Capitulo 40. Huyendo

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Los acordes de una guitarra me llevan hasta un paisaje, me recuerda bastante a Ojo de Mar, desde el punto donde estoy, puedo ver a un hombre sentado en la rama de un árbol. Un árbol que se me hace muy familiar. Yo llevo un vestido blanco corto, hermoso, cómodo.

El viento sopla con fuerza, y el hombre que está sentado en la rama del árbol me hace una seña para ir hasta él, algo en mí, me pide que obedezca, así que comienzo a atravesar todo ese trecho, y en los lugares donde he pasado han salido flores de pasionarias, con sus verdes hojas, formándose su tallo en el camino.
Comienzo a acelerar el paso, porque el hombre parece un poco apurado, y dejo de prestar atención a las flores.

En el momento en que llego hasta él, se lanza del árbol y viene hasta mí, para darme un abrazo, con tantas fuerzas. En ese momento el viento sopla con toda su ira y las hojas del suelo se levantan, pero por alguna razón me siento confortable en los brazos de ese desconocido, a quien estoy segura de que ya lo había visto.

Me suelta y me ve directo a los ojos, los suyos eran de un intenso marrón, y me sentía cálida en ellos.

—Me ha costado mucho volver a verte— dice y me invita a sentarme en una roca, a lo que obedezco. —Pero estoy aquí Amit, dime ¿Cómo esta Ebe?

Me mordí los labios, porque de cierta manera me incomodaba que preguntara por ella, no sé ni siquiera quién es ¿está bien que responda a esa pregunta? Me acomodo en la roca y miro mis pies descalzos.

—Si, está muy bien— digo al fin, y tengo ganas de preguntarle quién es, pero no quiero tener que escuchar tampoco la respuesta.

—Tengo poco tiempo como siempre... solo déjame hablar... ellos han comenzado a cazar almas, no estás muy equivocada, el punto es así, mientras más almas queden de un lado, es el lado que tendrá ventaja...

— ¿Para qué? pregunto nerviosa, a pesar de que no quiero saber, debo saberlo, debo entender.

—Aún no lo comprendes— dice inclinando la cabeza— Zafiro... Amit, existen en este mundo sellado dos puntos entre el Cenit y el Nadir, esos puntos, son los que deben proteger, en el brazo de Helios, podrás ver que las almas contaminadas crecen en cantidad, la intención de Ader es golpear con esas almas esos puntos para usarlas como llaves... si el mundo llegase a abrirse de un día para el otro, sería como una implosión... ¿me comprendes?— pregunta y yo niego con la cabeza, entonces toma una ramita y comienza a dibujar en el suelo.

>> Éste es el mundo— dibuja un círculo, y alrededor una garabato circular— está rodeado de energía que sirve como sello para que ninguna, ni una sola alma, pueda salir de aquí, cuando una persona muere, vuelve al polvo, y su alma es aprovechada de nuevo en forma de energía, pero eso ya lo sabes, Berenice te lo habrá explicado... el punto mi querida niña es lo siguiente, imagínate una botella de gaseosa, que te has pasado agitando y agitando... ¿ya sabes lo que ocurrirá cuando lo abras?—parpadeo sorprendida, no puedo tan siquiera creer lo que me está diciendo— Eso mismo puede llegar a ocurrir si Ader abre la bóveda...

— ¿Y por qué quiere abrirlo entonces? —pregunto sin comprender.

—Para vaciarlo... quiere que todo ser humano desaparezca sobre la faz de la tierra, y para lograr eso aquí, entre el Cenit y el Nadir— dice señalándome en el dibujo esos dos puntos— debe aplicar una energía muy potente, es por ello por lo que te busca a ti, pero considerando la posibilidad de no contar con tu energía, están intentando robártela, no sé cómo, no me lo preguntes, solo sé qué es lo que intentan.

>> Zafiro, debes encontrar las tres piedras antes que ella, y dárselas a Helios, él es el único que puede protegerlas de Ader, o cualquiera que esté de su lado.

La Piedra y El Sol [Libro 1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora