Capitulo 31. ¡SOY VEGETARIANA!

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Un grito nos separó aquella vez, pensé que era mi deber ir, pensé que era lo correcto, que mi poder era tan infinito, que podía protegerlas, no podía empujar mis pensamientos más allá de la realidad. Somos un punto mediocre de consideraciones equivocadas, somos una verdad a medio decir. Me he fallado a mí... te he fallado a tí.

Solo me queda hacer una cosa, quedarme quieta, serena, y pensar en algo, a partir de ahora, esto será lo más normal que pueda pasarme. Miro desesperadamente a mi alrededor, veo las hojas resbalar sobre mi domo personal, esto podría tener unos 5metros de alto y unos 10 metros de diámetro, quizá es el espacio justo para que intente escapar de sus garras mientras ella juega al gato y al ratón, no debí creer cuando dijo que le sería más difícil acercarse a mí. Mierda, apenas pasaron minutos de ello y de nuevo estoy aquí en medio de una trampa, o ella es muy persistente.

—O soy una verdadera imbécil— digo en voz alta para mí, en ese momento escucho varias risas, como si de un estudio de televisión se tratara.

Tras de mí percibo la respiración de algo, o alguien sobre mi cuello, muy cerca, tanto que podría decir que la intención no es incomodarme, si no, invadir mi espacio personal y disfrutar con cada bocanada. En ese instante unos brazos rodean mi cintura tomando mis brazos en el proceso, la fuerza es impresionante, pero no busca lastimarme, más bien, quiere dejarme inmóvil.

Miro y no veo nada, el miedo se dispara a todo mi ser, entonces, enfrente, aparecen tres personas, por la fisionomía, todas parecen mujeres, pero no puedo ver sus rostros, están vestidas de negro con pantalones muy ajustados, al igual que la campera, todas tienen capuchas, y donde se supone que debería ver sus rostros, solo hay una gran mancha negra.

Aquello que me sostenía, apareció y me soltó de apoco, cuando al fin me liberé, corrí hasta uno de los bordes, recostándome en la pared invisible. Me vuelvo a las cuatro personas, el cuarto en definitiva parece un hombre, a diferencia de la ropa de las otras, él lleva unas botas bastante varoniles y su pantalón es holgado con múltiples bolsillos. Es alto, y su postura se me hace familiar.

—Miren lo que tenemos aquí... luego, luego hay gente que no creía en mí— Dice una de las mujeres acercándose a mí. Yo quedo paralizada, su voz sonaba algo familiar, pero no la puedo asociar a nadie. — Hermosa Amit... ahhh que no parecía que podrías tener ese cuerpo bajo los harapos que sueles vestir, lástima que no tengas suficiente clase...— Saca del bolsillo de su capucha una especie de plumilla de guitarra.

—No hay duda de que ese cuerpo llama— Dice el hombre sentándose en el suelo y no sé por qué me siento invadida por su mirada, ni siquiera sé si tienen ojos bajo esa mancha negra — Es una lástima que no pueda llevarte ahora mismo. — Su voz suena casi sedienta.

Yo sigo recostada contra el muro y la mujer que tenía la plumilla se acercó más a mí, estiró de mi brazo hacia ella y me aprisionó en los suyos obligándome a mirar a los otros tres integrantes, no hace falta mencionar que yo estaba aterrada y mi respiración estaba agitada. Las dos mujeres sacaron también plumillas de sus bolsillos, mientras el hombre seguía sentado en el suelo.

—Me sorprende que aún no esté gritando— dice el hombre con una voz bastante despreocupada, eso hace que tienda a mirarlo más a él, su postura es bastante masculina—En tu lugar Zafiro, no me hubiera movido de la zona segura, sabiendo que ahora somos varios los que te deseamos... wow sí...esa es la palabra.

—No me gusta esto— dice la mujer que está parada a la derecha.

—Mejor tú no hables, todos aquí sabemos el por qué no te gusta esto...

—¿Tendrá algo que ver tu cercanía a ella? — Le responde la mujer de la izquierda.

No comprendo nada, y el agarre de la mujer que me tiene es demasiado fuerte, no tiene la delicadeza que tuvo el anterior conmigo, ésta si lo hace con la intención de lastimarme.

La Piedra y El Sol [Libro 1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora