura de que está disfrutando verme así, temblorosa, temerosa, ansiosa.

—¿Te sientes triste? —su voz suena divertida— No es la primera vez que te lo preguntan hoy verdad— Una risa elegante se escapa de ella, pero, así como es elegante, es tétrica— Mi niña, déjame mostrarte, la verdadera tristeza, una probada, de lo que jamás has sentido ¿crees que sufrir por amor es dolor? — Su risa fue cruel y estridente, su agarre seguía firme en mí y cada vez tenía más fuerza — Te haré saber lo que en verdad es dolor.

Me tiró al suelo, con ira, el golpe resonó en mi cabeza por una milésima de segundo, pues inmediatamente los gritos opacaron el eco de mi cráneo revotando sobre las rocas, al fondo de mi, percibía un extraño sonido a cascabeles con una mezcla de un aroma a rosas terriblemente fuerte.

El viento comenzó a soplar, tanto que las hojas golpeaban mi rostro, el largo de su vestido negro ondeaba al son, y como preludio a la catástrofe, en mis fosas nasales me inundaba el olor a sangre, parecía óxido, metal herrumbrado, y lo pútrido se mezclaba con ella.

—Mi niña, déjame darte un pedacito del verdadero infierno— dijo muy cerca de mi oído con su suave y dulce voz.

Con furia pisó mi espalda, mis huesos crujieron y el aire se fue por completo, con eso una oleada de sensaciones horribles me recorrieron el espíritu.

De la nada tenía hambre, mi estómago sentía consumirse a sí mismo, como si no hubiera comido en días, sed, cansancio, tristeza, dolor, tanto, comparado a la sensación de que una navaja estuviera atravesándome, la vida comienza a arrollarme, vengándose de mí.

La Piedra y El Sol [Libro 1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora