Intenté concentrarme en los libros frente a mí. La biblioteca del instituto estaba silenciosa y solitaria mientras yo estaba frustrada, intentando hacer mis deberes para poder descansar al llegar a casa.
No había tenido noticias de Alan en todo el día, así que suponía que no había un cambio. Lotty me había mensajeado, pero no para darme razón de mi novio. Había pasado un día más sin dar alguna señal.
Mi madre la noche anterior, o madrugada, cuando había llegado a casa, me había pedido, casi regañado, por pasar más tiempo en casa de los Lee, esperando que Alan abriera los ojos, o al menos moviera un dedo, una ceja, algo. Me había prohibido ir a casa de él esa tarde. La comprendía: estaba descuidando mis trabajos por estar pendiente de Alan, aun cuando Belén y Charlotte me habían asegurado que me darían actualizaciones cada que fuera pertinente.
Pero quería ver a Alan. Al menos tener su presencia a mi lado me tranquilizaba, ver su pecho subir y bajar con sus respiraciones me permitía respirar a mí también. Me había obsesionado un poco, pero necesitaba, también, sentir los latidos de su corazón.
Me sobresalté cuando alguien puso varios libros en mi mesa. Me sorprendí aún más cuando noté que era Amber quien había llegado.
—Los apuntes de lengua, biología e historia. Alice me dijo que has estado distraída por un accidente que tuvo Alan, así que recolectamos lo que se ha hecho esta semana y a los trabajos que ya entregamos nosotras les hicimos copia para que los entregues tú, que creo que te toca hacerlo mañana.
Me quedé patidifusa, tomando los apuntes.
—Me sigo preguntando por qué estás tan amable conmigo y por qué te estás hablando con Alice.
Se encogió de hombros.
—Yo tampoco lo sé. Si quieres te puedo cobrar por cada apunte. —Reí, sabiendo que era una broma. Ella sonrió, echando su cabello por detrás de su hombro con altanería antes de guiñar e irse.
La seguí con la mirada, enojándome y ofuscándome cuando vi entrar a un pelirrojo con el que no quería hablar.
Comencé a recoger mis cosas con premura, para no tener que hablar con él, pero por supuesto que iba a hacer uso de sus poderes para no dejarme huir.
—Te dije que no quiero hablar contigo —gruñí, dándole la cara.
—Oh, tu lobito sigue sin despertar, por lo que veo. —Entrecerré los ojos, frenando su intento de acercarse a mí.
—No te atrevas a burlarte de la situación, Braham, porque en ese caso, ni despertando volvería a hablar contigo. ¿Y por qué quieres que siga siendo «tu amiga»? Ese circo ya cayó, no tienes que seguir intentando acercarte a mí para nada.
—Ya te dije que no te había mentido cuando te dije que sí quería ser tu amigo. No quiero sentirme solo.
Restregué mis ojos, con frustración e ira.
—Braham, este no es el momento. No quiero hablar contigo, y no lo haré hasta que Alan no esté bien. Tengo muchas cosas por hacer, como para quedarme a hablar contigo, perdiendo el tiempo. Si tienes algo que resolver con los lobos, resuélvelo con Rich, lo único que quiero y voy a hacer son cosas por el bienestar de Alan, y hablar con quien debilitó su mente hasta dejarlo sin autonomía, no le ayudará en nada.
Mordió su labio, pensativo. Yo resoplé y seguí guardando mis cosas. Era inútil quedarme ahí, debía irme a casa, hablar un poco con mi madre y luego intentar concentrarme para pasar con mi letra las copias de los apuntes que me había dejado Amber.
Dejé a Braham solo en la biblioteca para irme a mi auto y luego a casa. Ahí estaría tranquila y segura, porque nadie tenía permitido pasar, ni mucho menos me atacarían ahí dentro.
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Lunas escarlata
WerewolfSegundo libro de la saga Cantos a la luna. Es necesario leer cualquiera de los dos anteriores libros para entender. Todos los derechos reservados.