Capítulo 5.

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Según lo que Alan me había contado meses antes, los McCall eran una manada turbia. Sus padres habían pertenecido a ella desde que nacieron, al igual que él y sus hermanos, por esa razón no se dieron de cuenta de lo sanguinarios que podrían ser hasta no haber escapado.

No todos dentro de ella eran así. Solo había que ver a Belén, una miembro antigua en su momento, para notarlo.

No sabía si Evoleth estaba dentro de las personas que Alan decía que eran rudas. Lo parecía, al menos cuando me miró, pero con mi novio parecía transformarse.

Le di vueltas a eso durante toda la primera clase mientras jugaba con el dije de la cadena que me había regalo Alan tiempo atrás. La seguía usando, aunque en ese momento era más que todo como un accesorio más que una protección.

Alan se había negado a hablar de ella cuando llegamos a casa. No sabía qué tan amigos habían sido en el pasado, o si había sucedido algún problema entre ambos. Me molestó que no me hablara de eso, como si fuera una clase de secreto, así que lo había evitado al salir del apartamento, aprovechando que los miércoles, al menos por el momento, él entraba a clases horas después que yo.

Sin embargo, un mensaje entrante me sacó de mis pensamientos. Miré hacia el frente para asegurarme de que el profesor tenía su mirada en el tablero y no me pillaría a mí. Era una notificación de la única red social que tenía y que había abierto gracias a Charlotte.

Sonreí cuando, al abrirla, me vi a mí en una foto que tenía por descripción un «Te extraño más que nunca».

No guardé el teléfono porque en el momento la campana sonó para el cambio de clase.

Respondí de inmediato a la foto en un comentario con un «Te extraño mucho más»

Lo guardé cuando llegué a mi casilla. Cambié los libros, distraída, así que cuando la cerré y vi que a mi lado estaba la chica del día anterior, me sorprendí.

Ella también me miró cuando cerré la puertecilla de metal. Me sonrió, con la sorpresa en sus ojos.

—¡Hola! Abril, ¿verdad?

—Sí... ¿Pudiste hacer tu recorrido ayer? —Su risa sonó grácil.

—Sí, gracias a ti y a tu amiga. Ahora solo me queda acostumbrarme a las clases.

—¿En qué curso estás? —pregunté, recostándome en el casillero. Había varias personas caminando en el pasillo, aunque no tantas para un cambio de clase.

—En el último. Mi hermana y yo entramos al último curso, pero no pudo venir hoy.

Recordé que el día anterior la había visto con otra chica, pero no podía recordar bien el rostro de la última.

—Oh, tienes una hermana. —La mirada que me dio me confundió. Parecía estar analizándome, algo que me incomodó. Sin embargo, no sentía que fuera una mala persona o que sus miradas fueran enviadas de mala manera, como las de Evoleth.

—Sí, gemela. —Recordé a Alan y a Trevor.

—Mi novio también tiene un hermano, mellizo en su caso porque son un tanto diferentes. Debe ser bueno tener un hermano tan unido.

Los ojos se desviaron de ella hacia el pasillo. Alice caminaba hacia mí, de seguro para ir a nuestra próxima clase. Pero en el camino noté que en el cuello de Mag no había ningún tatuaje.

—Ese es un collar muy bonito ¿Lo puedo ver? —preguntó. Parpadeé, asintiendo y estirando mi cuello para que tomara el dije—. Vaya... es hermoso.

—Gracias... Es un regalo de mi novio. —Sus ojos volvieron a penetrarme.

—Debe quererte mucho tu novio.

Lunas escarlataDonde viven las historias. Descúbrelo ahora