Capitulo 50. Esclava

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La manía tuya de ser rara, tu sonrisa, el no tener tacto para iniciar una conversación, las veces que rozamos nuestra piel de manera tosca, las veces que me gritaste, las veces que dejé de ver lo que me dabas... me hicieron débil y vulnerable a todo.

Salí vestida del baño, sintiendo las heridas cada que caminaba, estas se separaban de tanto en tanto.

Llegué a mi habitación y doy 2 pasos atrás al ver en mi cama a Helios. Se puso de lo más cómodo, recostado en la cabecera, al lado de ésta estaba su bastón.

— ¿Qué ha...— me cortó la pregunta en seco, levantando la mano, estaba escuchando música, y movía sus pies al ritmo.

— Espera, espera que amo cuando suena esta canción...—dice con los ojos inyectados en furia.

Y sin previo aviso comenzó a cantar mientras yo atravesaba la habitación hasta la esquina de mi cama donde fui a tirarme.

Tan solo quiero que mi voz
te desespere y robe la razón
y llorando que te abraces
a tus miedos, corazón. — Agitaba los dedos tal como si tocara una batería, y su voz sonaba tan melodiosa que no hacía falta instrumento alguno—
Espero el día "muñequita linda"
en que tu herida sea tan fuerte
que, bañándote en recuerdos,
solo te bese el alcohol.

Y verás tu linda cara
frente al espejo demacrada
y el dolor será tu amor
masturbando tu mirada. — al escuchar las últimas palabras me sonrojé, y supe que no aguantaría un segundo más oírlo—

Tan solo quiero verte llorar
he mandado a la muerte a buscar
tan solo quiero oírte gritar
en el infierno te he de encontrar.

Tan solo quiero que tu alma
no vuelva a ver la luz del sol
y que llores sangre y miedo
y que pagues, corazón.

Intentaré pisar tu orgullo
tantas veces como pueda
hasta que mi odio te parezca
aire para respirar.

— ¡BASTA! — grité, ya entendí a donde iba, no hacía más— Supongo que en verdad describes tus sentimientos hacia mí con esa música ¿no? — Digo con la voz quebrada—— ¿Te das cuenta de que lo haces con tanto gozo? — Él sigue moviendo los dedos y la cabeza a ritmo

— ¡Te dije que basta!

— Espera, espera... Solo esta parte...

Con este anillo te desposo
hasta que tu muerte nos separe
es tan fina la barrera
entre el odio y el amor.

— ¿Pretendes humillarme? — pregunté mirándolo con los ojos nuevamente húmedos, él se quitó los auriculares y también me fijó la mirada.

— Pues es la idea Zafiro, ¿o crees que lo haría sin calcular? Es más o menos lo que me hiciste hace un momento, me humillaste, cuando yo quería ayudarte, y te estoy devolviendo el favor. Por qué no sé qué más hacer...

>>Te volviste a cortar, lo volviste a hacer, y me desquicia que seas tan frágil a sabiendas que debo lidiar también con Fran...— prácticamente susurraba y eso daba miedo.

— Entonces deja de preocuparte por mí...

— Oh, claro, espera voy a CORTAR ESTE ESTUPIDO HILO QUE ME UNE A TI PARA OLVIDARME DE TODO. CLAAAARO ¿CÓMO NO LO PENSÉ ANTES?

No sé qué dolía más; su sarcasmo o que en verdad está muy enojado, pero él no tiene derecho a juzgar lo que yo haga para sentirme mejor, ¿por qué debo escucharlo? ¿Por qué debo de estar aquí?

La Piedra y El Sol [Libro 1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora