Cuando miro atrás hay días que odio con el alma, y otros que los recuerdo con aprecio, quisiera que nunca hubieras salido de mis brazos, siento tanto haber olvidado cómo atajarte.
Pasé a Helios la roca, y su sonrisa iba de oreja a oreja, en verdad estaba muy feliz por lo que acabamos de tener, pero en un segundo su expresión cambia.
— Debemos volver al campamento...— dice mirándome a los ojos con fiereza— Es hora de que lo hagamos, esto cayó del cielo para nosotros, pero no creo que las otras dos piedras sean tan sencillas de conseguir.
— Primero explícame— dije agarrando su mano con fuerza, él sucumbió, como si acabara de acariciarlo.
—Ok —responde acomodándose — Pero déjame hacer algo... sé que será algo raro, pero quiero volver a abrazarte.
— ¿Por qué? — digo alejándome de él, pero me estira para enfrascarse en mi cuello, yo lo rodeé de nuevo con mis brazos y comencé a acariciar su cabeza, también me hundí en él.
— Por eso—dice casi en un ronroneo— porque amé cuando hiciste eso la primera vez que me abrazaste— sonreí involuntariamente, porque él sonaba a gusto y relajado—. No recuerdo que nadie hubiera hecho eso— continúa en un hilo de voz — y si sabía antes que sería así, me hubiera arrojado a tus brazos hace tiempo.
— Es verdad, estás raro...— le digo sin parar de acariciarlo—...pareces un niño que solo busca caricias.
— Piensa lo que quieras— me responde altanero— mientras hagas eso da igual...
— Me odias igual...— por un momento se hizo el silencio y respiró profundo.
—No hay forma que te odie ahora—se separa de mis brazos y en verdad se lo ve totalmente relajado, su rostro parecía el de una persona que durmió horas...— ¡Qué rayos! — exclama y se vuelve a tirar sobre mí.
—Hagamos algo— digo cuando me doy cuenta de que en verdad no quiere que deje de acariciarlo— ¿me acomodo, y pones tu cabeza sobre mi regazo? Así me cuentas todo... te veo el rostro y te sigo acariciando.
— ¿No sería muy raro? — pregunta totalmente anestesiado, se escapa una risa loca y descontrolada, lo separo un poco de mí y viéndolo a los ojos le respondo.
— Me acabas de abrazas prácticamente desnuda, te arrojaste a mis brazos dos veces, y actúas como drogado... no será nada raro... ¡créeme!, creo que será lo más normal que podemos hacer en todo el día.
Helios sonrió de nuevo, maldita sea, a este paso me volveré a enamorar, pero no quiero caer nuevamente en el abismo de la incertidumbre generada por él y su soberbia infinita, solo disfrutaré lo que tengo enfrente, y aunque sea un día demasiado raro, porque verlo sonriente no es algo que se da con frecuencia, mucho menos varias veces en una misma escena.
Me recuesto contra una roca, y él queda algo pensante, pero luego de unos segundos se acomoda para apoyarse en mi regazo, cuando hizo eso, nos miramos el uno al otro, sin esperar un segundo, comencé a acariciar su cabeza, el lobo quería que lo acaricie, se notaba que lo disfrutaba, y en un movimiento se acomodó dejándose llevar.
— Helios— susurro a lo que él responde con un bufido — No te duermas... — sonríe de nuevo. — Tienes que contarme muchas cosas.
— ¿Y si no quiero? — sus ojos estaban cerrados y sus manos entrelazadas una con la otra, resguardando la roca, sé perfectamente que es un juego, que lo hace por provocarme, pero también puedo jugar, así que separo mi mano de su cabeza, provocando que sus ojos se abran abruptamente.
— Hay consecuencias— respondo—pero deja de jugar, tenemos un trato.
Él toma mi mano y la lleva hasta su cabeza, es imposible no reír con eso, parece un niño, uno que necesita de mucho amor, y eso me extraña bastante, pero no preguntaré.
ESTÁS LEYENDO
La Piedra y El Sol [Libro 1]
FantasíaLa vida de Zafiro, como la de muchas adolescentes está llena de problemas tipicos, pero lo tipico se vuelve insignificante cuando las sombras rodean su alma. La lucha de poderes entre la verdad de la vida y la muerte, universos conectados, energía...