Capitulo 11. Confesión

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Como canción finalizada, como poesía terminada, como cortadura en las venas, te fuiste...

No puedo evitar correr en dirección a Hugo, mis piernas están temblando de la emoción, no pensé que el placer me llenaría de tal manera al verlo.

Se adelanta unos pasos, cuando estoy cerca, abre los brazos para tomarme de la cintura mientras me planta un beso en la cabeza. Es tan reconfortante el hecho de sentir el aroma de su perfume, la canela y el jengibre, me dejo llevar por el placer de estar allí, acurrucada en su pecho, como si nos conociésemos de toda la vida.

—Creí que no sabría más de ti... —dije en un hilo de voz tan tenue cuando él me separa con suavidad para acomodar mi cabello, me entrega la caja y de nuevo siento una descarga en mi cuerpo.

—Te dije que no te deshaces de mí, y no te he mentido —Suspira y pone una mano en mi mejilla — Te soñé...— Su voz gruesa y firme resonó en mi interior. Muerdo mi labio inferior y él no puede dejar de mirarlos, entonces me vuelve a abrazar.

—Yo también te soñé

—No creo que hayas soñado lo que yo.

—Cuéntame...

—Soñé que te besé... —susurra muy cerca, haciendo que mi estómago cosquilleé, m

—¡Oh! —digo intentando disimular, no quiero evidenciar que soñé lo mismo.

 —Quiero llevarte a tu casa —dice tomando mi mano derecha y tocando mi herida con la otra mano.

—No puedo ir contigo, Helios quedó con papá, quiere que regrese con él— La última palabra la digo a regañadientes, aún no lo perdono.

Hugo ríe, pero no me insiste, sospecho que ya lo sabía, sin despegar sus ojos de mí, quita una llave de su bolsillo y me lo entrega.

—Tu amigo, me arruina los planes —suena decepcionado.

—No es mi amigo —Él mira dudando, pero no discute, abre mi mano y coloca la llave en ella, yo lo miro casi con admiración.

—La llave es de la caja, quiero que, al llegar a tu casa, te acomodes, y luego abras esto ¿sí?

—No puedo verla ahora...

—No, no puedes, has lo que te digo. Luego me llamas.

—Señor, sí señor... —contesto en broma. 

—Eres muy ocurrente, pero lo digo e serio, espera a estar tranquila para abrir la caja, y por sobre todo, estar en cerca de tu computadora. 

—Ok, lo haré— contesté reprimiendo mi curiosidad, y la verdad, hay dos cosas en esta vida a las que no puedo decir que no por mucho tiempo, la buena música y mi curiosidad, son mis debilidades.

—Debes irte —apunta hacia la dirección de mis amigos cuando veo las caras largas de todos, menos la de Gizah quien está disfrutando esto —. Parece que están un poco apurados.

—Creo que sí —me acerco a él para darle un beso en la mejilla, en eso, él me vuelve a abrazar y me devuelve el beso, pero en la frente —Nos vemos —Estoy derretida cuando contesto esto.

Sin más, camino en dirección al auto de Helios cuando veo a Gizah hacer unos gestos de emoción y despidiendo a Hugo agitando sus manos en el aire, como si estuviera saludando a un viejo conocido en la calle. Suspiro e intento disimular mi alegría cuando vuelvo a oír la voz de Hugo prácticamente gritando.

—Adiós Zafiro, te quiero, para mí...— sus ojos se iluminaron, y mi ser entero se dejó llevar por una descarga que vino desde los pies hasta la cabeza, como si hubiera pisado un cable del tendido eléctrico.

La Piedra y El Sol [Libro 1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora